OPINIÓN
Mi consejo sincero es que se vayan y hagan parte de las mil personas que diariamente salen de Colombia con la intención de no volver. Váyanse para que no tengan que trabajar más para que los corruptos, sus familias, cómplices, compinches y secuaces se hagan cada día más millonarios felices mientras que los honestos vivimos cada día más alcanzados y con pocas posibilidades de prosperar.
¿Me voy o me quedo en Colombia?, esa es la pregunta que se hacen muchos Colombianos y me hace mucha gente por la situación del país.
Y me la hacen mucho porque tuve la oportunidad de vivir nueve años en Estados Unidos. Con esa experiencia lo que siempre les aconsejo, principalmente a los jóvenes y a las personas de bajos recursos y, aún de clase media, es que se vayan, que emigren del país ojalá a una nación desarrollada para poder tener una vida digna.
Y voy a tratar de explicar de la manera más clara el porqué de mi consejo y lo de la vida digna.
La principal razón por la cual les aconsejo a que emigren es porque veo que la hipercorrupción de los politiqueros, principalmente en las regiones, ya carcomió al país y lo llevó al fondo del abismo en que nos encontramos. La corrupción nos robó el pasado, nos roba el presente y el futuro generando delincuencia, violencia, guerra, prostitución, pobreza, atraso, subdesarrollo, desempleo, falta de oportunidades y hambre, solo por citar algunos males.
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Estos politiqueros corruptos, que en las regiones se conocen como clanes, a lo único que llegan es a robar y a apropiarse de los dineros de todos para llenar sus bolsillos, construir mansiones, comprar tierras, apartamentos y casas en otras ciudades del país y en el exterior, crear empresas para contratar con las mismas administraciones locales con el falaz y pomposo argumento de que somos “un grupo económico dedicado a la política”, como si no supiéramos que en realidad son grupos delincuenciales y criminales, pues todos esos dineros son los que nos han robado a cada uno de nosotros.
Aunque en el gobierno Nacional también se da corrupción, recordar los 70.000 millones de pesos de Centros Poblados y los billones de pesos actuales de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD), eso es mínimo respecto a lo que pasa en las regiones en donde roban sin misericordia y sin cesar, casi con la seguridad que nada les va a pasar pues ellos mismo manejan los organismos de control locales y si algo llega hasta el nivel nacional, la mayoría de las veces, compran funcionarios, fiscales, investigadores, magistrados, jueces y al que sea necesario. Muchos, muchos se dejan comprar. Nada se sabe. Nada pasa. Todos participan.
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No hay que olvidar que en Colombia se roban alrededor de 50 billones de pesos al año, los cuales alcanzarían para que nadie aguantara hambre ni pasara necesidades en este país. Para tener una idea: la primera línea del metro que se está construyendo en Bogotá cuesta unos 13 billones de pesos. Lo que quiere decir que lo que se roban en Colombia alcanzaría para construir cuatro líneas similares en el país por año.
Estos hampones institucionalizaron el robo, siguen en el poder con la compra de votos para hacerse elegir o reelegir y la compra de conciencias a través de puestos de trabajo porque casi que es imposible para un joven profesional encontrar trabajo si no entra al circuito perverso de la corrupción de estas mafias politiqueras. Puesto a cambio de votos: generalmente una lista de 50 cédulas con sus mesas de votación respectivas para llevar mejor las cuentas.
En las regiones (con muy contadas excepciones), así ustedes sean honestos, disciplinados y trabajadores es difícil llegar a conseguir un buen trabajo y muy seguramente se verán obligados a pertenecer a estas mafias de ladrones y volverse cómplices con el robo de los dineros públicos, o el silencio, que es lo mismo, con lo cual terminarán empobreciendo a sus propios vecinos, familiares, amigos y a toda la sociedad, tal como lo hacen estos ladrones.
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Pienso que estos bandidos corruptos de las regiones que nos tienen en el fondo del abismo tomaron demasiada ventaja que ya veo casi que imposible revertir la situación a menos que la sociedad en su totalidad se movilice para cambiar. “En este país los únicos que se realizan son los políticos”, dijo hace ya muchos años el escritor Fernando Vallejo. Yo le cambio el ‘políticos’ por politiqueros. Políticos tenemos muy pocos, politiqueros son casi todos.
Y cuando hablo de que ustedes puedan llevar una vida digna en el exterior no me refiero a convertirse en millonarios sino a una vida en la cual puedan estudiar, trabajar y que esto se vea reflejado en una casa, carro y suplir sus necesidades básicas y bienestar general pues los políticos de allá son verdaderos servidores públicos que trabajan para que la gente tenga bienestar, supla todas sus necesidades básicas y pueda crear riqueza y desarrollo. Aquí los corruptos piensan que ellos son los únicos que tienen derecho a vivir, el resto apenas a sobrevivir. No es sorpresa que los países con mejor calidad de vida del mundo son los menos corruptos: la corrupción es la excepción y no la norma.
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Al vivir tanto tiempo en Estados Unidos me tocó ver al jardinero, carpintero, plomero, pintor de ‘brocha gorda’, mecánico, personas que asean casas, etc., etc., oficios que no requieren una carrera universitaria, prosperar con la compra de su vivienda, carro, enviar dinero para sus países porque los impuestos se ven en forma de seguridad, organización, desarrollo y bienestar. Así mismo, los buenos profesionales prosperan en un ambiente de meritocracia. ¡Da gusto ver a la gente vivir con dignidad!.
Mi consejo sincero es que se vayan y hagan parte de las mil personas que diariamente salen de Colombia con la intención de no volver. Váyanse para que no tengan que trabajar más para que los corruptos, sus familias, cómplices, compinches y secuaces se hagan cada día más millonarios felices mientras que los honestos vivimos cada día más alcanzados y con pocas posibilidades de prosperar.
Lo peor es que estos criminales de cuello blanco nos heredan hijos/as, esposas/os, hermanos/as, primos/as, parientes y amigos que continúan con el circuito de la corrupción. Afirman que “sacó la vena política del papá”, cuando en realidad lo que quieren decir es que salieron iguales de bandidos al progenitor. Pero ellos no tienen problemas: crean empresas y negocios para lavar su dinero y que sus hijos parezcan y aparezcan con riquezas ‘limpias’ años después. Serán todos unos señores y señoras de ‘bien’.
Me da mucha satisfacción cuando escuchó que a un colombiano, principalmente cuando aquí era de bajos recursos, le va bien en el exterior a base de esfuerzo y sacrificio, inmediatamente pienso que en Colombia muy seguramente hubiera sido pobre el resto de su vida a pesar del mismo, o, con seguridad, más esfuerzo y sacrificio.
Algunas veces uno escucha decir a los colombianos que anhelan volver al país; claro: les hacen falta sus familias (hijos, padres), amigos, el ambiente festivo, la calidez de la gente, el aguardientico, la comidita, pero mi consejo sincero es que, por el momento, no vuelvan: si traen ahorros y piensan poner un negocio aquí se los acaban los impuestos, que casi siempre van a parar a los bolsillos de los corruptos. Solo recuerden el motivo por el cual se fueron del país, nada ha mejorado.
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Emigren, váyanse, márchense de Colombia, la vida no merece tanto sufrimiento y sacrificio por otros, mientras los que nos quedamos tratamos de limpiar un poco la podredumbre para que las futuras generaciones puedan vivir con dignidad en esta Colombia amada, eso si antes no perdemos la vida en el intento porque ellos no son solo corruptos: muchos también son asesinos.
Me dirán que soy muy pesimista, pienso que soy realista porque es lo que veo todos los días: ¡Es lo que hay!. Si no están convencidos: miren las noticias diarias, y eso que no se sabe sino apenas un poquito de todo lo que se roban. La hipercorrupción es la verdadera ‘venezonalización’ de Colombia.
¡País inviable!. ¡País invivible!
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