Existe en Colombia (y ya en otros países) un espacio que reúne a más de 20.000 mujeres en una comunidad en un grupo secreto de Facebook: las Wikimujeres.
Se les ha tildado de arpías, de dictadoras, de destructoras de marcas y de otro sinnúmero de epítetos sin sentido, recordándonos la cacería de brujas de la Inquisición. Para poder comprender este colectivo es necesario comenzar con el nombre: Wikimujeres. El mismo nombre es obvio, pero la gente quizá lo obvia porque es más fácil quedarse con el apodo de un amigo, que con el sentido del nombre de algo. Wiki hace referencia a ser un código abierto como Wikipedia, donde cualquiera que quiera colaborar, puede hacerlo en el marco de una reglas; y segundo, “Mujeres”, que es quizá una de las cosas que más desconocemos los hombres, solo después de lo que haya en el fondo del universo o la magnitud del universo.
“Son unas brujas”, escuché decir en una reunión y no pude aguantar la carcajada, de la cual recibí una crítica indignada por haber desautorizado a la interlocutora con mi natural desparpajo. Me reí por una razón simple: ¡CLARO QUE SON BRUJAS!
Las brujas eran las mujeres liberales, liberadas, libre pensadoras, emprendedoras e independientes, que en el medioevo fueron perseguidas por la Iglesia por ir en contra del credo del momento. Eran mujeres que vivían su sexualidad de una manera diferente, que no iban a misa, que no se casaban e incluso tenían el atrevimiento de usar pantalones. Por eso fuero perseguidas, asesinadas e incluso aisladas de la sociedad, porque simplemente hacían lo que pensaban y no lo que la cultura del momento pedía.
Las Wikis nacieron de un pecado imperdonable para la vanidad de algunas colombianas: las fundó una Argentina -y muy bella- para aumentar los celos y la competencia. Una extranjera, que venía del mundo del mercadeo, y que gracias a su liderazgo creó un espacio para que las mujeres se ayudarán unas con otras, creando un ambiente de colaboración, en el peor de lo escenarios posibles para cualquier hombre en el mundo: 20.000 mujeres opinando al mismo tiempo, y desatando toda la emotividad propia de su género: celos, competencia, vanidad, e intrigas, pero explotando su sentido de generosidad, calidez, ternura y comprensión al mismo tiempo. Yo aún no he podido entender el sueño de algunos musulmanes, quienes dicen que si se inmolan en esta vida, se les premiará con 11.000 vírgenes en el paraíso. Solo de pensarlo se me ponen los pelos de punta, ¿como sería convivir con 11 mil mujeres, todas compitiendo por satisfacer a ese personaje? Eso debe ser de locos.
Hoy lograron que muchas las odien porque no se hicieron las cosas como ellas querían o porque no las han aceptado en su “selecto grupo”. La verdad es que en una comunidad como esta, las reglas son la clave del juego y quien no las cumpla, pues se va y punto. Pero como en Colombia estamos acostumbrados a que no cumplimos las normas, cuando alguna se ejecuta en nuestra contra, nos sentimos ofendidos, como cuando un policía nos multa y le decimos “en vez de estar buscando a quien multar, debería estar cogiendo ladrones”.
Lo otro que desata ira a diestra y siniestra es que no todas pueden entrar, y las que no entran se sienten “ofendidas” en el proceso, y las que ya están en grupo, lo pavonean con una vanidad increíble. ¡Y es que así debe ser!, es un grupo reducido porque si no lo mantienen así, ninguna de ellas podría contar sus problemas, o pedir recomendaciones o favores. La intimidad, la confianza y seguridad cuentan mucho más que la cantidad de miembros, y esto hace que ser parte de ellas sea un motivo de orgullo ni el hijuemadre.
Otro enorme pecado que tiene y no es culpa de Pomato sino de Facebook, es que es un “grupo secreto”. Esta denominación no es de una logia, una conspiración o cualquier otro tipo de creación de Dan Brown, simplemente es un tipo de cuenta que tiene Facebook, para que el administrador del grupo defina quién puede entrar y quién no. Esto causa miedo, preguntas e inquietudes, porque no hay nada más inquietante que no saber de qué carajos están hablando 20.000 mujeres en un espacio privado.
La verdad es que el grupo es tan inocente e ingenuo como su origen. En sus diálogos hablan entre mujeres comunes y corrientes, se preguntan dónde es rico ir a comer o si tal producto es bueno o malo; y esto ha desatado un enorme temor en las marcas, porque no saben cómo actuar ante un diálogo colectivo sobre sus productos, sin poder participar de ninguna manera. La verdad es que hay reglas para hacer eso, y en el caso de que se haga pública una denuncia contra una marca, esto solo se puede hacer “si y solo si” ya se han agotado los canales de queja con la marca y con las autoridades. Pero muchas Wikis –como buenas colombianas– obvian este paso, y publican lo que consideran en este espacio, con el fin de desahogarse de una pésima experiencia de consumo; ante esto, la administradora (casi siempre ella sola), revisa qué se escribe minuto a minuto y elimina los comentarios que no cumplen con las normas, explicando en privado por qué lo hizo, lo cual molesta a muchas y sobre todo molesta a aquellos que sus comentarios no son borrados rápidamente, porque ella entró al baño o salió a recoger a sus hijos al paradero del bus del colegio.
Mientras todas estas emotividades se mueven por lado y lado, el grupo –liderado por su administradora– ha desarrollado dos modelos de negocio increíbles. Por regla de la comunidad, solo se pueden ofrecer en sus páginas productos y servicios de sus miembros que sean emprededoras y que aún sean empresas de un pequeño tamaño.
Como marketero lo considero uno de los casos de estudio más interesantes de este año, porque no solo demuestra su éxito con los números, sino que han transformado la vida de miles de personas y muchas otras sueñan con ser parte de este “grupo secreto”.
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