La vida responde muchas veces a un guión inesperado.
De las peores noticias que uno puede recibir un 14 de Febrero, día que, en muchos países, se conmemora el amor y la amistad, es la muerte de un amigo y colega. Recibí la terrible noticia por whatsapp: Alberto Sánchez-Bayo, una persona que dedicó su vida al talento, y a ayudar a los demás a descubrirlo, había muerto el Domingo de un ataque al corazón fulminante. La noticia me dejó helado.
Nos vimos por última vez con ocasión de la preparación del curso «Coaching, Talento y Felicidad». Él iba a dictar una clase titulada «Escribe el Guión de tu Vida». Como yo era el Director Académico de ese Programa, quise quedar con él para conversar sobre los objetivos del curso y recuerdo que nos dimos cita en la terraza del «El Kiosko», un agradable gastrobar situado en Pozuelo de Alarcón, en Madrid, muy cerca del Centro de Excelencia Internacional de la Universidad Sergio Arboleda.
Mientras degustábamos un aperitivo, Alberto me habló de su propuesta académica, centrada en ayudar a las personas a descrubir sus talentos, sus tesoros escondidos. El profesor Sánchez-Bayo unía el talento a los sueños y al instinto: «Somos una historia soñada que hemos de escribir y entre todos escribimos el libro del mundo», solía afirmar.
En un momento de nuestra charla, le sugerí que sería muy bueno que los participantes del Curso tuvieran la oportunidad de trabajar algún ejercicio con el objetivo de profundizar en el sentido de vocación que tan importante es para la felicidad, para una «vida lograda». Alberto aceptó el reto y nunca olvidaré esa sonrisa pícara, a la vez que le brillaban los ojos, como reacción instintiva a quien le ha pedido algo que él domina: «La vocación es algo que muchas veces no se explica bien. Lo clave es entender que la vocación reside ahí donde se cruzan el talento y las necesidades del mundo«, me dijo.
Desde caminos distintos, Alberto y yo coincidíamos en la verdad esencial del talento: se trata de un don que Dios nos ha dado, que pertenece a lo más íntimo y profundo de nuestro ser, que necesita de un contexto de libertad para ir revelándose casi sin darnos cuenta. Como profesional dedicado al desarrollo personal y directivo, valoro enormemente su propuesta de «Arqueología del Talento. En busca de los tesoros personales».
Alberto Sánchez-Bayo amaba el senderismo. Con frecuencia, invitaba a sus amigos a pasear por la Sierra de Madrid a través del Club Genial. El Domingo 28 de enero fue la primera excursión del año, un recorrido circular desde la Ermita de la Virgen de la Gracia en San Lorenzo de El Escorial, pasando por la Silla de Felipe II, luego por Zarzalejo y regresando por la calzada romana. El pasado 31 de diciembre recibí un whatsapp de él en el que, acompañando una imagen de Tintín, decía: «En 2018, alcanza nuevas cimas!!!».
A su esposa Almudena y a sus hijos, sólo puedo decirles que no recuerdo un día de San Valentín más triste. Es muy duro ver partir a una persona tan buena a la que admiras tanto. Pero estoy seguro de una cosa: Alberto ha coronado la mejor de las cimas posibles, la más bella de todas: el Cielo. Es el premio natural a una excelente persona, esposo, padre, amigo… ¡Hasta siempre, maestro, muchas gracias por todo!
Pablo Álamo
@pabloalamo
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