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http://youtu.be/v6PtZxX9Ygc

Este blog fue publicado en Si Hablamos de Igual del Banco Interamericano de Desarrollo

Hace poco, leyendo un artículo en la prensa, recordaba cómo siendo colegialas mis amigas y yo, al salir de clase, usábamos rutas alternativas y evitábamos pasar por ciertas calles donde había construcciones para no escuchar las obscenidades que nos  gritaban los trabajadores. Porque nos sentíamos mal, nos daba vergüenza, nos hacía sentir culpables y, además, no entendíamos por qué unos señores nos gritaban improperios si andábamos en uniforme del colegio. En esas dos cuadras, cuando éramos más pequeñas, un hombre una vez tocó a una de mis amigas después de haber recibido incesantes necedades y comentarios sobre su cuerpo, su pelo, sus ojos, su sonrisa.

Esto fue hace más de 15 años y desgraciadamente, por lo que veo y leo, esa realidad sigue sin ser ajena para la mayoría de mujeres. Muchas, demasiadas, nos hemos inhibido de usar cierto tipo de prendas o nos hemos visto forzadas a utilizar rutas alternativas por temor a una agresión en la calle.

Esta clase de agresión y violencia es lo que se denomina acoso sexual callejero, muchas veces invisibilizado por las propias personas que lo sufren, pero que es un problema que ha afectado a todas las generaciones y del que las mujeres somos víctimas mucho más frecuentemente que los hombres.

Según el Observatorio Ciudadano de Acoso Sexual Callejero, en algunos lugares del mundo el 100% de las mujeres ha experimentado este tipo de violencia en las calles de sus ciudades. En nuestra región los Gobiernos no son ajenos al problema, de hecho en la gran mayoría de nuestros países existen leyes que amparan a las mujeres (la CEPAL tiene un resumen de las leyes en cada países que puedes consultar aquí), lo que está llevando poco a poco a una concienciación del problema y a un cambio de actitud de la sociedad.

Pero quizá más impactante en ese cambio de mentalidad han sido un par de vídeos que han inundado recientemente las redes sociales y que nos sorprendieron con experimentos sociales muy interesantes. En el primero, titulado10 horas caminando por Nueva York siendo una mujer y con casi 40 millones de visitas, una chica con un atuendo bastante normal (una camiseta cubierta y pantalones) camina por la ciudad mientras es acosada sexualmente. En el segundo, titulado Creepers on the bridge y del que nacerá un documental gracias alcrowdfunding, una chica cruza un concurrido puente en El Cairo, Egipto. Sin audio, las miradas son más que elocuentes.

El acoso sexual callejero es una manifestación del machismo y de las desigualdades de género todavía existente. Es necesario atacar desde el núcleo familiar y escolar comportamientos agresivos y dejar, de una buena vez por todas, que las mujeres caminemos libres por las calles.

 

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