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Lo de Viva Colombia es sólo la punta del Iceberg, de cómo nos mienten y manipulan mediáticamente en el país. En Colombia, hay muchas empresas demandadas y sancionadas por publicidad engañosa, a lo que se suma el caso de Quala, el manejo mediático del Centro Democrático y el caso de reciente de Viva Colombia.

Viva Colombia sacó una campaña diciendo “llévate a la moza a la arenosa”, aludiendo a un juego de palabras, que indicaría que con los precios que tiene la aerolínea, bien se puede llevar a la amante a Barranquilla. La campaña fue un escándalo nacional, porque la gente se sintió ofendida por la forma en que la marca habló de un tema socialmente incorrecto de una manera tan cruda, lo que indignó a muchas personas, porque la marcas no deben ser promotores de comportamientos negativos y menos los que son socioculturalmente rechazados, pese a ser verdad.

A esto se sumó, que en días anteriores, el director de la campaña del No, informó públicamente cómo habían creado mensajes para manipular y confundir a la opinión pública, para que salieran asustados y verracos a votar con el acuerdo de paz con las FARC. Lo que desembocó en una enorme reacción de todo el país, y causó que fuese expulsado del Centro Democrático, siendo el chivo expiatorio de las mentiras que se le dijeron al país.

Adicionalmente, durante años se ha criticado la publicidad efectivista de Quala, una marca de productos de consumo masivo en el país, que centra sus mensajes en medias verdades, diciendo lo bueno de sus productos, atacando los defectos de sus competidores y tapando las verdades negativas de él mismo, apoyado por una persona famosa que felizmente dice que consume su producto, y que los demás son malos, como queriendo revivir el macartismo del siglo XX en la publicidad.

Existen muchos otros ejemplos de manipulación de mensajes publicitarios en el país, como “mejor mejora mejoral”, “el dolor le tiene miedo a doloran”, o “la número #1” que muchas marcas han usado, que han quedado en la memoria de los colombianos, afectando profundamente su comportamiento como consumidor y comprador de bienes y servicios, y más recientemente, como votante de un tema de trascendencia histórica.

Nadie ha tenido la agallas de decir esto de frente pero toca decirlo contundentemente: nos mamamos de que nos mientan, que nos engañen, que nos digan cosas que no son, que nos hagan falsas promesas, que nos digan verdades a medias, que nos quieran inculcar valores de comportamiento social desde el discurso de las marcas, solo para que les compremos más.

La SIC ha avanzado con algunos fallos contra esto y el rol de los medios ha sido fundamental, pero en ambos casos, son acciones posteriores a que el daño está hecho, porque simplemente algunas personas encargadas de las comunicaciones, publicidad, mercadeo y las ventas en este país, no tienen escrúpulos y mienten sin ningún problema, simplemente para lograr sus metas del mes.

Lo lógico sería que los consumidores castigáramos a estas marcas y no las compráramos nunca más, pero eso no es posible ni realista, porque estos mensajes llegan tan profundo en la mente de muchas personas, que realmente creen que las promesas son ciertas, que los miedos creados son verdaderos y que la única opción y salida, es hacer lo que la marca nos dice que debemos hacer.
Nuestro país tiene rasgos culturales muy particulares, que son aprovechados por estos estrategas de la manipulación para ganar plata, sin importar el daño cultural que causan.

He hecho la tarea de revisar varios currículos de universidades en temas de economía, administración, mercadeo, diseño y publicidad, y notó un enorme punto en común: no existe una clase de ética, de normas legales de mercado, de lo que se debe y no hacer en la profesión. Son simplemente bloques de materias de técnicas para vender más, y no para lograr satisfacer mejor a su consumidor.

Seguramente, estas materias no existen, porque son consideradas ladrillos, rellenos, costuras o cosas innecesarias, pero cuando el directivo de Viva Colombia, sale diciendo que está satisfecho con el impacto de su campaña y con el rol de sus personajes polémicos, deja ver que en este país todo vale. Esto profundamente triste y nos debería poner a pensar mucho.

Colombia necesita una publicidad honesta, transparente y contundente, que nos diga las cosas como son, no con maquillajes y grandes luces; que aproveche el talento de nuestros creativos, la cultura de nuestras personas, las tradiciones que nos hablan y la diversidad que nos enriquece. No queremos una publicidad que nos manipule, porque esto profundiza la desconfianza que tenemos entre nosotros y hace que la verdad sea la victima de todo esto, y que al final todos perdamos, porque vivir en un mundo donde se dicen tantas mentiras, nos convierte en una sociedad que aclama la mentira.

Es urgente que salvemos la publicidad, la comunicación, los mensajes correctos y el bello arte de los mensajes comerciales, o de lo contrario, nos hundiremos en un mercado que vende mentiras a precio de descuento.

El marketing debe ser ético, y por eso los de esta industria debemos ser Markéticos, y por eso deberíamos pensar cada vez que vamos a decirle una mentira a todo el país, «¿me gustaría que le mintieran así a mis hijos o a mi mamá?»

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