Tan lejos, tan cerca: día VI

Hoy tenía la expectativa muy arriba. Se presentaba «Everything Will Be Fine» con la que el ganador del Oso honorífico de esta la 65 edición de la Berlinale, el alemán Win Wenders, calmaba una sequía larga sin largometrajes de ficción. Él es uno de mis directores más apreciados en tanto que películas como Paris-Texas, Der Himmel über Berlin y, sobre todo, Farway, so close —con la que se ganó el premio del jurado en Cannes en 1993— marcaron época en mi vida.

Llegué temprano. No quería tener que pelear por una silla. Sí, estoy en Berlín y sí, se supone que con adultos, pero si alguien viera la estampida cuando abrieron la cadena para entrar a tomar los puestos… bueno, papel higiénico regalado en Caracas. Igual me ha tocado un puesto chévere. Cuando vi a la que se me sentó enfrente pensé nuevamente en la pelí de Wenders: tan lejos, tan cerca que si estiro la mano la puedo tocar y pedirle un saludo. Bueno, no me atreví.

Tan lejos, tan cerca, Audrey Tautou

Las luces se bajaron, ella se sentó, el sonido Dolby Atmos me rodeó. Las gafitas —porque es en 3D— y comenzamos. Tomás (otra vez James Franco) es un escritor que por culpa de una serie de malas situaciones entra en otra muchísimo peor: mata un niño. Situación que es tan fuerte que cambia la vida a la madre (Charlotte Gainsbourg) y al hermanito de este. «Mi película muestra un proceso de recuperación psíquica tras un trauma desde varias perspectivas: la del causante del accidente, la de la madre, y el hermano que perdieron al ser querido» Dijo Wenders.

Ángel de espaldas

Entonces cuál es el problema. Bueno, hubo varios que no ayudaron a que la película terminara de cuajar. James Franco nos comenta que su personaje es un «minimalista sentimental» pero para mí el actor sale haciendo lo que mejor sabe, como en la alfombra roja, aparecer apenas; porque su actuación resultó plana y hasta aburrida como bajo el efecto de sustancias. Además, el 3D —una técnica sobre la que el mismo Wenders se había referido definiéndola como idónea para Pina, pero no para todo tipo de películas— no le ayudó ni siquiera al físico de Franco y Wenders debío salir a decir en su defensa que «El 3D engrandece todo, también los sentimientos». A todo eso le puedo agregar que la economía narrativa que tanto se le valoró en Paris Texas, acá cojea… y no poco. Del ángel aquel hoy solo la espalda en Berlín.

«Al que no quiere se le dan dos tasas», ¡Ah! La maldita sabiduría popular. Me fui con los ánimos renovados, por unas costillas de cerdo barbecue y un café de Nariño, a la presentación de Violencia de Jorge Forero, la película nuestra que no había podido ver por ir a Knight of cups. Buena sorpresa que la sala se encontraba semillena y también que no hubo deserciones a la mitad. Pero el metraje me resultó en exceso predecible y no sé si se debe a que soy de allá. Y no digo que sea porque hable del tema de la guerra que tiene el país. Se seguirán haciendo películas de lo mismo así como los alemanes hacen películas del nazismo.

Monumento a los judios Berlín

Debo decir que a aunque a muchos de los asistentes no les gustó, hubo otros que aplaudieron y luego, después de que el moderador rompiera el hielo con la primera pregunta, se largaron a preguntarle sobre los significados del film —que se presentará en Colombia— al realizador. Otra vez tan lejos, tan cerca. La verdad es que me pasa con algunas películas colombianas que siento que aún estamos en el estadio de dar lástima, decir que nos faltan recursos, que todo lo hacemos con las uñas.

Es cierto que, no somos Brasil, ni Argentina o México, pero hay países que ya empiezan a copiar lo buenos de estos referentes latinos. Guatemala, Perú y Chile lo vienen demostrando. Nos toca seguro buscar otra mirada para mostrar este asunto.

Ve, ¿y entonces, qué toca hacer?

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