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Este año fui a ColombiaTex a decir que Colombia no “es ta´mal” y, aproveché para “decirnos” a los de la industria de la moda y, de paso a todos los que hacemos mercadeo, que debemos dar un paso más allá en el reconocimiento de las diferencias del consumidor.

Esta es una propuesta incómoda, porque me voy a meter con lo que ustedes creen y les voy a mostrar lo mismo que ven día a día, pero con otros lentes.

Cuando vemos una foto donde hay muchas personas pueden haber pobres y ricos, mujeres y hombres, viejos y niños, blancos y negros y, al final depende de las gafas que usemos para verlo: las rojas nos mostrarán cosas que para casi todos son malas, porque son las cosas que no deberían ser, como los violadores, ladrones y acosadores; con gafas azules, vemos cosas que para muchos están bien, como la familia tradicional, los hijos, los nietos, los abuelos; y en ambos casos habrá personas que no crean que todo es del todo malo: La familia como la conocemos para algunos no es lo mejor, como la pobreza no es culpa de los ricos.

(Grabación de la conferencia en ColombiaTex 2020)

 

Al decir esto, nos damos cuenta que algunas de las cosas que dije se volvieron incomodas, porque usted cree que la pobreza está mal, y que la familia esta bien, o cualquier combinación de estas afirmaciones. Nos es cómodo pensar que lo que creemos es lo correcto, sin preguntarnos si es verdad o no, y lo que he aprendido en el camino es que la verdad pura no existe y que la verdad cambia continuamente.

Las personas continuamente estamos insatisfechas; y por alguna razón que aún no he comprendido, cuando “algo” nos satisface plenamente ese mismo “algo” en un tiempo ya no lo hace.

Siempre queremos “más por menos”, y esta es una de las grandes premisas de la evolución y de la economía, porque se refiere a cambio, adaptación y mutación; no se si “evolucionamos” es un término que me incomoda, porque implica que mejoramos y eso no es necesariamente cierto. Así, creemos lo que nos gusta y estamos insatisfechos, lo que nos hace presas fáciles de quien quiera conquistarnos: Es muy fácil decirnos lo que queremos oír y prometernos más satisfacciones con menos esfuerzos. Y así la religión, la política, las empresas, el mercadeo, la moda y las nuevas tendencias juegan con nosotros.

Estas instituciones saben dos cosas adicionales de nosotros. La primera es que somos inconsistentes. No sólo porque decimos una cosa y hacemos otra (o que realmente no hacemos nada), sino porque creemos ser una cosa, cuando en realidad somos otra: Algunos se ven bellos frente al espejo, otros no. Unos se ven más gordos o flacos de lo que son, Y así sucesivamente.

Entonces, le hago una pregunta – a usted lector: Si uno es izquierda y 10 es derecha, ¿en qué escala se pone usted?

ubicacion politica de los colombianos

Fuente: ConsumerTrack RADDAR 2019

Ahora bien, al saber su respuesta, mire como respondieron los encuestados por RADDAR. Como puede ver, la mayoría no saben o no responden; lo cual es normal, pero difícil de interpretar, porque esto puede ser que no saben de que hablamos, no les interesa, no quieren decir y otras razones. En Colombia, los números son diferentes, ya que somos más de centro derecha, y mas o menos el 40 % no responde.

Más, lo curioso es que, cuando les preguntamos a las personas 3 grandes preguntas sobre izquierda y derecha, como aborto, religión, propiedad privada o subsidios, sus respuestas no tienen lógica, con lo que dicen ser. Así, muchos de los que se dicen de derecha, son de centro izquierda y muchos de izquierda, son de derecha…

Esto seguramente moleste a mas personas, porque la gente no quiere que la clasifiquen como lo que quieren o incluso dicen que “odian”, porque va contra su identidad: yo soy de derecha, pero apoyo el aborto, los subsidios, no voy a misa y creo que el estado debe controlar la concentración de riqueza; como diciendo, “yo soy hincha de Nacional, pero me encanta ver que nos gane el Medellín”.

Hago este símil con algo de maldad, porque sé que la política, la religión y el fútbol, tienen muchas diferencias, pero muchas cosas en común: en particular una, cuando se le pregunta a alguien por qué es de izquierda (o de derecha), católico (o ateo), o del Nacional (o del Medellín), muchos no saben responder inmediatamente y, si se le ofrecen 100 millones de pesos por cambiar de “bando”, no dejarían de ser lo que dicen que son.

Si yo le preguntará a su CMO: ¿Usted pondría una mujer en una publicidad de su marca?, seguramente me dirá que sí; ¿pondría un afrodescendiente?, “sin ningún problema”, me respondería; ¿pondría usted un transexual en su campaña?, con algo de valentía respondería positivamente; ¿pondría un sacerdote, un pastor, un imam o un rabino?, y su respuesta puede caer en un “quizás” pero nunca en un no; pero, si le pregunto, ¿pondría usted una persona de izquierda o una derecha en su publicidad?, es muy posible que el silencio sea largo.

Hoy fácilmente sabemos, reconocemos y respetamos lo que son nuestros clientes y nos enriquecemos con su diversidad, a menos que hablemos de política y religión, porque nos han enseñado que son temas vedados, pese a que sabemos perfectamente que la modelo más espectacular que la marca ha usado tiene una posición política y una creencia religiosa. No podemos seguir creyendo que segmentamos bien audiencias y consumidores por sus características propias, mientras nos hacemos los de la vista gorda al no reconocer las diferencias políticas; eso es básicamente una forma de segregación, de exclusión.

Como consumidores no somos de una sola cara, ni de dos como una moneda, o seis como un cubo Rubik, sino que somos mas parecidos a los dados de juegos de rol que tienen incluso de 100 caras, como lo somos nosotros: somos hijos, hermanos, novios, exnovios, amigos, conocidos, empleados, jefes, cómplices, tíos, primos, padres y hasta compradores y consumidores, a lo que se suma que somos hinchas de un equipo de fútbol, tenemos o no una religión y 4 de cada 10 personas en Colombia dice tener una posición política clara.

Curiosamente, todos tenemos un lado de cambio y uno de continuidad; al punto que muchos jóvenes liberales apasionados que quieren que todo cambie no permiten que se haga un uso indebido del idioma, porque este hay que respetarlo; y las personas mayores más conservadoras que uno puede conocer les encanta cambiar ir a conocer sitios nuevos.

Así, cada uno de nuestros clientes, compradores y consumidores tienen un interés en lo político y una posición política, así esta no sea como la teoría la definido, y por eso es cada vez más peligroso ser “políticamente correcto”, porque esto conlleva un riesgo enorme frente a nuestras audiencias, nuestros consumidores.

Es comprensible el enorme miedo a vincular las marcas con debates políticos, elecciones y más aún con la oposición o el apoyo al gobierno de turno, pero lo hemos hecho siempre: en cualquier hoja de un diario, revista, franja publicitaria en radio o televisión, hemos quedo metidos en una de esas situaciones, y eso no afecta a la marca, porque simplemente conviven en el mismo espacio público.

Estar presente en programas de opinión no es exponer a la marca, no estarlo es dar la oportunidad a otros y a la interpretación de nuestra ausencia. ¿por qué?, porque las audiencias cada vez más exigen que las marcas tengan un propósito, y por lo tanto una posición política clara, que no significa apoyar a verdes o colorados, sino tener una postura sobre los temas sociales, culturales y ambientales del día a día de nuestros clientes.

Esto me lleva a hacerles una pregunta: ¿sabe si sus consumidores son más de izquierda o de derecha?, siguiendo con la investigación del Estudio Mundial de Valores o, mejor dicho, del Estudio Colombiano de Valores, RADDAR, todos los días pregunta esto y fácilmente se puede saber que:

ubicacion politica y compra de moda

Fuente: ConsumerTrack RADDAR 2019

 

Estos datos evidencian muchas cosas importantes, como que la gente que compra una marca u otra tienen pensamiento político diferente y no es que la marca sea de izquierda o derecha, sino que sus compradores tienen una posición política.

Más curioso aún, es cuando se le pregunta a la gente que fue lo último que compró y cuáles son las marcas que más recuerda, y en la primera evidencia no se muchas diferencias, pero al meter las marcas, las cosas cambian de manera muy particular, dejando ver que las marcas están inmersas en el tema político, porque su consumidor es un agente político, que tiene opinión, que vota, que crítica, que siente, que cree y que tiene ideales.

ubicacion politica y redes sociales

Fuente: ConsumerTrack RADDAR 2019

 

Richard Dawkins hablando de las religiones en un vídeo TED decía (o dice, porque hoy por hoy, no sé cómo se conjuga el tiempo de un vídeo, lo que es un enorme tema para el mercadeo), que le parecía muy curioso cómo los sacerdotes al ver los enorme avances de la ciencia no comprendían que el universo y la vida era mucho más grande que lo que religión les decía que era, aceptando, de una u otra manera, que su “Dios” básicamente era muy mediocre, y por eso termina diciendo: “Ustedes ya no creen en Zeus o en Thor; yo solo soy un Dios más ayeo que ustedes”.

ubicacion politica y gasto

Fuente: ConsumerTrack RADDAR 2019

 

Reflexión que hoy aplica para el mercadeo sin mucha diferencia: si su marca es tan grande y relevante, ¿por qué niega todo lo que puede hacer?; a lo que algunos marketeros tradicionales puede decir que las marcas no son políticas, y esta afirmación se derrumba solo con recordar la campaña de Coca-Cola que decía “Soy el futuro del mundo, soy de Colombia la esperanza, soy la gente del mañana que por todos lados avanza… dennos un mañana y construiremos un mundo mejor”.

ubicacion politica y gasto en moda

Fuente: ConsumerTrack RADDAR 2019

 

Ya peleamos por el marketshare, el pocketshare y hemos comenzado a entender el timeshare, pasando de preocuparnos por las ventas de la competencia directa, a la comprensión estratégica del bolsillo de nuestros compradores, y comenzamos a entender las priorizaciones de uso que hacen de nuestros productos en su día a día, evolucionando de medirnos bajo la premisa de medir las marcas como “la más vende”, a ser “la preferida”, hasta llegar a ser la “más consumida”, y no necesariamente la más comprada o la más cara; lo que nos lleva a una de las preguntas más relevantes del momento es cómo captar la atención de las personas en un mundo con tantos estímulos, mensajes, imágenes, videos y audios, que hacen que hablar con alguien sin que mire su celular, es un hecho casi imposible.

Por eso, debemos conocer a nuestros consumidores, desde la observación de todos sus comportamientos, creencias y posiciones, y contrastarlo con lo que ellos creen que son, para entender la diferencia y no para atacarla.

La segunda cosa que las instituciones ha aprendido de nosotros es que nos encanta divertimos, el juego y ser parte de algo.

Nos encanta hacer deporte, es sano, jugamos, competimos, liberamos endorfina; Nos encanta bailar, es divertido, es rítmico, es sensual, es un plan de amigos; Nos encanta el sexo, es ejercicio, es placentero, es íntimo, es un baile y un juego a la vez; Por eso, nos encantan cosas como marchar; porque hay gente, identidad, baile, diversión, y marchamos para exigir y para felicitar, como se marchó contra el gobierno, y también se marchó a felicitar a la Selección Colombia de fútbol en 2014 o, a recibir al Papa.

Entonces, quiénes somos: Somos seres humanos, insatisfechos, que nos gusta que la verdad se acomode a lo que creemos y no al revés, queremos tener la razón, pero somos incongruentes y nos encanta pasarla bien. Por eso, continuamente buscamos el cambio, y ese cambio ha sido el gran motor de la humanidad.

Miremos que está pasando en Colombia, mirando la economía desde lo que gasta cada colombiano:

En 2019, compramos 105 cosas,
En 2018, compramos 100 cosas,
En 2017, compramos 98 cosas,
En 2016, compramos 99 cosas,
En 2015 compramos 100 cosas,
En 2014 compramos 96 cosas,

Lo que deja ver que tuvimos un problema grande…

gasto per capita y por hoagr

Fuente: Gastometría RADDAR 2019

 

Por mucho tiempo me he preguntado como explicar, ¿por qué la gente no cree en el cambio, si cambia continuamente?; como dice Daniel Gilbert, la gente no sabe predecir bien su futuro: cuando se le pregunta si va a cambiar mucho en 5 años dice que no, pero si se le pregunta, si hace 5 años era el mismo de hoy, inmediatamente dice que no. Lo que obviamente no tiene sentido.

Entonces hice el siguiente ejercicio: supongo que una persona comienza a ser el responsable por comprar sus cosas y tener que conseguir el ingreso para hacerlo a los 20 años; algunos serán antes y otros después y sin duda esto ha cambiado con los años, pero me la juego a esa idea: desde los 20 años, somos responsables por nuestro ingreso y gasto:

Para una persona que tenga 21 años, la cosas ha mejorado.
Para una de 22, no ha mejorado tanto
Para una de 23, las cosas han mejorado
Para una de 24, las cosas no han estado fáciles;
Para una de 25, en este país nada mejoro;
Para una de 30, las cosas están mejor;
Para una de 40, las cosas van mucho mejor;
Para uno de 50, las cosas son muy diferentes hoy;
Para uno de 60, estamos en otro país.

sensacion de cambio

Fuente: Purshasing Power Parity – PPT, Fondo Monetario Internacional.

 

Ese es el enorme problema de los choques económicos en las personas: al frenarse el gasto per cápita, más personas sienten y por ende creen, que las cosas van mal, bien sea porque no mejoran o porque desmejoran de donde están comparando y sin duda el dólar en Colombia es un buen ejemplo de esto.

A todos nos duele más perder algo que ya tenemos, que no tenemos más o ganamos, y por eso compramos menos, tenemos menos ingreso, tenemos menos subsidios o libertades, nos molesta, indigna, nos duele; básicamente sentimos que nos quitaron algo, sentimos que nos robaron.

Lo que nos lleva a los famosos datos, esos que nadie entiende: los porcentajes. Los economistas los usamos todo el tiempo y son una enorme trampa en la que caemos. Si usted va a comprar un jean por 200.000 pesos y sabe que al otro lado de la ciudad vale 100.000, ¿haría el viaje?, seguramente sí, porque puede comprar por menos y usar ese dinero para otra cosa (lo que no es ahorrarse 100 mil pesos, porque simplemente no los va a ahorrar, pero de esto no quiero hablar ahora); pero si se va a pagar la matricula de la universidad por 5 millones pesos en esta feria, y le dicen que la universidad, que es al otro lado de la ciudad, vale 4´900.000, no se mete ese viaje, porque no tiene sentido hacerlo por el 2 %, ya que en los jeans era del 50 %… pero son los mismos $100.000 pesos.

Así, los porcentajes juegan con nuestra mente, y si nos dicen que la pobreza bajo un 1 % en un año, pero sabemos que la población creció un 2 %, es obvio que hay más personas pobres, pese a que la tasa de pobreza haya bajado; y cuando nos dicen que el salario va a subir 49 mil pesos y que el año pasado subió 46 mil, pensamos que es mejor, pero al ver los porcentajes el año pasado subió 6 %, pasando de 781.000 pesos a 828.000 pesos, y este año también, llegando a los 877.000 pesos, subiendo la mismas tasa, pero más pesos.

Por esto, es fundamental que los economistas volvamos a hablar en español, para que la gente nos entienda y comprenda los números de la economía de una manera fácil y comprensible, como me decía mi buen amigo Fernando Ramos de ‘CNN’: explíqueme en 30 segundos en cámara, como le diría a su mamá que el Banco de la República subió las tasas y eso cómo la afecta a ella.

Que, si lo miramos con humildad, es lo mismo que debe hacer la moda, al decirnos que color usar, que tela es mejor y que marca es mas recomendable, porque la mayoría de las personas no saben ni de economía ni de moda, pero creemos que sabemos de ambas y opinamos todo el día sobre ellas.

Una cosa es cierta: hay menos pobres, pero la misma concentración de la riqueza; en Estados Unidos hay menos pobres y mas concentración de la riqueza, y esto es un buen debate porque asumimos que la concentración del ingreso y la riqueza es mala per sé; Cuba tiene mejor distribución de riqueza que nosotros y que Estados Unidos, y claramente no es que estén mejor que nosotros.

Que una persona sea pobre significa que no puede comer, que una persona no tenga tanto como otros no causa que no pueda comer; aunque suene duro e incómodo, así es; pobreza es peor que inequidad, y tan pronto se reduce la pobreza, el tema de equidad sube en la lista de prioridades de política pública, con un enorme reto, ¿Cómo lo financio?: muchos jóvenes quieren universidad gratis, porque consideran que el estado debe dar la educación, mientras que en su familia por lo menos un caso de admiración de un familiar que logro ser profesional trabajando y estudiando al mismo tiempo. Dejando ver que estamos en tiempos distintos y debemos estudiar esas diferencias.

Claramente queremos que las cosas mejoren, y si no pudimos darle universidad gratuita a las generaciones anteriores, podemos buscar la forma de dárselas a las actuales, pero ¿con qué recursos? Al final, todo gasto del estado lo pagamos todos, y dar universidad gratuita a 4 millones de jóvenes significa que la pagamos a una tasa mas o menos de 10 personas, que aportarían a la universidad de un joven, incluido ese mismo joven.

Colombia no es ta mal colombiatex 2020 from Camilo Herrera

(PDF con las diapositivas de la charla)

Entonces fácilmente sale el discurso de la corrupción, la ineficiencia del estado, del gasto en guerra y de los malvados empresarios, y acá me quiero detener un poco.

Voy a decir lo menos impopular de primero: la famosa corrupción de 50 billones no es cierta; lo que dijo el Contralor General de la Nación en 2018, es que proyectos que suman 50 billones y que tienen hasta 4 años ejecución se dieron fuertes hechos de corrupción, mangualas y coimas. Eso significa que la corrupción no es tan grande, pero si afectó proyectos de ese tamaño, pegándonos a todos, incluso por más de 100 billones de pesos, por el efecto multiplicador que tienen esos proyectos como la ruta del sol.

Esto nos lleva al estado ineficiente: nuestro estado es tan ineficiente que se ha reducido la pobreza, se ha aumentado el gasto público, aumentar coberturas en salud y educación, reducir mortalidad infantil, y aumentar nuestra esperanza de vida; no es tan fatal como pensamos.

¿Hay cosas mal?, ¡Claro!, ¿Las tenemos que corregir?, Urgentemente; hay partes del sistema de salud que han sido un desastre, pero otras, no, y simplemente decimos las EPS son malas, generalizando sin problema, como cuando afuera dicen que los colombianos somos narcotraficantes.

Sobre el gasto en guerra, hay una noticia que es dura que debemos recordar: no estamos en paz, no firmamos la paz; firmamos la paz con las Farc y eso va bien, pero no con el Eln, el narcotráfico, la explotación ilegal de oro, coltán o carbón, el robo de gasolina y miles de otros problemas; no podemos ser tan ingenuos de pensar que estamos en paz, y que solo a dos o tres años de firmado el acuerdo con las Farc, el dinero de la guerra se va a ir a universidades o salud, cuando aún estamos en guerra, o en conflicto, o con violencia, o como lo quieran llamar.

Debido a no comprender esto, es que estamos viendo las cosas solo de un lado y no lo más general posible: hay más lideres sociales asesinados, lo cual es un problema enorme para el país, porque son ellos los que defienden los derechos de los mas vulnerables, sin embargo, cada vez hay menos muertos en el conflicto, y eso muestra que las cosas están cambiando, y que debemos luchar porque cambien aún más. Imaginen que con el presupuesto de seguridad que tenemos no podemos proteger la vida de esos líderes sociales, ¿qué pasaría si lo bajamos?; claro, sé que es fácil decir que “eso es quitarle a los políticos que no los necesitan y dárselos a los líderes”, pero eso no es así de fácil, porque significarían muchas cosas complejas como: que los escoltas del senador se vayan a vivir a Tumaco, que el líder en Tumaco ande con un policía y sienta que lo están vigilando, que el senador quede desprotegido, siendo la representación de unas 20 mil personas y, que al andar el líder con escolta, no pueda hablar con sus bases…, no es tan fácil como decir pongan escoltas y quítenselas a unos, es un tema mucho más complejo.

Y por último, los malvados empresarios. En el mundo ha tomado carrera la creencia que las empresas son malas, porque concentran riqueza y han sido grandes responsables del cambio climático; lo cual sinceramente … es cierto. Entre más exitosa es una compañía, más dinero obtiene y hace más ricos a sus dueños, y entre más produce, inevitablemente más impacto ambiental va a tener, al pasar de producir 100 cosas a 1.000.

Lo que hace que muchas personas prefieran cosas nuevas, empresas nuevas, tiendas nuevas, propuestas nuevas, porque así esas no son las culpables de lo que ha pasado y son “más buenas” que las otras, porque muy posiblemente son más responsables en todo sentido, porque actúan bajo las normas de hoy, y no tienen un pasado de muchos años de errores y aprendizajes.

Sin embargo, esas malvadas empresas y empresarios son los que han puesto al país donde esta, y al igual que con las Eps o el narcotráfico, no debemos generalizar, porque muchas de ellas hacen la tarea día a día por ser mejores, y si muchas hacen eso, inevitablemente las cosas para todos van a ser mejores, así no lo aceptemos.

Hoy sabemos más que ayer, y por eso pedimos menos uso de combustibles fósiles, menos azúcares y menos harinas; pero también, hoy sabemos menos que mañana, y no sabemos si el litio de las baterías de los computadores serán un enorme problema de contaminación, el bajo consumo de azucares o carnes rojas afecte el aprendizaje de los niños, o que el comer menos harinas por el gluten, haga que más personas sean propensas a su alergia.

Por eso quiero cerrar este tema con un argumento simple: los ricos son los empresarios no las empresas. Las empresas son organizaciones que generan riqueza a sus socios, empleos, impuestos, bienestar, cambios y satisfacción a millones de necesidades, y por eso no debemos verlas como las malas del paseo, sino como las más ‘cool’ de todas.

Miremos el caso de sus utilidades. La gente escucha todos los días que Amazon es una empresa que vale US$797.000 millones, pero en 30 años, solo 3 años ha dado utilidades, como ocurre con Uber, Rappi o D1, todas empresas nuevas que cada vez valen más, pero esto a las personas no les importa tanto, porque son nuevas y les han mejorado la vida; y cada vez que dicen que las empresas son malas, incluyen a estas sin querer queriendo.

“Debemos ponerles impuestos a las empresas, para financiar nuestros derechos”, es quizá uno de los conceptos más curiosos de los pensamientos de algunos políticos de izquierda y derecha, que al revisarlo un poco se caen de su propio peso. Si el impuesto de renta pasa de 30 % a 35 %, lo que se piensa que ocurre es que si la empresa gana 100 millones, le debe dar 5 millones más al gobierno, y quitárselos a los accionistas, y eso es bueno porque causa redistribución; pero no es así, porque de todas las utilidades de las empresas, se reparten solo el 50 % de las mismas, porque en nuestras normas, se debe guardar el 10% de las utilidades como reserva legal, para que la empresa crezca y tenga con que pagar deudas, y los inversionistas no sacan toda la plata, porque es más barato crecer con ese dinero que ya se ganó, que pidiendo un crédito o subiendo precios.

Así, al subir impuestos, lo que pasa es que los accionistas reciben menos, la empresa se queda con menos, sus costos son más altos y suben los precios, lo que hace que debamos pagar más y por ende, recordarnos que lo que pagan las empresas en utilidades, realmente lo pagamos nosotros, y rápidamente nos podemos dar cuenta de cuanto pagamos todos en impuestos, frente a lo que el gobierno nos da, que hace que tengamos muchas cosas “gratis”, porque el gobierno recauda dinero de todos para todos, como en el caso de salud, educación y seguridad de los que hemos hablado.

Es fácil atacar a los que siempre han estado: empresarios, empresas, marcas, políticos, académicos, profesores, universidades y demás, porque si las cosas están mal hoy, en parte tiene que se culpa de ellos; pero si miramos con cuidado, gracias a muchos de ellos, hoy las cosas están mejor que antes y por eso podemos decir que sentimos que las cosas no están bien, porque sabemos que pueden estar mejor.

Al reducir la pobreza y firmar la paz con las FARC, sabemos que podemos mejorar la economía y reducir la violencia, y sin imaginarlo, porque es un hecho real: hay menos pobres y menos muertos, pero aún hay pobres y muertos, y tenemos el tiempo para darnos cuenta de hay otros retos como la equidad, mejor salud y más educación, es decir que podemos más, pero para eso, tenemos que dar todos.

Ahora la indignación está centrada con toda la razón en la inequidad y la muerte de los líderes sociales, hace unos años eran la pobreza y el secuestro, y afortunadamente los problemas han cambiado.

La pobreza duele, pero la inequidad indigna. Porque cuando alguien no puede comer nos duele a todos, pero cuando otros tienen más, eso no nos parece justo, sin importar porque tienen más. Y para seguir diciendo cosas muy incomodas, he estado revisando la lista de las personas más ricas en Colombia y me llevo la sorpresa que 8 de cada 10, se hicieron ricos en su vida, naciendo pobres o de clase media y llegando a ser multimillonarios, tumbando la idea que se requieren tres generaciones para salir de la pobreza. En nuestro sector hay casos claros, como Arturo Calle o Silvia Tsherazi entre muchos otros, mostrándonos que, si se puede, con trabajo, talento, disciplina, oportunidades y paciencia, porque la riqueza que se hace rápido, tiende a irse a la misma velocidad.

Entonces vayamos a las preguntas y datos finales; ¿Cómo va el país bien?, la economía crece más que el crecimiento de la población, el gasto crece por encima del crecimiento de la cantidad de hogares, el trabajo no crece tanto como necesitamos por la migración de venezolanos, el derecho a la vida se cumple cada vez más, y debido al envejecimiento de la población, el derecho a la educación requiere mejoras profundas y el derecho al acceso a salud es cada vez más difícil de cumplir.

Básicamente pasamos el año, pero con notas bajas y perdimos una o dos materias que, a diferencia del colegio, no podemos habilitar, porque no podemos revivir a los lideres sociales muertos ni a la gente que se quedo sin trabajo, donde en ambos casos los porcentajes ocultan los casos particulares, que son muy dolorosos.

¿Cómo va Duque como presidente?, es difícil decirlo desde la técnica, porque los números lo favorecen y en promedio va bien, pero tiene serios retos en lograr empatía con la población, en tener mejoras en la calidad de vida de muchas personas, en manejar las propuestas de los sectores de oposición y de lograr comunicar lo que ha hecho. Se le puede echar la culpa a los ministros, al congreso, a la oposición, a Trump, pero la verdad es que Él aún puede dar mucho más y para eso depende que nosotros hagamos lo mismo.

Por eso afirmo, que Colombia no va mal y que cada vez está mejor, sin importar en el gobierno desde el que se mire, pero Colombia solo estará bien, el día que cada uno de nosotros comprendamos que no depende del gobierno del momento sino de cada uno de nosotros; es el gran cambio que debemos dar: no pedir que las cosas cambien, sino cambiar para que las cosas cambien.

@consumiendo

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