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Bogotá es la ciudad colombiana que más alarde puede hacer de las estadísticas. Una ciudad con más de siete millones de habitantes (el 15,3 por ciento de la población colombiana), que maneja más de 12 billones de pesos de presupuesto al año y que está integrada por 20 localidades (ciudades dentro de la ciudad) que en algunos casos son más extensas y pobladas que ciudades intermedias del país tiene razones para ufanarse.

Pero las cifras tienen el poder de ocultar la realidad. Son el telón de fondo que niega a los ciudadanos. Apabullan de tal manera a las personas que las hace desaparecer. Sí, desaparecer detrás de un número -tal vez el de la cédula- gracias al cual pasan de ser ciudadanos con sus derechos conculcados a ‘beneficiarios del Sisbén’, niños ‘cubiertos’ por el sistema educativo, personas con un ‘ingreso promedio’ de dos o más salarios o simplemente ciudadanos ‘estrato 6’ que pueden elegir donde vivir.

Desde las cifras, esos ciudadanos, por el solo hecho de aparecer en las estadísticas de cobertura, tienen garantizado el derecho a la salud, a la educación, a un ingreso digno o a una vivienda en su lugar preferido de la ciudad.

Pero en Bogotá, la ciudad de oportunidades a la que muchos colombianos se aventuran para buscar un mejor futuro, esa realidad virtual que muestran las cifras no siempre coincide con la realidad de verdad. Es más, en algunas ocasiones esas cifras son como farsas que se enseñorean en la ciudad y ponen a algunos ciudadanos a cumplir un papel trágico-cómico en la escena de la gran capital.

Por eso, este espacio es una invitación para que hurguemos en las cifras –y en las normas-, para que las escudriñemos y las desnudemos, y para que rescatemos a los seres humanos que todos los días alimentan una Bogotá ignorada que reclama visibilidad.

Los invito a compartir en este espacio sus historias. ¿Cuántos casos de este tipo conoce usted? Coméntelos en el correo yolgom@eltiempo.com.co

El viernes les cuento algunos ejemplos de ‘los casos aislados’ de las estadísticas.

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