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 Por Francisco Mejía*

 

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A mí me cuesta un trabajo enorme escribir o trabajar en los aviones.  Así que en mi último viaje vi la película Rounders. Matt Damon – cuya sonrisa ilumina hasta un sótano lleno de humo – es un tahur que ha enderezado su vida hacia el respetable camino de una carrera de derecho y cuya novia (una Gretchen Moll traslúcida) no quiere que vuelva al vicio de las cartas. Un día Damon recoge a su mejor amigo (Edward Norton, muy bien apodado la «lombriz») a la salida de la cárcel después de cumplir una condena.  La lombriz vuelve a la humedad de las salas de juego subterráneas en NY y convence a Damon de volver a las mesas para así vencer a un mafioso ruso malo (un John Malkovich buenísimo, malo, muy, muy malo) en un juego de Texas hold ‘em y así pagar una deuda. A partir de ahí, todo es cuesta abajo.

Y uno se pregunta: ¿qué hubiese pasado si Damon simplemente le da a Norton un fajo de billetes en la puerta de la cárcel y se devuelve caminando solo a su auto?….

Ignacio Munyo y Martin Rossi en una investigación reciente defienden el uso de transferencias de dinero para criminales

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*Francisco Mejía es el economista principal de evaluación en la Oficina de Planificación Estratégica y Efectividad en el desarrollo del BID, en Washington DC.

Este blog fue publicado inicialmente en la pàgina de blogs sobre Desarrollo Efectivo  del Banco Interamericano de Desarrollo http://blogs.iadb.org/desarrolloefectivo/2013/09/11/crimen-y-dinero/

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