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Tarde me enteré de que el catalán Jordi Savall iba a estar en la sala de conciertos de la Biblioteca Luis Ángel Arango, el pasado fin de semana. Pero de todos modos, si me hubiese enterado con tiempo, tampoco habría podido ir: ¡La boletería se agotó en dos horas! Ese sábado decidieron abrir un segundo show para el día siguiente y también vendió todo en un día. De hecho, desarrollé un trauma porque ese sábado intenté comprar las entradas en un puesto de tuboleta.com, pero luego de 30 minutos de hacer cola, el muchacho que atendía nos informó que "el sistema se cayó".

¿Qué diántres está ocurriendo? ¿De dónde sale tanta plata para ir a conciertos? Todo el mundo está comprando boletas. Eso es espectacular. Tanto, que los shows se están quedando pequeñitos para tanto interés.

Evenpro, la empresa organizadora del concierto de Jamiroquai, ha evaluado la posibilidad de trasladarlo del Rodizzio La Caro –oficialmente, sigue siendo allá– al Estadio el Campín, pero eso significaría rehacer el contrato. Más difícil aún durante la época preelectoral, que por ley obliga al control de aglomeraciones en espacios públicos. Ojo a esto: Llegaron a calcular un interés del público por adquirir 30.000 boletas. Y no se trata de RBD, no se trata de caprichos de pelaitos sustentados por sus papitos.

¿Será este el momento para que nuevamente le transmitamos a los organizadores de conciertos nuestro ABIERTO INTERÉS por los buenos shows?

Cuidado con la burbuja

Ahora, bueno, hay que ver el fenómeno desde todas las perspectivas posibles. Pese a que estamos hablando de música, también hablamos de poder adquisitivo: ¿Para cuántas boletas al mes le alcanza a uno la billetera? Recordemos también que en los ochenta vivimos una burbuja de gran interés, llenamos estadios, pero luego reventamos las expectativas y entramos en un ocaso. Es necesario pensar en ello.

Buenos conciertos, pero con espacios de tiempo entre uno y otro, serían una buena estrategia. Los empresarios deben entender que no deben quemar el interés. Es como jugar con la bolsa de valores: La oferta en exceso sepulta la demanda.

(Lo sé, es feo verlo en esos términos monetarios, pero…)

En el artículo "Surfin Chapinero", en la Gaceta de Colcultura No.13 (1992) -al que nos referiremos recurrentemente en este blog-, Eduardo Arias recuerda lo que decía el bajista argentino Cachorro López para sustentar por qué allá se vivió una cultura de rock nacional: "Poco antes de la explosión del rock y el pop en 1981, se hicieron comunes las presentaciones en teatros para 2.000 espectadores. Allí se creó una moda (ir a escuchar grupos), una costumbre (escuchar los grupos) y una cultura (aceptar como propios los grupos)".

Por ello, debe haber mejores cálculos de expectativas. Savall pudo haber estado en el Teatro Colón. Jamiroquai, seguramente estaría mejor en el Campín. Temo que el show de Manu Chao no reciba el público que merece al haberlo programado en medio de inmensos conciertos. Ese será el medidor: Manu Chao.

Suerte y pulso.

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