El pasado domingo el administrador de la cuenta de Twitter del PSOE debió levantarse con el pie izquierdo. Tal vez estuvo de fiesta el sábado y durmió poco. Tal vez estaba todavía borracho de la parranda anterior. Tal vez se despertó de mal genio porque lleva semanas sin tener sexo, o tal vez se cabreó con el mundo y escribió lo que no debía:
El Partido Socialista Obrero Español (PSOE), después de haber sido derrotado en las urnas, se dispone a elegir un nuevo secretario general. Se presentan la ex ministra de defensa, Carme Chacón, y el candidato vencido, Alfredo Pérez Rubalcaba. A ellos hace mención la frase que procedieron a borrar rápidamente, pero que ya había sido guardado celosamente por los internautas.
Probablemente el error se deba a que a la cuenta de Twitter del PSOE tienen acceso demasiadas personas, y alguna tuvo segundas intenciones. Puede ser. Lo que es muy dudoso es que haya sucedido algo como esto:
¿Un hacker? Es casi como esperar que tu profesor te crea que el perro se comió el cuaderno con los apuntes. Se parece a la famosa frase «cariño, no es lo que piensas», cuando el marido regresa de viaje y ve a su mujer desnuda en la cama con otro. Gracias a tan absurdo conjunto de equivocaciones, durante todo el domingo el tema de burlas en la red social estuvo marcado por la etiqueta de #excusasPSOE.
Las bufonadas se extendieron hasta límites absurdos, con saña y regocijo por parte de los opositores políticos, pero también con la rabia interna de muchos afines a la izquierda española (entre los que me incluyo) quienes, decepcionados por la gestión del partido socialista durante los últimos años, ahora se debaten entre la impotencia y la rabia.
No es difícil de entender. Algunos creemos en la utilidad del socialismo bien aplicado dentro de la democracia, de la repartición de la riqueza dentro de la sociedad, de la ayudas estatales a los más necesitados, quienes creemos en las ventajas de la sanidad gratuita y de la educación pública, de un estado capaz de ponerle freno a la especulación en todos sus frentes, de una visión de sociedad en la que el dinero no es lo más importante, sino el bienestar de los ciudadanos que la conforman, donde se persigue a los evasores de impuestos sin importar su condición social, y donde la ley es para todos, con sus derechos y deberes, desde el más rico hasta el más pobre, desde el que es nativo hasta el recién llegado.
Y todo esto, que para muchos es el epítome de lo que debiera ser un partido socialista y obrero en España, ha sido traicionado por unos gobernantes que pertenecen a él, pero que se doblegaron al poder de los bancos, los lobbys, las multinacionales, los intereses de particulares adinerados, y la diplomacia de las potencias extranjeras. Con el estallido de la burbuja inmobiliaria, la llegada de la crisis económica y el terremoto financiero, salieron a la luz los verdaderos colores del partido que acaba de dejar el poder. Desteñido el rojo del PSOE, se parecía tanto al azul del partido opuesto, que resultaba casi imposible distinguirlos.
El recorte de derechos laborales, la subida de impuestos directos, las múltiples ventajas dadas a los organismos bancarios y la aquiescencia con las exigencias de las entidades financieras internacionales, hicieron que una situación de por sí mala, empeorara para la mayoría de la población española. No para los poderosos: el nivel de vida para la clase más alta sigue subiendo, la cantidad de millonarios en España continúa al alza como viene siendo la constante desde 1996, cuando llegó el PP al poder. La pérdida de la capacidad adquisitiva de los españoles de clase media se viene acentuando poco a poco. Y el vendaval del desempleo parece no tener fin.
El colofón fue el indulto a un banquero, procesado y condenado por malas, malísimas prácticas, días antes de que el PSOE dejara el poder. En ese momento, quienes votaron a Zapatero años atrás, y le pidieron con sus gritos en la calle Ferraz, frente a la sede socialista «no nos falles», se reían con amargura recordando esos momentos: «más bien tendríamos que haberle pedido que no nos folles«.
Por eso no es extraño que, al primer desliz, muchos aprovechen para reírse del partido caído en desgracia, que ha perdido no sólo el gobierno de España sino también el de la mayor parte de las capitales de provincia, de norte a sur de la península. A los votantes del partido azul, el de la gaviota, les da más o menos igual: no importa lo que hagan sus políticos, ellos siempre ficharán en las elecciones.
Pero el resto, los que seguimos creyendo en los valores de lo que debería ser el PSOE, nos sentimos heridos, decepcionados, y tristes. No porque haya perdido las elecciones, sino porque ha perdido el norte. Como decía el político catalán y republicano Francisco Pi y Margall, «Las convicciones políticas son como la virginidad: una vez perdidas, no vuelven a recobrarse.»
Lo más triste es que los políticos del partido, ésos que ahora se están disputando el mando, no tienen ni idea. No se han dado cuenta.
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La ideología distorsiona cualquier realidad. Poner a Noruega como país de izquierda es una aberración. Una monarquía no puede ser de izquierda si lo primero que hizo fue guillotinar a Luis XVI, a María Antonieta, y luego, asesinar al Zar con toda su familia.
Noruega es todo lo contrario de los postulados de la izquierda: su sistema económico es el capitalismo, respetan la propiedad privada, tiene poderosas multinacionales y bancos, pilares de la globalización de la economía, perfora y explota pozos petroleros en el mar, caza ballenas y fabrica y vende armas para la guerra.
Sus acciones conocidas de izquierda se reducen a ayudar a las Farc., lo que ningún bienestar produce a sus ciudadanos, y a colaborar con Hamas y sus flotillas de la Libertad, lo que ocasionó la tragedia en la isla de Utoya.
Tienen un nivel de vida muy alto porque han controlado la corrupción, porque apenas llegan a 5 millones de habitantes y, sobre todo, por ser el segundo exportador de petroleo en el mundo. Tampoco es que sean muy solidarios ni sociables, ni son socios siquiera de la Unión Europea, ni de la OPEP.
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«Tal vez se despertó de mal genio porque lleva semanas sin tener sexo, o tal vez se cabreó con el mundo y escribió lo que no debía» para hacer críticas a alguien no se necesita ofenderlos ni recurrir a esas bajezas, no se como los demás siguieron leyendo la columnucha despues de esas lineas
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Noruega se independizó casi al mismo tiempo que Colombia. Fue bastante pobre, incluso más que Colombia durante la gran depresión. Pero tras la II Guerra votaron a la izquierda, al partido laborista de carácter socialista y democrático. Y progrsaron mucho. La riqueza que tienen ahora proviene de la década de los 70, cuando descubrieron petróleo. Pero las bases sociales de una izquierda responsable permitieron que se inviertiera bien la nueva riqueza, haciendo del país lo que es hoy.
Gran diferencia con Colombia, donde más de un siglo de gobiernos elitistas de derecha han domesticado a la gente común, que piensa como piensa, y las pocas tendencias de izquierda han sido perseguidas hasta convertirlas en cadáveres o asesinos.
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Muy bien, Noruega. Una monarquia constitucional, con unos subditos muy bien acomodados desde tiempos inmemoriables, con el dinero suficiente para instalar el modelo socialista sin esfurzos. (Léase por esfuerzos: bomba, bala, cárcel, desapariciones, y demás vejámenes)—-Mientras los países latinoamericanos no tengan la cultura y el sentido común, necesarios para levantar estos ideales social-comunistas, desde cero y sin dinero de una corona,(sarcasmo) sus más fanáticos exponentes usarán de esta escuela de pensamiento convirtiéndola en mentira para lucrarse y dejar más empobrecido al pueblo. Los hilos de hierro de la derecha colombiana, se fortalecen no el abuso de sus exponentes (ojo, no los justifico), si no en la barbarie del brazo armado de la izquierda y en la incompetencia administrativa de su parte política, reflejada reciéntemente en el Polo Democrático y su traspiés en la alcaldía de Bogotá.
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La gran mayoría sigue aún pensando que los que gobiernan un país son los elegidos «democraticamente». Son un simple títere que sirve a unos intereses muy fuertes de lobbies extranjeros, económicos, de multinacionales, de banqueros y/o de linaje real.
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Noruega.
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La derecha se beneficia del contrato social más que el mismo proletariado, con todo y esto hace lo posible para incumplir sus estipulaciones. La izquierda es una quimera, los dirigentes siempre se dejan comprar. La desilusión política la compartimos muchos, así sea expresada con humor. Buen artículo.
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*gobierno de izquierda que haya alcanzado.
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Nombre un país, cuyo gobierno de izquierda no haya alcanzado sus ideales dejando una nación igualitaria, y de paso no haya violentado los derechos de sus ciudadanos, empezando por el fundamental: su libertadad.
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Los ideales de la izquierda democrática no son una quimera. Son los que permitieron los derechos de los trabajadores, la jornada laboral de 40 horas, el descanso y las vacaciones obligatorias, la seguridad social, la educación universal, la sanidad pública, las ayudas a los discapacitados, las pensiones para la tercera edad o las becas universitarias.
La izquierda democrática bien entendida y bien aplicada es lo que ha permitido el desarrollo social, educativo, comercial y tecnológico del siglo XX. La izquierda no es populismo, ni autoritarismo (de eso hay también en la derecha, dictadores ha habido de ambos bandos).
Es difícil de entender en Colombia, donde la izquierda se relaciona con la guerrilla asesina, que envenenó las consignas con sangre. Y donde la derecha es tan fuerte que maneja el país entero con hilos de acero.
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Los ideales de la izquierda son una quimera. Así lo confirman sus exponentes más oligofrénicos como el de Vzla, los tiranos como los de Norcorea, o en este caso, los de la real sociedad «primermundista» entiendase por cenicienta de Europa)española. Ni locos ni cuerdos han podido con ese modelo.
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En razón a su post, por eso es que prefiero (con una triste sonrisa) los partidos de derechas o conservadores, al menos ellos son sinceros en sus programas de joder al pobre y beneficiar al rico,
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