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Aún no entiendo por qué me sé el número de Avogadro o de los principales ríos de Asia, en vez de saber cómo se debe leer un contrato, comprender una tasa de interés o incluso saber qué deberes y derechos tengo como ciudadano. Hoy creo que el colegio (y no digo mi colegio) me quedó en deuda.

En el colegio aprendí tantas cosas de cultura general, que fomentaron la sicosis de memorizar datos, pero poco me enseñaron a pensar, o a tener herramientas reales para la vida como el derecho, las finanzas, saber manejar, saber de ropa, de lavar ropa, de coserla e incluso me gustaría que me hubieran enseñado a cocinar y a bailar, pero se concentraron más en enseñarme cosas que nunca he usado y creo que ningún compañero mío tampoco lo ha hecho.

No quiero que mis hijos entiendan la historia de los Muiscas, y menos si se las cuentan como los indígenas que vivían antes que llegaran los españoles y los culturizaran.

En un país donde los ministros de educación no saben de educación y muchos maestros siguen enseñando que el sistema solar tiene nueve planetas, el futuro del país depende de la formación autodidacta que logramos en la vida, en esa gran universidad donde aprendemos a los golpes.

Dejen de pensar en promoción automática, procesos por competencias, áreas de indagación, y enseñen a los niños cosas que sean útiles para su vida, como escribir un contrato, manejar una tarjeta de crédito y a usar una lavadora, o de lo contrario, tendremos grandes letrados maltratados por los abusos de otros, pidiendo a gritos que alguien les ayude a lavar la ropa y sufriendo por el nivel de endeudamiento que tienen. Tanta teoría, nos deja con estudiantes en teoría útiles.

 

@consumiendo

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