Para las universidades hay un reto muy importante cuando se enfrentan a la realidad de los empleos en la economía digital. Sobre el camino que lleva la virtualidad, se generarán nuevas necesidades y con ellas, nuevos roles que harán que, por ejemplo, ser generador de contenidos en Youtube sea menos un disparate y más una realidad laboral.
Tratar de responder la pregunta, “¿Cree usted que ser youtuber será la carrera del futuro?”, me generó inquietud.
Principalmente porque, como no soy un experto en el tema, aún no tengo una respuesta, pero también porque me dí cuenta de que la revolución digital puede hacer esto posible muy pronto. Una herramienta como Youtube es ampliamente usada por la población estudiantil, valorada por las empresas y es hoy en día, uno de los medios más usados para diseminar el conocimiento de manera masiva.
No se ha puesto en duda las posibilidades de esta red para el entretenimiento y el ocio, pero, aunque hay algún acercamiento al aprendizaje autónomo, aún no hay una visibilidad completa en la Educación. En esa plataforma he tenido la oportunidad de compartir mi experiencia en bases de datos y gestión de la información mediante algunos video tutoriales y aunque estoy lejos de considerarme un youtuber, tengo claro que generar contenidos de interés y consumir material educativo digitalmente, es un fenómeno cotidiano para una parte importante de la población, que lo aprovecha y utiliza para resolver muchas de sus necesidades de conocimiento.
Sorprende de quienes tienen éxito en Youtube (y en general en las redes sociales), su autonomía, su flexibilidad, su pasión por el emprendimiento y su interdisciplinariedad; habilidades que en la mayoría de los casos se desarrollan a través de la práctica y que son esenciales para un profesional. La necesidad de agrupar este conjunto de capacidades pondrá en crisis la idea del empleado tradicional: un individuo formado por años en una habilidad específica, experto en un área del conocimiento, que conoce a la perfección las minucias de una disciplina, pero cuyo alcance es limitado.
Los nuevos mercados laborales van a requerir perfiles que borren las líneas que separan las áreas del conocimiento y recibirán con los brazos abiertos a diseñadores–ingenieros, abogados–psicólogos, publicistas-youtubers o comunicadores-cineastas.
Dentro de la lógica de la virtualidad, en la que se desenvuelven las redes sociales, los individuos autónomos han florecido. Sin necesidad de contar con un título académico que certifique su experiencia, emprendedores de todo tipo han compartido sus hallazgos y experiencias y se han podido medir con personas que les doblan en edad y en títulos.
Esta realidad no puede ser ajena a la Academia. Nuestros estudiantes son ya parte de una dinámica que les está exigiendo una serie de competencias estrechamente relacionadas con la tecnología y que nos obliga a los educadores a prestar más atención a las plataformas no tradicionales de adquisición del conocimiento y a preparar a los estudiantes para tener éxito en ellas.
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