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Por: Javier Baquero – Jaba
De: Crotaurinos

En tarde calurosa, con casi tres cuartos del aforo se cumplió la tercera corrida del seriado Feria de Cali. Se lidiaron astados de Ambaló S.A. por parte de los diestros Miguel Abellán de España, Sebastián Castella de Francia y por Colombia Andrés de los Ríos, de la ciudad de Manizales. Vimos sendos arrimones y arte frente a la cara de los toros.

Luego de dos tardes sosas en el coso de Cañaveralejo, por fin se despertaron las gargantas de los aficionados al poder acompañar a la terna completa con los oles sonoros en cada una de las actuaciones de los tres integrantes del cartel.

Ambaló
Los toros enviados por Ambaló no llenaron las expectativas de muchos aficionados, fueron justos en su presentación, incluso algunos demostraron aparentemente estar muy jóvenes para el compromiso. En cuanto al comportamiento se vio variedad en los genotipos. El presidente fue muy condescendiente con los astados o mejor con la ganadería, teniendo en cuenta que la corrida recibió un muy escaso castigo en varas y no a todos los toros se les colocaron los tres pares de banderillas reglamentarios.

Miguel Abellán
El diestro madrileño demostró el porque fue incluido en el seriado y llamado a ocupar la primera sustitución de la feria el día anterior. En el primero de la tarde Miguel se encontró con un ejemplar que paso desapercibido en el capote, en la vara recibió un escaso castigo y en las banderillas por cuenta del palco alto, solo dos pares se le colocaron. Con la muleta saludo al astado en centro del ruedo con dos cambiados por la espalda, luego una tanda corta y el forzado de pecho, siempre cuidando mucho al ejemplar que era justo de fuerza.

Por el pitón izquierdo no encontró Abellán materia prima, en conclusión vimos: ganas, aguante de novillero o torero necesitado de contratos, un dominio total en una faena construida a base de muletazos robados a un pozo seco. Mató de estocada y el público pidió con fuerza la oreja, que el presidente avaló.

En el cuarto, segundo de su lote, el madrileño vio saltar a la arena un castaño de fina lamina con el que se recreó ejecutándole seis largas cambiadas, acompañadas de cuatro verónicas y dos medias que hicieron vibrar los tendidos de cañaveralejo y prender el tono de las notas de la banda de músicos. Continuando con el buen repertorio de capa, el español llevó al toro por chicuelitas, tafalleras y gaoneras frente al caballo que motaba Anderson Murillo, que también escasamente colocó la vara en las carnes del pupilo de Ambaló.

Abellán brindo al público y desde la misma boca de riego citó a Campero, nombre del castaño, para ejecutarle de hinojos cuatro pases en redondo rematados con el de pecho. Luego la faena fue de tandas cortas con un ejemplar muy rajado. Dos cambiados por la espalda, tres de rodillas y el forzado de pecho lo más destacado. Abellán construyó una faena agradable para el público y superior para el ganadero, quien vio menos malo a su pupilo de lo que en verdad era. Mató de pinchazo y estocada. Se le concedió una oreja luego de fuerte petición. Si embargo, no salio por la puerta del Señor de los Cristales por criterios erróneos de la Junta de la Plaza. Hasta cuando señores, hasta cuando.

Sebastián Castella:
El triunfador de las estadísticas en España en su primero anduvo bien con el capote, con la muleta en plan de maestro, inició con cuatro estatuarios rematados con un precioso trincherazo. Las tandas fueron cortas por las condiciones del astado. Aguanto como a más no poder la envestida sosa, tarda y mansa del toro. Por el pitón izquierdo destacaron cuatro redondos invertidos de gran factura. Mató de pinchazo y estocada. Recibió como premio justísimo la segunda oreja de la tarde.

En el quinto de la tarde, su segundo, saludo con lances a pie junto muy cerca de la barrera. Luego el astado se fue prácticamente sin picar. En la muleta saludo con lo que todos esperamos, dos cambiados por la espalda en todo el centro del ruedo. Castella en este ejemplar también le hizo un favor al ganadero, con voluntad, técnica y muchas ganas construyó faena a un rajado toro que apenas estaba en el límite de la casta, lo toreó a media altura y consintiéndolo mucho. La faena fue variada pero por la diversidad de repertorio que tuvo que desplegar el francés. Al final aguantó mucho, como lo hacen los novilleros deseosos de contratos y los toreros pobres buscando la fama y el dinero. Mató de dos pinchazos y estocada.

Andrés de los Ríos
Al colombiano le tocó bailar con la más bonita y con la más fea en ese orden. En el tercero del festejo, el mejor toro a mi modo de ver, el manizaleño vio como un toro de inicio incomodo fue cuajando en bueno y bondadoso, no brindó pero la faena se fue haciendo cada vez más importante, al punto de escuchar rápidamente la música en el palco alto.

Andrés toreó con ganas, suavidad y armonía. Con cadencia y holgura, en fin dio un recital con la muleta al buen toro de Ambaló. El astado por el pitón izquierdo no fue tan potable, pero se dejó. Mató de pinchazo sin soltar, estocada y un descabello, escucho un aviso y el presidente le negó una oreja que el público reclamó como premio justo al caldense. Aunque pudo dar la vuelta al ruedo, saludo desde el tercio y se retiró al burladero de matadores. La presidencia fue abroncada por los asistentes.

En el último no hubo nada que hacer, Andrés se encontró con el peor del encierro, un descastado, probón y corto de envestida, bregó sin alcanzar una faena agradable. Mato de tres cuartos y vio silenciada su labor.

Incidencias:
En el cuarto toro de la tarde saludaron desde el tercio los banderilleros “el Chano” de España y “Chiricuto” de Colombia, por su formidable labor con los palitroques.

En el tercero el banderillero de Manizales, Alex Loaiza saludo desde el tercio a petición del público y beneplácito de su matador y coterráneo Andrés de los Ríos

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