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Alba es una paciente de 66 años de edad, con un diagnóstico de hipertensión. Desde hace seis meses, la EPS a la que está afiliada, Cafesalud, le negó una solicitud de traslado. Pese a que ella interpuso una tutela por vulnerar su derecho a la salud, la EPS continúa sin responder, mientras sigue a la espera de una cita con un especialista.

Alba fue una de las pacientes que, tras la liquidación de Saludcoop, fue trasladados a Cafesalud, en diciembre de 2015.

Ella fue diagnosticada con hipertensión, en ese mismo año, por lo que debe asistir frecuentemente a controles, además de tomar medicamentos todos los días. Pero, parece que para la EPS, su salud tiene que dar espera.

Para Alba, su “calvario”- como asegura- empezó cuando, al salir del primer control de hipertensión, no pudo reclamar sus medicamentos, pues estaban agotados en la farmacia de la EPS. Además de tener que trasladarse durante casi dos horas, desde su lugar de residencia en la localidad de Suba, hasta la IPS ubicada en el Puente de Guadua (por la salida de la calle 80) no pudo reclamar las pastillas, por lo que tuvo que comprarlas en una droguería particular.

Posterior al incidente, solicitó el cambio a otra sede, en la calle 138 con Autopista Norte. Sin embargo, allí no habían citas disponibles. También, lo intentó en la IPS de Bulevar Niza, pero el caso era el mismo.

Pero estos incidentes eran apenas el comienzo. Un día de junio, amaneció con una hinchazón en su pierna izquierda. Intentó pedir una cita prioritaria pero “no había agenda”, según palabras de los asesores del call center. Al día siguiente, el dolor era tan insoportable que no podía apoyar el pie, así que acudió a urgencias.

Siete horas tuvo que esperar para que la atendieran, en la Clínica Santa Bibiana, en Bogotá. Debido a la hipertensión que padece, el médico sospechaba que se podía tratar de un trombo; es decir, un coágulo de sangre que corría el riesgo de trasladarse a la cabeza, por vía intravenosa, y causar un accidente cardiovascular.

El especialista ordenó la toma de una ecografía doppler, para descartar esta posibilidad. Pero para la sorpresa de Alba, este examen solo se hacía hasta las 12 del mediodía. Así que, pese a la gravedad de su posible diagnóstico, debía volver al día siguiente.

Por fortuna, la sospecha de un trombo fue negativa, pero el médico, aunque lo consideró pertinente, no le dio orden para la consulta con un especialista.

 

El derecho a la salud, vulnerado…Y nadie responde

Pasaron ocho días a partir del episodio y Alba volvió a sentir una molestia en su pierna, pero esta vez en la rodilla. Volvió a urgencias. El médico de turno le ordenó una cita para el cirujano vascular.

El ciclo empezaba de nuevo, pues para la cita debió llamar cada día durante dos semanas y, además, esperar en línea hasta por una hora y media, para que la comunicaran con un asesor. Tras armarse de paciencia, la consulta quedó asignada un mes después.

Y la resonancia magnética, que debía tomarse con urgencia, también debía esperar; pues, por increíble que parezca, Cafesalud no tenía contrato con alguna IPS que realizara el procedimiento. «Inicialmente, me enviaron un examen con Idime, pero no había contrato y me tocó ir a central de autorizaciones, donde no hay turno prioritario, y esperar dos horas para que redireccionaran la orden», asegura Alba.

Al día de hoy, Alba continúa esperando el diagnóstico, mientras la EPS sigue empecinada en la negación de su traslado; y, pese a que la acción de tutela que presentó, falló a su favor, no ha sido acatada por Cafesalud.

La EPS no responde; la Superintendencia de Salud, tampoco. El juzgado le da la razón, pero nadie dice nada. Y Alba, como los 4,6 millones de usuarios trasladados por la liquidación de Saludcoop, es una víctima más del carrusel de la muerte de las EPS en Colombia.

Reflexión del día: ¿Cómo es posible una paz estable y duradera, cuando no se garantizan los derechos fundamentales de los ciudadanos? Solo para pensarlo.

 

En Twitter: @AnaLuRey

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