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Por: Diego Laserna @dglaserna

Algunos bogotanos tal vez se acuerdan que Mockus nos pidió que nos ducháramos con la novia para ahorrar agua. Tal vez otros se acuerdan de que a Juan Martin Caicedo le tocó cerrar el chorro durante días mientras reparaba los túneles de Chingaza. Pero eso es historia patria y la verdad es que los bogotanos hoy no creemos que esa vaina de la escasez de agua sea con nosotros.

Ni siquiera cuando vemos a Yopal, a Quibdó o a Maicao sin agua nos lo creemos. Y pues Tokio, Beijing o Mexico DF que también se están quedando sin agua están demasiado lejos como para creer que eso va a llegar acá.

Tal vez por eso es que nadie parece alarmarse con que la empresa de acueducto de Bogotá, admita abiertamente que en 2019 la demanda de agua será mayor que la oferta y que de no haber obras nuevas, habrá racionamiento. ¡Así de claro!

Si algo sale mal con las obras que el acueducto espera entregar en el próximo año o si hay algún fenómeno climático que reduzca significativamente la oferta, Bogotá no tendría agua para todos sus habitantes en 2019. Y no lo digo yo, lo dice en documento oficial, la Empresa de Acueducto con letras en negrilla y un cuadrito rojo (ver Grafica 1).

Grafica 1. Respuesta a derecho de petición 2531001-2017-1067 de la EAB

Los detalles:

Hoy en día Bogotá tiene un caudal confiable de agua de 16,89 metros cúbicos por segundo cuyo origen es el siguiente:

Gráfica 2. Elaboración propia con información de la respuesta a derecho de petición 2531001-2017-1067 de la EAB

Y la demanda actual es de alrededor de 16,25 metros cúbicos. Es decir, ya estamos apretados. Pero quedarse sin agua en el próximo año ya es un riesgo de otra dimensión. ¿No será hora de ponerle atención al tema?

Las soluciones

El acueducto identifica dos clases de soluciones para aumentar la oferta de agua en Bogotá. Una son los proyectos de optimización que son más pequeños y donde se usan mejor las fuentes de agua ya existentes. La otra son los proyectos de expansión donde se consiguen fuentes nuevas de agua y en teoría son soluciones más de fondo.

Antes del punto crítico donde toque empezar a racionar en 2019, el Acueducto podría entregar dos proyectos. El primero, es el proyecto de optimización del Río Blanco cuya primera fase está anunciada para enero de 2018, y el segundo, la optimización de la Planta de Tibitoc que esperan entregar en un punto indeterminado de 2019 (y que podría ser posterior al punto de racionamiento).

Tal vez si estuviéramos en Japón y supiéramos que las obras se entregan en el minuto exacto en que las autoridades se comprometieron, no habría razón para preocuparse. Sin embargo, como ya estamos acostumbrados, en Colombia el retraso de años en la entrega de cualquier obra es normal y si se demoran en entregar estas tendríamos que empezarle a racionar el agua a ocho millones de personas. De hecho el plan maestro de abastecimiento de agua que es de 2006 tiene que ser actualizado entre otras porque los plazos de las obras no se han cumplido. ¿No debería alguien averiguar en qué van las obras de Río Blanco y Tibitoc? ¿Si no están a tiempo cuál es el plan B?

El tema de fondo

Es posible que la obra de Río Blanco esté a tiempo y que entonces éste artículo parezca una falsa alarma. Pero aún así hay razones para preocuparse.

Bogotá debería tener reservas de por lo menos un 10% más de agua de la que demanda (línea roja en la Gráfica 1) pero inclusive si todos los planes de la Empresa de Acueducto se cumplen al día, no llegaremos a ese punto sino hasta 2022. Además, llegaríamos a eso a punta de pequeños proyectos de optimización, ya que el primer proyecto de expansión (Chingaza Sureste) apenas está programado para 2032. Aunque no tengo todos los datos para sustentarlo, temo que estos proyectos de optimización tienen unos costos muy superiores por metro cubico de agua producido que los de expansión. Y la tapa es que Sumapaz Medio, el único proyecto de expansión de una magnitud significativa para de verdad solucionar el tema del agua en Bogotá en el mediano plazo está planteado para la absurda fecha de 2076.

Para colmo de males, las proyecciones de demanda de agua que hace el acueducto son basadas en unas proyecciones de crecimiento poblacional muy inferiores a las que usa Planeación Distrital (Cuadro 1). Tanto que para 2030 hay más de un millón de personas de diferencia entre una estimación y la otra. Es decir, puede que la demanda real en los próximos años sea significativamente superior a lo que estima el acueducto y que la presión sobre nuestras fuentes de agua sea todavía mayor.

Cuadro 1. Elaboración propia con información de la respuesta a derecho de petición 2531001-2017-1178 de la EAB y el Diagnostico del POT de la SDP

En resumen, la planificación para el abastecimiento de agua de Bogotá es un desorden y le implica a la ciudad no solo altos costos económicos sino serios riesgos de enfrentar racionamientos en el corto o mediano plazo. ¿No será hora de preguntarnos qué es lo que está pasando y buscarle una solución real? ¿O vamos a esperar hasta que nos corten el chorro?

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Diego Laserna estudió planeación urbana en MIT. Es activista del Combo2600, comentarista de Alerta Bogotá y un eterno estudiante de idiomas. Le encanta el brillo del la grama del Campín y detesta la sensación mantequilluda de la baranda de los buses. Lo pueden seguir en Facebook acá y Twitter acá.

 

Para los interesados en profundizar en el tema adjunto los dos derechos de petición con la información sobre la que se soporta este artículo. 1 y 2

Para la investigación de este artículo conté con la valiosa ayuda de Jaime Arias Restrepo.

La imagen principal de este artículo fue tomada de acá

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