Supongo que ese ¿honroso? primer lugar que desde hace años tiene la revista TV y Novelas como la más leída del país es codiciado por todas las demás publicaciones y, al parecer, el domingo pasado la revista Semana decidió emprender su camino para ocupar ese primer puesto publicando en su portada los problemas conyugales de Ingrid Betancourt y su esposo, tema muy importante, por supuesto, sólo para ellos.
Con un país que ocupa el tercer lugar del mundo en corrupción (pero el primero en felicidad y de pronto por eso prefiere TV y Novelas), que tiene a la capital llena de profesores furiosos marchando contra el gobierno y taxistas haciendo su propia ley en las calles, o regiones como la Guajira donde los niños se mueren literalmente de hambre en pleno siglo XXI, esta publicación que se ufana de tener a los columnistas más reputados y una cierta tradición investigativa, prefirió hablar de la separación de una pareja de esposos; curiosa elección.
Y presumiendo buena fe en la decisión editorial de publicar justo ese tema en portada, por encima de cualquier otro de los tantos que afectan a miles de personas, aunque aquí la ingenuidad podría ser más bien idiotez, lo que esto demuestra es que, así los grandes medios de comunicación hayan tenido por mucho tiempo la capacidad de poner a hablar a la gente de ciertos temas en vez de otros, a veces a conveniencia, en estos días la agenda de la ciudadanía no se limita a lo que a algunos quieren, o más bien a lo que quisieran ocultar.
Por el contrario, no son pocos casos en los que los temas de la ciudadanía empiezan a hacer parte de las agendas informativas de los medios y no al revés como era tradición. Y no se trata de adjudicarle poderes milagrosos a las redes sociales, como uno que otro «gurú» quiere hacerlo ver para luego cobrar caro por decir un par de obviedades, pero lo que sí es cierto es que los ciudadanos no necesariamente hablamos de lo que los grandes medios quieren que hablemos, porque la evidencia cotidiana supera muchas veces a cualquier agenda mediática, e incluso la devela en su mezquindad.
El mundo en el que estábamos confinados a conocer “la verdad” sólo a las siete de la noche en uno u otro noticiero, a leerlo en un único periódico y sólo hablar de las novelas de las 8 o las 10 ya no existe. Ahora cualquier persona con celular e internet puede subir videos que muestren cosas que no salen en TV, las novelas tienen que competir con miles de canales más o servicios de Internet y las posibilidades de acceder a la información son múltiples. Al parecer, ahora no tragamos entero, o de pronto sí, pero desde más fuentes distintas a las hegemónicas. Por lo pronto, deseémosle suerte a Ingrid en su divorcio… ppfff
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