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En estos días ha sonado por ahí la idea de acabar con Rock al Parque y Hip hop al Parque por los recientes brotes de vandalismo. Una reflexión en torno al tema y, hoy, además, un perfil de un monstruo del blues que he estado escuchando nuevamente.

Pero primero…

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El evento Resonancia Colombia, que no tiene que ver con este blog pese a la coincidencia del nombre, está recomendadísimo para quienes estén pendientes de los giros de la industria musical. Va a participar, entre otros, el productor de R.E.M., el señor Bertis Downs. Se va a celebrar en la Universidad de La Salle, con inscripción gratuita pero obligatoria, y consiguen más información aquí.

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¡Crab’s reabrirá sus puertas!… pero en Santa Marta. A quienes esperaban el retorno del bar de rock más celebrado de los últimos años, les cuento que el sitio abrirá sus puertas nuevamente en el centro histórico de Santa Marta. Blues, rock and roll y sol, creo que es buena combinación. Entérense aquí.

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Una amiga que alguna vez me veía tan intensamente ateo, me preguntó por qué no era creyente. Entre las varias razones que le expuse, le dije que no le concedía mi fe a una iglesia que manejaba sus cosas con tanta hipocresía. Y ella me respondió sabiamente: «no juzgues al sol por el dedo que le apunta».

Ciertamente es de tontos andar apuntando con el dedo para señalar. Generalmente, cuando lo hacemos, pretendemos marcar una diferencia, algo así como «él es malo, yo soy bueno», «él es culpable, yo soy inocente»…

Por eso, cuando escucho afirmaciones como esas de que Rock al Parque y Hip hop al parque deben acabarse por los actos vandálicos que ultimamente han albergado, siento de nervios de patria: generalmente es así como pretendemos resolver las cosas, criminalizando cual dictador Banana Republic. Señalando con ese puto dedo.

Pasa actualmente con todo: indígenas, rockeros, gays, hip hoperos, izquierdas, derechas. A todos, especialmente a las minorías, los señalamos como la causa de nuestras incomodidades. Con tanta guerra de información, no puedo dejar de pensar en una señora que salga del mercado y en el camino se encuentre con un metalero, un rapero y un desplazado por la violencia. A cada uno lo mirará con desprecio y esconderá su cartera, pensando que ese sujeto diferente a ella es el responsable de los males que amenazan al país en el que vive.

Basta ya de los juicios morales, basta de andar poniendo letras escarlatas. Todos estamos untados de lo mismo, no somos perfectos y seguramente tenemos en casa a alguien diferente, alguien que no encaja en la sociedad y que es despreciado por esa diferencia. Y esa diferencia es deliciosa, es la que nos hace irrepetibles y maravillosamente geniales. Por eso, que vivan ‘esos raros peinados nuevos’, que vivan los gays y que vivan también los normalópatas, que vivan todos.

Me emocioné, perdón. Volviendo al tema de Rock al Parque, tomar decisiones generalizando que todos los que van son unos vándalos y mariguaneros sería completamente estúpido. Sobre todo porque quienes tomarían esas decisiones son personas que probablemente nunca han ido ni estado en un festival de estos, y por tanto desconocen que cuando hay actos vandálicos, son cometidos por unos cuantos inadaptados que paradójicamente tal vez nunca fueron por la música. Esos cuantos, posiblemente decenas, no pueden estropear la felicidad que viven los otros 200.000 que entran al parque durante los tres días de fiesta.

Existe una absurda hipocresía en la acusación de que en estos festivales venden mariguana y trago. Se trata de un expendio ilegal, y si esa ilegalidad entró al terreno del parque, no fue por complicidad con algún pelao que para ingresar tuvo que quitarse hasta los zapatos en una extensa requisa. Si esa vaina entró, fue porque burló los filtros de seguridad de la Policía, seguramente con ayuda de alguna autoridad o personaje de Logística. Lo que se debe depurar ahí es esa complicidad.

Lo peor es que es una red. Lo sé porque hay un sujeto que vende estas vainas que he identificado en varios conciertos, en varios escenarios: Es un tipo panzón de escazos 1,60 de estatura, cara de niño, ojos grandes, bigote achinado. Lo ví vendiendo en el Coliseo El Campín en el concierto de Joaquín Sabina y Joan Manuel Serrat -supuestamente público mayor y más ‘cachetoso’- y me causó curiosidad que era el mismo que estaba rondando en Rock al Parque y en Soda Stereo. Lo sé, estoy señalando, pero solo a uno: no porque exista este gonococo significa que todos los vendedores sean malos.

Los actos vandálicos deben ser juzgados, por supuesto. Tanto como deben ser juzgados los hechos violentos en los partidos de fútbol. Romper una silla o un paradero de bus es un crimen contra la ciudad en la que vivimos. Pero cada caso debe resolverse de manera individual. Si necesitan cámaras de seguridad, pónganlas. Quien no tiene nada que temer, no puede impedir esto.

La gente que lleva celulares con cámara, aprovéchenlos. Graben a quien comete un acto vandálico y denúncienlo. Así fue como se supo que un policía atropelló a un manifestante frente al Estadio El Campín. Perfecto, se hace justicia al dejar claridad de quién fue.

Lo que hay que promover, creo yo, es algo más educativo. La tolerancia a personajes como el emo, razón que cocinó el problema de los golpes a unos pelaos en el rock al parque del año pasado. Este es un problema mundial, en México han llegado al borde del linchamiento. Nosotros debemos pensar en el ejemplo de la tolerancia.

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Pero por favor, no más generalización, no más estupidez rampante. O llegará el día en el que prohibiremos ser gay, negro, travesti, mockusiano, cristiano, emo, y los que sobrevivan a esa limpieza social, que serán neutros estándares ISO 9000 de una correcta y soporífera humanidad, quedarán ensartados por el hoyo negro como este amiguito:

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R.L. Burnside, en barata en tiendas en Colombia

Hace unos días había notado que los discos del maravilloso sello Sum Records, que casi nunca se equivoca con los artistas que graba, estaban en barata en las discotiendas bogotanas de Prodiscos y Tower Récords. Me pareció rarísimo. Uno entiende que rebajen el stock de discos impresos en Colombia de vainas de rock que ya tuvieron su gloria pero les pasó el cuarto de hora. Pero una promoción sobre un stock prensado afuera (creo que en este caso, prensado en Brasil) de artistas que nunca fueron comerciales es algo verdaderamente exótico.

Los discos de Sum Records están en estos días alrededor de los 20.000 pesos c/u. Este fin de semana me compré el doble ‘Double Bill’, de Bill Wyman y los Rhythm Kings, y uno que había estado buscando con ansias: ‘Wish I was in heaven sitting down’, del fallecido R.L.Burnside.

En conversaciones con amigos del rock, uno a veces siente en algunas personas repulsión rockera hacia el blues, tal vez porque puede sonar repetitivo. Y es entendible.

A esos gomosos radicales del rock les comparto este bluesero, el magistral R.L. Burnside. Escuchen esto: ‘Hard time killing floor’, del 2002… (este es el player de blip.fm, solo hay que hacer click en play):

Y a continuación, la canción que le dio fama en círculos menos blueseros y más comerciales. Muestra la forma en la que la música de Burnside se fue integrando con las tendencias de la música contemporánea al punto en que tiene algo de trip-hop, mezclas, tornamesas, etc. Esto es ‘Bad Luck City’:

Ese sonido tan novedoso a lo último de su carrera encontró eco en el hecho de que algunos de los músicos con los que tocaba eran otras generaciones de los Burnside: su hijo era plenamente rockero, y su nieto, el baterista Cedric Jackson Burnside, un fanático de Dr.Dre y otras figuras del rap. El abuelo era muy abierto a las propuestas.

Ahora algo más viejito, qué tal. Grabación de 1984 de una canción ‘Just like a woman’:

Artista grabado por un sello llamado Fat Possum, Burnside era un tipo auténtico del norte del Mississippi que vivió casi toda su vida como un campesino, pero llegando a los 50 años de edad se decidió por aceptar en serio la carrera de músico y comenzó a grabar un sonido muy blues y a la vez muy eléctrico.

De álbumes como ‘Too bad Jim’ saltó a hacer vainas muy contemporáneas, como lo que vamos a escuchar a continuación (lástima la calidad del sonido):

Fuertemente eléctrico, Burnside puede ser más rockero que cualquiera. Vivió el blues de salida, ganando fama cuando ya B.B.King y Muddy Waters se la habían llevado toda, pero este señor merece un papel más importante en la historia.

Y qué tal esta entrevista en la que cuenta cómo fueron comenzando las cosas en su carrera musical… :

Los discos de R.L. Burnside están en estas tiendas, a los precios que les comento. Igual, muchos títulos de rock contemporáneo y de vainas experimentales publicadas por Sum Records. Aprovechen.

Suerte y pulso.

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