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No hace falta explorar mucho para identificar que las reglas de la interacción mundial han cambiado en lo corrido de este siglo. La globalización, perfilada a finales de la década de los años 80 gracias al auge de la tecnología y al triunfo de modelos basados en la libertad (capitalismo y democracia), ya no explica de manera suficiente lo que ocurre en el escenario mundial.

De incluir a nuevos actores, además de los Estados, en el concierto internacional, y de incrementar y acelerar los flujos de intercambio entre ellos, hemos pasado a fenómenos más complejos que se han ido extendiendo progresivamente, al punto de que podrían llegar a caracterizar una nueva era.

El primero de estos fenómenos es el desplazamiento gradual de las herramientas tangibles de poder, tales como el armamento o la capacidad de producción de bienes y servicios, por otra herramienta más efectiva y potente: la gestión ideológica.

¡Siembra una idea en una colectividad, y moverás el mundo! pareciera ser la premisa de estos tiempos. No importa si tiene un ADN religioso, político, económico…Lo importante es que esa idea toque el núcleo de los miedos fundamentales, y se eleve como promesa de salvación, seduciendo así aspectos invisibles y que están estrechamente ligados con nuestros códigos genéticos de supervivencia.

La gestión ideológica, de alguna manera, siempre ha existido. Lo particular de este tiempo es que, gracias a la tecnología de la información y las telecomunicaciones, esta herramienta se ha democratizado, y a la vez, ha logrado maximizar su potencia gracias a dos aspectos: la inmediatez y universalidad del impacto de las publicaciones en la web, y la simplificación y amplificación emocional del mensaje debido al apoyo que ofrecen los recursos interactivos y audiovisuales.

¡Mensajes elaborados de manera consciente en función de intereses específicos, para que sean procesados por vía central y periférica por el receptor, e incorporados automáticamente: Esa es la clave de la gestión ideológica moderna viral! Argumentos racionales enriquecidos con historias cercanas, altamente emotivas, y matizadas estratégicamente con sonidos impactantes e imágenes a todo color. Las parábolas de antaño son ahora historias vivenciales mejoradas que se utilizan para adoctrinar y movilizar.

Es claro que, en este contexto del poder de las ideas, el insumo fundamental es la información. Por esto, la recopilación, depuración/construcción/de-construcción, análisis y protección de la big data es un factor de seguridad y sostenibilidad. Un ataque cibernético a gran escala podría muy pronto generar tanto caos como un ataque nuclear. Y quién lo dude, que revise lo que alcanzó a generar el ataque del virus ´WannaCry.

El segundo fenómeno, es la repotenciación del culto a la personalidad. La democratización de los canales de comunicación modernos asociada a las TIC´s hace posible que cualquier individuo pueda llegar a ser un líder de opinión, sin necesidad de tener que contar con un apalancamiento de un tercero o un respaldo logístico o conceptual importante. El músculo financiero y técnico, es reemplazado por el músculo carismático o del encanto personal.

En este escenario, el individuo se torna más importante que el grupo, y el choque de egos y de impulsos podría llegar a reemplazar lo que en otro momento se identificó como el mayor riesgo mundial: el choque de civilizaciones.

Por lo señalado anteriormente, sostengo que la globalización ha mutado y que hoy estamos entrando a una nueva era: la de la viralización. En esta nueva era, la dinámica de las interacciones humanas -consideradas en forma amplia- es determinada por líderes carismáticos que gestionan la realidad de un colectivo a partir de la creación e implantación de paradigmas virales (no necesariamente reales, pero si muy convenientes para sus intereses), utilizando para ello el control de la información y el dominio de las herramientas de la comunicación y la persuasión, incluida la manipulación emocional.

No se trata, entonces, de un esquema social abierto en donde lo que prima es la mayor interacción equilibrada, como se predicaba dentro de la globalización, y en el que es posible un gana-gana. Se trata de un esquema expansivo de control en el que las interacciones son direccionadas conscientemente por unos pocos individuos. En este escenario, las libertades se constriñen sin darnos cuenta fruto del adoctrinamiento ideológico velado, y hay un claro flujo de beneficios hacia unos pocos que tienen el control de la información, las ideas, y la comunicación.

Gestión ideológica contagiosa liderada por unos pocos individuos para su beneficio particular: ¡eh ahí el quid de la dinámica social del momento!

Epílogo: Este escenario es muy parecido al de la novela de ciencia ficción, “1984”, de George Orwell, sin duda, en donde la tecnología y las comunicaciones terminan alienando y fomentando el control social y la consolidación de una clase dominante. Sin embargo, no nos debemos equivocar. El problema no es la tecnología. El problema de la viralización es que el contagio ideológico se dé en un contexto de poca ética y de competencia abierta y descarnada, para beneficio particular. Comprender esta dinámica puede marcar la diferencia entre avanzar a escenarios apocalípticos o lograr la formación de ecosistemas sostenibles y colaborativos, con predominio de ´movimientos de código abierto´ entre otras posibilidades. La clave del futuro, reposa en el rol que empiecen a jugar las humanidades.

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