Hace poco leí en Instagram una publicación acerca de la ansiedad que genera el WhatsApp, junto a las etapas y los comportamientos que se presentan bajo este estado.
¡Me impactó verme reflejada allí!
La ansiedad que me genera este medio de comunicación ha sido parte de mi día a día desde hace mucho tiempo, sin embargo se ha presentado de manera tan silenciosa y desapercibida, que hasta el día de hoy le doy nombre y forma mientras escribo acerca de ella.
Voy a compartir algunos comportamientos inconscientes y repetitivos que encuentro en este ejercicio de auto-observación frente a la ansiedad por el WhatsApp:
- En las mañanas al abrir el WhatsApp y ver que tengo mensajes de audios por escuchar, es una de las principales razones para que se detonen los pensamientos ansiosos; ¿Será algo urgente?, ¿Necesitarán algo de mí?, ¿Es para un trabajo?… Decenas de preguntas van de un lado a otro. La ansiedad aumenta cuando se trata de un día laboral.
- Este comportamiento es un poco raro, lo debo admitir, pero últimamente cuando recibo un audio, le pongo seguro a la puerta de mi habitación para escucharlo. No entiendo por qué lo hago…ni siquiera me había dado cuenta que lo hacía. Una extraña vigilancia interna actúa en esos momentos.
- Ocasionalmente las respuestas de los mensajes se quedan en mi cabeza. Siento que es tanta la cantidad de mensajes recibidos y la información que circula en mi celular, que me convenzo que ya respondí el mensaje leído.
- Abro y cierro los grupos de WhatsApp sin leerlos para bajar el número de notificaciones que aparecen en la pantalla. Saber que tengo poco por leer me tranquiliza, y a la vez, no me salgo del grupo porque siento que estar allí me hace parte de la comunidad y del vínculo de amigos con quienes no quiero perder el contacto.
- Siento un ligero descanso cuando respondo los mensajes pendientes, sin importar si vienen de asuntos del trabajo o de amigos.
- Llega el fin de semana y no quiero ver mi celular, pero siento que si me desconecto del todo, algo está pasando. Desafortunadamente, esto ha cambiado la calidad de conversaciones que tengo con mi familia, amigos y las personas que más amo.
Contradictorios, inconscientes, adictivos y un tanto absurdos son estos comportamientos. Sin embargo, este ejercicio me permite traer esta ansiedad a la conciencia para poner un freno, estar más atenta y encontrar hábitos de uso que respondan a mi equilibrio, bienestar y amor propio, y que a la vez, me permitan disfrutar de los beneficios que me ofrece la herramienta.
También reconozco que no es que no me interese aquello que recibo por WhatsApp o que sienta rechazo alguno hacia los demás. Por el contrario, quiero acercarme y abrir ese espacio para sentir, escuchar, compartir y comunicarme con el otro. Solo que esta situación, a veces, nubla esa intención.
Quizás esta sensación la pueden estar viviendo muchos otros, y si es así, creo sería bueno hablarlo en equipos de trabajos y comunidades digitales para propiciar mejores ambientes laborales y sociales, sobretodo en este nueva etapa de teletrabajo y de interacción constante a través WhatsApp.
Paola A. León
Existe la posibilidad de silenciar un grupo específico, precisamente para evitar encontrarse con notificaciones diciendo que tengo 200 mensajes sin leer. Por mi parte, evito al máximo utilizar el Whatsapp para asuntos de trabajo. Prefiero utilizar la aplicaciones de oficina tradicionales que me permiten desconectarme más efectivamente después de terminada la jornada laboral.
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