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Son muchas las vainas buenas que tiene esta ciudad. Sin embargo, entre las mejores razones para vivir en Bogotá está el sintonizar su radio ¡hay que oír lo que las emisoras capitalinas emiten a través de las ondas hertzianas! Y es que en nuestra metrópoli andina existen cadenas radiales para todos los estratos y gustos; pudiéndose dar el caso –que se da- de disímiles programaciones dentro de las mismas casas radiofónicas: las hay desde las llamadas juveniles que, como las audiencias que las alimentan, fundamentan su razón de ser en alejarse de todo lo antiguo, de lo “clásico” y en muchos casos de lo popular.

 

Algunas de estas emisoras para impúberes se especializan en géneros de moda: como el regaetton y la champeta; otras presumen de buen gusto musical y congestionan sus antenas de transmisión con rock al piso (de hecho; alguna basa su gran acogida al presentar –al vibrar- al ritmo de canciones en español) y las últimas –de seguro hay más- se pegan al cielo o a lo que más suene: o son esclavos de las mediciones de ese “rating radial” que es el EGM (Estudio General de Medios) o son siervos de las disqueras que utilizan el “método de la ‘payola’” (anglicismo cuya expresión original es “pay all”, que indica pagar por todo o pagarle a todos los disc jockey que pongan al aire sus “futuros y artificiosos éxitos”) que se disfraza en ese vago término conocido como cross- over en el que cualquier género vale; sea este ranchera, vallenato (de hecho hay un programa llamado “rancherato”), cumbia, salsa, merengue, balada romántica, pop, hip- hop o tango; estilo del cual, el mejor exponente es la compañía sonora del grandilocuente narrador de la Selección Colombia que tiene un excelente programa titulado “60 minutos con la Sonora” y que cambió su repetido “no me esperen en la casa”, por la pregrabada cortinilla que reza: “continuamos con 60 minutos con la fórmula cinco… sin-comerciales”.

 

En este apretado inventario hertziano no podemos dejar de sintonizar la frecuencia radial concebida – ¿equivocadamente?- para los oficinistas (“yuppies” diría mi profesor de economía) del corazón financiero de Latinoamérica: la Avenida Chile; se trata de ese medio auditivo cuyo jingle repite –con engolado acento- “… esta es música y noticias para ejecutivos”. Otra tipo más de cadenas se la juegan por esas romanticonas melodías medio cursis- medio solemnes venidas –sobre todo- desde las penínsulas Ibérica (y no propiamente de PRISA; el consorcio que compró a Caracol) y de Yucatán. Del territorio hispano-europeo todavía retumban en nuestras cabezas artistas de la talla de Julio Iglesias, José Luis Perales, Nino Bravo, Ana Torroja (la excelente voz del añorado Mecano), las extintas Rocíos (Jurado y Durcal) y el inigualable Joan Manuel Serrat; mientras que de tierras manitas aun tenemos guardados en los discos de vinilo de las estaciones radiales los sollozos del memorable dúo de Juan y Ana Gabriel, los tonos bajos de Lucerito; los lamentos sentimentales del inestable hijo de la protagonista de “Los ricos también lloran”: Cristián Castro, entre otros.

 

Sería una injusticia dejar por fuera a las empresas sonoras que satisfacen dos tipos de feligresías: las religiosas y las futboleras. Las que emiten cosas de Dios debieran ser filiales de la emisora del lorito con audífonos que queda en la Autopista Norte con calle 84, ya que su ubicuo lema reza: “Todelar está en todas partes”. Por medio de esas emisoras los pastores y párrocos extienden sus púlpitos a las dispuestas orejas de los radio-creyentes. Lo curioso de las radios divinas es que están en los extremos (nunca en el centro) de las bandas AM y FM.  Ahora, con respecto a las emisoras del músculo conviene decir que “la cadena deportiva de Colombia” es Antena 2; liderada por ese doctor ‘ad honorem’ del micrófono que es Carlos Antonio Vélez –todo un Séneca del fútbol-, en compañía de esa biblia balompédica que es el Henry “Bochita” Jiménez. Claro que comunicadores, locutores, polemistas, comentaristas y cronistas del balón abundan en la AM: allí están los “combos deportivos”, “las voces del fútbol”, “los trabucos” y “los dueños del balón”, empezando por Hernán Peláez (el papá de los periodistas de la pelota en Colombia; quien además dirige ese delicioso programa vespertino que es “La luciérnaga”). También llenan las cabinas de sonido figuras como “Paché” Andrade (que así como canta goles en el Campín, entona boleros en TV), Iván Mejía (el ‘tenor’ que todos los mediodías se echa un pulso con el Dr. Peláez), Cesar Augusto Londoño, Esteban Jaramillo, Octavio Mora, Darío Ángel Rodríguez y otras voces cuyos rostros también salen por la tele.

 

Total; en esas frecuencias radiales, la mitad de la FM, es muy extraño escuchar; como no sea en el dial de las emisoras universitarias como UN Radio (emisora de la Nacional: 98.5 FM), LAUD 90.4 FM (de la Distrital), HJUT 106.9 FM (de la Tadeo Lozano), 91.9 FM Javeriana Stéreo y de la misma Radiodifusora Nacional- compases de música de cámara, ritmos afroamericanos como el blues, el jazz y el soul; aires folclóricos latinoamericanos, ni mucho menos melodías iraníes o ugandesas.

 

Pero volvamos a lo bueno. Y esto se traduce en la siguiente maravilla: ya sea a través de un simple transistor coreano de pilas dedo, sea por el pasacintas del Renault 4 del tío Jaime; por el espectacular equipo de sonido de la prima Lina o mediante el real audio de la Internet, podemos todas las mañanas, desde las 4 AM (ojo: “AM” de Antes del Meridiano y no de Amplitud Modulada), oír la ronca voz de ese versado juglar costeño bautizado como Juan Gossaín (RCN Básica) o el no tan erudito timbre de Darío Arizmendi (Caracol Básica) o el vehemente tono de Juan Guillermo Ríos (Radio santa Fe) o el descomplicado dejo de Luis Guillermo Troya (Todelar) o el aire coloquial de Efraín Páez Mejía (Melodía) o la desesperante verborrea de Fernando Londoño (Súper); por no mencionar la acelerada retahíla de la Gurissatti o la gomela voz de Julito no me cuelgues… en fin, todo un zoológico de voces y estilos que van desde la trascendencia de la mesa de trabajo de Radio Sucesos a ese “reino de la frivolidad” –así lo llama el buenazo de Forerito- que es la “W FM” en el que pudo haber una masacre de sindicalistas en Urabá, pero Julito, Félix, el mismo doctor Casas (y toda esa mano de corresponsales que tienen en el mundo entero) emprenden –ese mismo día- una campaña para encontrar el perrito de un afanado oyente de turno ¡He ahí una buena radiografía del multiverso espíritu colombiano!

 

Así es que si quiere “más compañía” (aunque hoy la misma Cadena Radial Colombiana, Ca- Ra-Col, nos invite a “vivir la vida”) y si desea “más música” o si anhela decirle a alguna fémina “Bésame” o si pretende embelesarse con “Las 40 principales” ¡no lo piense más! Deje de añorar las amables ondas de Radio Sutatenza y los tiempos en que se hacía bachillerato por radio y proceda a hacer “zapping” con su dial o con el clic derecho del mouse y deléitese con “la radio de Colombia” por medio de los bellos sonidos de la HJCK (que ahora en la red si es una emisora para “la inmensa minoría”) o muérase de la risa con Díaz Salamanca y su “Cocuyo” o váyase de “Alargue” con Casale o Marocco o “hable por hablar” en la “Nocturna” noche que solitariamente nos toca vivir todos los días con la grata compañía del invento que engrandeció Carlos Arturo Rueda: la radio.

 



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