No es la primera ni la última vez que un cobro orientado a los carros genera gritería en los ciudadanos. Por muy justificado, estudiado, demostrado que sea, a nadie le gusta que le cobren por lo que antes era gratis. Y siempre que se genera un cobro a los carros, se genera una polarización política y se erige una gigantesca fila de detractores que usan argumentos que varían desde lo ultra-técnico hasta lo ultra-grosero. Pasó en Singapur, luego en Londres, después en Estocolmo y ahora pasa en Bogotá. Mejor dicho, entramos a las grandes ligas del transporte ahora sí.

El cobro que propone el Distrito por no tener pico y placa es una medida que se categoriza en la literatura técnica como un instrumento de gestión de la demanda. Palabras más, palabras menos, eso quiere decir «cobrar a la gente que va en carro para que no lo usen tanto». La minucia está bien descrita en VTPI, en SUTP, en BID y en muchas otras páginas web con siglas raras que describen estas medidas altamente impopulares pero igualmente efectivas. Péguense una leída de cualquiera de los documentos y artículos que aparecen ahí y tal vez saldrán un poco más instruidos al respecto.

Y sí, hay toda una argumentación bien lógica sobre la relevancia o lógica de “cobrar por contaminar” y si eso es realmente lo que hay que hacer o si más bien se deben realizar otro tipo de intervenciones. En transporte, siempre se dice que hay que mejorar el transporte público, generar esquemas de regulación e información al usuario, y en general crear condiciones adecuadas para que la gente decida bajarse del carro para montarse a aquellos modos de transporte que son realmente sostenibles. El problema es que, a pesar de que se hacen esas cosas (véase la historia del transporte de Bogotá desde el primer mandato de Mockus hasta hoy, y todo lo que han mejorado las condiciones para movilizarse en la ciudad), todavía siguen incrementándose los viajes en modos insostenibles. Por eso, como bien lo dicen los holandeses que argumentan por qué se incrementó el uso de la bicicleta en su país, hay que cobrarle más a quienes usan los carros.

Entonces puede ser que lo mejor sea ver los argumentos típicos que esgrimen los defensores a ultranza del automóvil, en particular las críticas a la idea del Distrito de cobrar por no tener pico y placa:

– «Es una medida que golpea a la clase media»: No, siempre y cuando el dinero recaudado se utilice para mejorar las condiciones del transporte público o no motorizado, no tendría por qué golpear a nadie excepto a quienes usan de manera irracional el carro. De hecho, ni siquiera está golpeando a nadie, sino que le está cobrando por usar las vías, de la misma manera que un panadero cobra a un cliente por el pan.

– «Yo ya pago impuestos»: nadie ha dicho que no. Pero alguna vez se ha preguntado, amigo lector, ¿a dónde van a parar esos impuestos? (no van a las vías, por si acaso). Se ha preguntado, además, ¿sí serán suficientes sus impuestos para pagar la construcción y mantenimiento de las vías que utiliza? (por si acaso, no alcanzan ni para pavimentar la vía de acceso a su barrio). Entonces sí, usted paga impuestos pero no alcanzan. Haga cuentas y no diga que ya paga por sus vías porque no es cierto. Lo que paga por sus vías es primordialmente la valorización (que pagan todos los que tengan predios, tengan carro o no). Y sí, la sobretasa también paga pero el recaudo principal es la valorización.

– “El pico y placa no sirve”: ¡Pues no! ¡Es una super chanda! Es tal vez una idea peor que la Pizza hawaiana (ver mi opinión aquí, aquí y aquí Y aquí)! Pero mientras ustedes, los ciudadanos y sus representantes los Honorables Concejales, aprueban las cosas que sí sirven como liberar la tarifa de parqueaderos y cobrar peajes urbanos, toca usar instrumentos más tenues como este relacionado con el pico y placa. Entonces si no está de acuerdo con el pico y placa, avíseme para recoger su firma para aprobar el cobro por congestión o la liberación de tarifas de estacionamientos. O para pasarle una cuenta ajustada de la construcción y mantenimiento de las vías que no ha pagado.

El argumento subyacente para el cobro por uso de vías es que los usuarios de los automóviles no están pagando los costos reales por su uso, ni las externalidades de dicho uso, ni han estado cerca de hacerlo en casi todo el mundo. Eso es un error y hay que corregirlo. Pero de la misma manera como era inaudito en 1950 prohibir a la gente fumar en un avión o ser dueño de un esclavo unos siglos atrás, es ahora inaudito cobrarle a alguien que maneja un aparato de dos toneladas a una velocidad mayor a 50 kilómetros por hora y quemando combustible para transportar sus carnes de setenta kilos hasta su oficina mientras engordan, estresan, arriesgan y emputan.