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robo 1Me robaron el celular y eso cambió profundamente mi forma de ver a la Policía Nacional…

La historia fue así: llegue al aeropuerto El Dorado, a eso de las 5:30 a.m., para tomar el vuelo AV9340 a Medellín que salía a las 6:20 a.m., lo que significa que me levanté tipo 4:00 a.m., para dejar armado todo lo del viaje y la conferencia que iba a dictar.

No había pasado buena noche porque el domingo me insolé en el bazar del colegio de los niños y ando como “camarón cachaco” todo ardido y en la noche del lunes me acosté de mal genio porque el gato se me comió una hamburguesa, y lograr dormir con la piedra volada y quemado, es muy jodido, pero siempre queda la esperanza de “mañana será mejor”.

Al llegar al aeropuerto, hice lo que hago siempre: le mostré mi cédula a los funcionarios de control y el tiquete de vuelo que tenía en el celular, y al pasar por el módulo, guardé el documento en el estuche del celular, y tomé camino hacía el filtro 7, donde las cosas pasan por rayos X y uno por el scanner de metales, ese mismo sitio donde nos han enseñado que tenemos que medio empelotarnos para que nos esculquen cualquier metal que tengamos. Saqué el computador portátil de mi morral, y metí el celular en el saco del traje que tenía puesto (porque tenía que ir de corbata al evento, para que me crean más lo que digo), dejé el saco en la bandeja de plástico, sobre el computador y con el cinturón.

Al pasar por el escáner, vi que la persona que iba adelante mío, estaba encartada con tres maletas y visiblemente molesto por el proceso que estaba haciendo, mientras yo pensaba, “¿será que uno llega al punto de que se acostumbra a esta esculcadera y señalamiento de terrorista potencial?”, y proseguí calmado a recoger mis cosas.

Me puse el cinturón, metí el computador en el morral y al ponerme el saco, no sentí el peso del celular y comencé a buscarlo, hasta darme cuenta de que ya no estaba…

Le pregunté a las señoritas de seguridad de Vise (compañía de seguridad que se ve por todo el aeropuerto), que si habían visto mi celular, y ellas incrédulas me dijeron que yo lo tenía; entonces comenzó el proceso de búsqueda en mi ropa, maleta, en el piso, la banda y debajo de todas las cosas y nada, hasta que una de ellas – siguiendo con sus protocolos -, me preguntó: ¿está seguro de que usted traía celular?, a lo cual le respondí que “Sí”, con una sonrisa calmada, mientras mi alter ego interno casi la aplasta, pero de alguna manera comprendí que la culpa de esa pregunta tan idiota, no era de ella.

En ese momento, me surgió un pensamiento en la cabeza: “miércoles, y si alguien lo tomó de despalomado y se sube al avión, con el celular prendido…; eso es un riesgo enorme”, y en ese momento llegó la gente de Opain, los señores Wilman Salgado y Andrés Cuesta, quienes de la mejor manera me preguntaron por lo ocurrido, y volvieron a hacer las mismas preguntas que ya había contestado, y llegamos a la misma conclusión: yo no tenía mi celular y de algún modo desconocido desapareció mientras yo pasaba el filtro 7 de seguridad del Aeropuerto El Dorado, en menos de 15 segundos.

Paso seguido, los dos señores me dijeron que esperara y que me agradecían por cómo me había comportado, y solo en ese momento me di cuenta de que nunca había gritado, ni regañado o insultado a nadie, pese a que me habían robado en las narices; lo cual seguramente pasó, porque de pendejo, seguía pensando que alguien lo había tomado por despalomado.

Me prestaron un celular y llamé al mío varias veces sin que nadie respondiera (y después me enteré de que otras personas también me llamaron en ese momento), y eso me hizo pensar que realmente fue un pendejo que se llevó mi celular de despalomado; más, cuando intentamos minutos después, el celular estaba apagado y surgió la obvia verdad: el despalomado era yo, que seguía pensando que alguien de pendejo había tomado mi celular y la verdad era que alguien me había robado.

En ese momento, me pasó un frío por la espalda, no por la pérdida del iPhone 7 plus, sino porque en el celular está el acceso a mis correos electrónicos, chats, redes e incluso apps bancarias, a lo que se sumaba mi cédula: básicamente ese malnacido ladrón, tenía acceso a toda mi vida en sus manos.

Afanado, preocupado, cansado, emputado con el gato, insolado y ahora robado; me sentí aplastado por las cosas, y es importante decir que cuando nosotros, las personas bajitas, nos sentimos así, el piso es mucho más cercano.

Los señores de Opain, Salgado y Cuesta, me informaron que habían imágenes de quién había tomado el celular y llamaron a la Policía Nacional; al poco tiempo llegó el patrullero Alcizar Rivera, quien se puso al frente del tema; pidió ver la foto y le dije que la persona era de una estatura normal, de pelo negro, de jeans, tenis blancos y chaqueta deportiva oscura, es decir, que era como miles de personas que había en el aeropuerto, pero él vio algo que nadie había visto y salió a perseguirlo.

Esto no era fácil, porque ya habían pasado unos 15 minutos y era muy posible que la persona se hubiese montado al avión y ya estuviera volando; ante esto, a eso de las 5:50, logré hablar con mi esposa y le conté todo lo que había pasado y respiré profundamente.

Comprendí que ya no viajaría y le debía avisar al cliente, y por eso me fui a la sala VIP de Avianca, donde les conté lo que me pasó, y por ser viajero frecuente me dejaron sentarme para entrar a internet.

Cambié las claves de todas mis redes, mis bancos y escribí en todas las redes sociales lo que me había pasado, en mayúsculas, para que a nadie lo fueran a timar escribiéndoles algo.

Mientras hacía todo esto, me llegó un correo de Apple diciéndome que mi celular estaba activo, y que la función de búsqueda y alarma se había activado; al comienzo no comprendí eso, pero después me enteré que fue mi esposa quien activó la función y técnicamente bloqueo el celular y lo puso en alerta. Abrí el correo y me di cuenta que el celular estaba en la pista de El Dorado y salí corriendo a mostrarle a los de Opain, los cuales en puesto de control 7, vieron el tema y me dijeron que por las cámaras de seguridad ya sabían quién podía ser, y que iba para Cartagena en el vuelo AV9756, y que salió por la posición 76… pero que cuando lograron darse cuenta de todo, el avión ya estaba carreteando; es decir, Apple y Opain encontraron al celular y al malnacido ladrón respectivamente, pero se nos había volado.

robo 2

 

robo 3

En ese momento me acordé del patrullero Rivera y lo llamé a su celular, y llegó inmediatamente y se comunicó con la Policía de Cartagena y les contó todo lo sucedido, para que tan pronto el avión aterrizará, lo capturarán y recuperaran el celular.

Entonces, quedamos quietos, debíamos esperar una hora a que el vuelo llegara y no podíamos hacer nada. Comenzó la ansiedad, el miedo y las ideas complejas que llenan la cabeza y no la dejan pensar, pero solo podíamos esperar. Volví a la sala de Avianca, y me senté a seguir con el tema de bloquear cosas y continuamente estaba tentado a decirle a Apple que borrará el celular, pero por algo no lo hice.

robo 4

A eso de las 9:00 a.m., Apple me mando un correo diciendo que habían prendido el celular en el Aeropuerto de Cartagena y que todos tenían razón.

Quedamos esperando a ver qué pasaba; hasta que las personas de Opain me llevaron a la oficina de la Policía Nacional en el aeropuerto, donde el patrullero Rivera me dijo que ya tenían el celular en Cartagena.

Descansé; después de una mala noche, una insolación y un robo, esa era una noticia que necesitaba oír.

Desafortunadamente las cosas salieron diferente a como esperábamos y el maldito ladrón se escapó, pero entre Opain con las imágenes y el video, y Avianca con el manifiesto de vuelo lo están buscando, para identificarlo y proceder con las cosas legales; porque como me decía el patrullero Rivera, una cosa parecida pasó hace pocos días, y en la Fiscalía no aceptaron la captura, porque no fue en flagrancia, ya que cuando capturaron al ladrón habían pasado cerca de dos horas del robo y pese a todas las pruebas y circunstancias, lo dejaron libre.

Rivera me contó que el celular se lo entregaron de manera anónima a un Policía en Cartagena, y que por eso no pudieron capturar a nadie, pese a que gracias a la llamada de él, lo estaban esperando para agarrarlo.

Ahora, a esperar que llegue el vuelo que traía el celular, que de una manera muy amable, me di cuenta que Avianca colabora continuamente con la Policía en diversos temas y por eso podían mandar la máquina como si fuera un paquete, por ser de un caso policial.

Me senté en la estación de Policía y sin querer terminé viendo todo lo que pasa en el día a día de ese punto, y en un momento dado, el querido, amable, servicial y dispuesto patrullero Rivera, se transformó en un Policía rudo y serio que interrogaba firmemente, con el Código de Policía en mano, a un taxista que después de cometer una infracción, atacó a dos agentes de tránsito, y conocí a un policía de esos que pensé que ya no quedaban: un servidor público, listo para ayudar, pero dispuesto a hacer uso de investidura de autoridad para hacer cumplir la ley.

En dos horas de espera vi lo del taxista, una extranjera que hizo una denuncia de robo, un grupo de jóvenes que andaban merodeando el aeropuerto y los detuvieron preventivamente, dos personas que le faltaron el respeto a la autoridad sin ningún miedo, e incluso una investigación por un posible pasaporte falso; en fin, estuve en esa estación viendo a los policías trabajar y comprendí que obviamente esta es quizá el punto de la Policía menos movido y con problemas más simples, pero que estas personas son profesionales que hacen su tarea, motivados y convencidos de que están revestidos de autoridad y que deben defender las leyes, y salí enorme y positivamente impactado de mi Policía Nacional.

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Cuando finalmente llegó el celular, nos enteramos que cuando el maldito ladron lo prendió, la maquina comenzó a sonar una alarma estridente y eso lo puso en alerta, lo que hizo que se pudiera volar, y que mi esposa le había dejado unos mensajes, donde le decía que lo tenían en fotos y videos, y que su mejor opción era entregar el celular. Al final lo que se perdió fue la cédula, que ya fue denunciada y eso evitará que se use para hacer alguna cosa.

¿Por qué cuento todo esto?, es un caso tonto, del robo de un celular, porque el dueño es un despalomado confiado, al que un ladronzuelo de poca monta y sin experiencia, le pudo robar la máquina.

Lo cuento porque en un momento donde pocos creen en el país, yo puedo decir que un ladrón no se pudo salir con la suya, porque la seguridad Vise del aeropuerto del filtro 7 que estaba de turno el 6 de febrero a las 5:30 a.m., los funcionarios Wilman Salgado y Andrés Cuesta de Opain, el equipo de cámaras de Opain, la Policía del Aeropuerto de Bogotá, la Policía del aeropuerto de Cartagena, Avianca y obviamente el patrullero Rivera, hicieron su trabajo de manera impecable, y colaboraron entre todos para evitar un simple robo de un celular.

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Gracias a Vise, Opain, Avianca, Apple y a la Policía Nacional, y en especial a Salgado, Cuesta y al patrullero Rivera; personalmente escribiré las respectivas cartas de agradecimiento y felicitación por su labor, para que si sus jefes tienen a bien, las anexen en sus hojas de vida profesionales y de servicio.

Esto fortalece mi fe en el país, en la gente, en los trabajadores, en la actitud de la gente, la disposición de hacer las cosas bien, porque vi como más de 20 personas evitaron que un ladro se saliera con la suya; quizá soy un caso en un millón, pero lo que viví ayer, me demostró que las cosas en el país están cambiando y que yo sigo siendo un inocente confiado despelotado.

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www.camiloherreramora.com

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