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Con la prohibición del uso del lenguaje inclusivo por parte del Gobierno de Javier Milei en Argentina, el castellano, que venía siendo golpeado y utilizado de manera intensiva por ideologías políticas de izquierda, marcó un tanto.

El gobierno de Milei, que desde su campaña señaló que los argentinos, en una situación económica bastante difícil, no debían financiar preferencias de grupos minoritarios, recientemente se pronunció diciendo: «El lenguaje que contempla a todos los sectores es el español, y es un debate en el que nosotros [como Gobierno] no vamos a participar, porque consideramos que las perspectivas de género se han utilizado como negocio de la política».

¿Qué le hizo la lengua castellana a la sociedad actual? ¿Qué hizo la lengua a los políticos de izquierda para que quieran reemplazar las vocales de género «a» y «o» por una «e», una «x» o un insípido arroba? La lengua castellana, ese idioma romance tan hermoso, con una amplia riqueza léxica, que ha sido sumamente «inclusivo», incorporando palabras de diversas lenguas como árabe, griego, francés, italiano y americanismos. Además, cuenta con numerosos acentos dentro del mundo hispanohablante; incluso dentro de un mismo país, cada región tiene sus propias peculiaridades en la pronunciación y el vocabulario. También ha sido la lengua en la que se escribieron obras como «Don Quijote de la Mancha» o «Cien Años de Soledad».

Pero no hace falta ir tan lejos para entender por qué la izquierda ha atacado el idioma. Es el deseo de destruir todo lo construido para inventar un «mundo nuevo» desde cero, el mismo deseo que ahora no quieren llamar como es y que la palabra «destruir» podría resumir de la mejor forma. Ahora, no quieren llamarlo como es, sino suavizarlo y eufemísticamente llamarlo: «deconstruir». No puede ser que, para ganar adeptos, la izquierda se haya apropiado de causas de minorías como las feministas y LGTB, convirtiendo nuestras conversaciones diarias en un campo de batalla político con vandalismo en el discurso.

La Real Academia Española (RAE), la principal institución de regulación lingüística del castellano, se ha pronunciado con firmeza al respecto, indicando en Twitter: «Lo que comúnmente se ha llamado ‘lenguaje inclusivo’ es un conjunto de estrategias que tienen por objeto evitar el uso genérico del masculino gramatical, mecanismo firmemente asentado en la lengua y que no supone discriminación sexista alguna». El castellano usa genéricamente el masculino gramatical, como afirmaría el premio Nobel de literatura, Vargas Llosa: «El lenguaje es algo que nace naturalmente y sobre eso se establecen ciertas reglas. En español, claramente tenemos un masculino inclusivo». ¿Por qué debería cambiar porque unas minorías hoy quieren imponer al resto cómo hablarles y dirigirse hacia ellas? ¿No es eso el mayor acto de exclusión hacia el resto?

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