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Bibiana Ángel González en la ventana de su casa, ubicada en la Favela de Babilonia, Rio de Janeiro, Brasil. Foto tomada por Andrés Gutiérrez. Julio de 2015.

Bibiana nunca soñó con vivir en una favela de Río de Janeiro. Ningún colombiano crece con la ilusión de tener un hogar en un suburbio y mucho menos en otro país. Sin embargo, hoy, su casa se encuentra en el punto más alto de Babilonia, una montaña donde viven cerca de 2.500 personas.

“Una favela es un diamante en bruto”, le dijo su compañero de vida hace dos años cuando planeaban comprar una casa en Babilonia, una de las 968 favelas que forman parte de Río de Janeiro. Según ella, antes de viajar, tenía una idea de los suburbios de Río que cualquier persona podría tener después de ver la película ‘Ciudad de Dios’: “personas pobres, feas, negras y llevadas del put*s”, agrega riéndose.

Bibiana Ángel González es una chocoana de 32 años. Salió de Colombia hace 5 años, vivió en Argentina y luego decidió aventurarse en una favela de Río de Janeiro invitada por el que actualmente es su esposo. La noche en que llegó a la Favela de Babilonia, puso a prueba la fama mundial que tienen estos lugares en Brasil; estaba lloviendo y no tuvo más remedio que caminar entre casas encaramadas una encima de otra, calles pequeñas y popó de perro. “Fue una experiencia fuerte”, asegura asintiendo con la cabeza y con los ojos muy abiertos.

Su vida a la mañana siguiente cambió para siempre. Bibiana nunca más salió de la favela

La apariencia de Babilonia no está lejos de lo que vemos en los barrios de escasos recursos en Colombia. Hay un choque social con la forma en que las personas viven y con los miedos y prejuicios que hay con las zonas pobres como en cualquier parte del mundo. Para quien sube por primera vez, es probable que por su cabeza pase la idea de que lo van a robar, secuestrar, violar, matar y que su cabeza va aparecer en una caneca a la entrada de la favela. Sin embargo, nada de esto pasa en Babilonia.

De lejos, Babilonia parece una pila de casas en una montaña, un arrume de ladrillos de colores con ventanas y terrazas en obra negra con uno que otro calzoncillo secándose al sol. De cerca, sus calles son un laberinto de lomas y escaleras en diferentes direcciones; los niños solo aparecen después de mediodía cuando salen de la escuela y se apoderan de las canchas para jugar fútbol. En el ambiente retumba una mezcla de música proveniente de diferentes casas, por supuesto ningún vallenato o reggaetón. En Río de Janeiro, lo que mueve a la gente es el funk y la samba.

Este fue el lugar que Bibiana escogió para hacer su hogar. Con dinero prestado de familia y amigos, compró una casa por R$150.000, unos 120 millones de pesos que en nuestro país significarían un apartamento pequeño y en un barrio de clase media. Pero en la que será la sede de los Juegos Olímpicos del 2016, los precios de bienes raíces se salieron de órbita hace mucho tiempo y lo mismo ocurrió con sus favelas, especialmente las que están ubicadas en la zona turística.

Su casa está en una posición privilegiada: tiene vista al mar y una de las playas más famosas del mundo, Copacabana. Sus vecinos son gente amable, se conocen unos a los otros y no se ahorran el saludo en ningún momento del día. “Vivir en la favela es como vivir en un pueblo pequeño de Colombia, pero como en todo pueblo también hay un chismerío terrible y todo el mundo quiere saber y hablar de la vida de todo el mundo”, comenta González en voz baja, cuidando de que algún vecino pueda entender lo que ella dice en español.

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Bibiana en una de las escaleras que conduce a su casa. Foto por Andrés Gutiérrez

Bibiana también montó un negocio y NADA tiene que ver con el narcotráfico, contrabando, armas o algún chanchullo ilícito como los que algunos colombianos hacen en el exterior para hacernos quedar como un zapato. La chocoana de 32 años, graduada de Ciencias Políticas de la Universidad Nacional, decidió montar un negocio que, además de ayudarle a pagar la deuda de su casa, le aportara algo a la comunidad. Entonces, en septiembre del 2013, inauguró un restaurante-bar con visión de espacio cultural al que nombró ‘Estrellas de Babilonia’.

El nombre de su negocio no estuvo inspirado en las estrellas que aparecen de noche, pero sí en lo que significan las personas que viven en la favela: todos sus habitantes son estrellas, son importantes y merecen brillar. “En la favela no vive la escoria ni los bandidos de la sociedad. Vive gente común y corriente que trabaja allá abajo y se gana la vida honestamente”, afirma Bibiana mientras apunta con su dedo hacia la playa de Copacabana.

Su casa y también espacio cultural ha llegado albergar 3.000 personas y orquestas internacionales, gente de la favela y de todo el mundo: europeos, asiáticos, latinos y por supuesto, colombianos; todos dispuestos a conocer y compartir una cultura que hace parte de Río, pero que aún sigue siendo marginada por no contar con el mismo dinero que sus vecinos de allá abajo.

Para llegar a la casa de Bibiana hay que tomar una moto en la entrada de la favela. El mototaxi demora en subir aproximadamente 5 minutos y cobra R$3,00, que serían unos $2.500 pesos colombianos. Después, se deben seguir unas estrellas amarillas que ella y su esposo pintaron en el piso para que sus amigos y clientes no se pierdan entre los recovecos, escaleras y callejones.

Desde el 2009, Babilonia es un lugar pacífico gracias a la llegada de una Unidad de Policía Pacificadora que desplazó la presencia criminal. Según Bibiana, la peor experiencia que se puede llevar alguien que sube a su favela es pisar popó de perro. Ella ha vivido más de 2 años tranquila, con mucho trabajo y junto su esposo de origen belga comparte ese proyecto de vida de llegar a un lugar y contribuir de alguna manera. Cuando se le pregunta si quiere vivir para siempre en la favela, dice que no, que esta es una etapa de su vida, que se considera nómada y como aventurera necesita llegar a otros sitios de este mundo de infinitos contrastes e implacables diferencias.

Por: Andrés Gutiérrez 
Río de Janeiro, Brasil.
Instagram: @AndresGutierez
Twitter: @AndresGutierez
Facebook: Fb.com/AndresGutierezR

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