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Durante el último año y hasta hace un par de meses estuve enamorada de la misma persona. Por supuesto, con los respectivos micro-períodos negación e ira contenida, pero con la convicción mal orientada de saber que todos los demás estaban equivocados y que yo tenía la razón porque de alguna manera, valía la pena. Cuando se cierra un ciclo y uno comienza a evaluar la posibilidad de que tal vez haya sido solo un capricho, empezamos a entender también que una cosa muy diferente es superar una tusa y otra, sobrevivir a una persona. Yo soy una sobreviviente.

Y tal como sucedió cuando conté que me había enamorado de un hombre casado tiempo atrás, el autoproclamarme como una viuda sin cadáver a quien llorarle atrajo una cantidad desmedida de mensajes solidarios y de confesiones tipo Querido Diario contándome que me entendían y se unían a mi causa porque habían pasado, o estaban pasando, en el momento por una inconsolable tusa.

Pero, ¿qué es una tusa? Pues bien: en mi lenguaje carente de cualquier respaldo idiomático y sin que la RAE venga a cobrarme los derechos, puedo decir que la tusa es ese estado físico-psicológico-mental-financiero-socioemocionalen el cual una persona hace conciencia ridículamente tarde de lo mucho que le gusta estar con otra persona y anhela tener un reloj al estilo de Benjamin Button para devolver el tiempo y hacer las cosas exactamente al contrario de lo que hizo. Así evita que la persona en cuestión encuentre razones para abandonarla en ese letargo incómodo, colmado de contradicciones y gástricamente doloroso que los hace cometer las siguientes estupideces:

  1. Dedicar canciones por teléfono.
  2. Poner canciones en Facebook y creer que el (la) susodicho (a) entiende el mensaje.
  3. Emborracharse cada fin de semana para adquirir valor y poder dedicar dichas canciones por teléfono o para llamar a media noche balbuceando un montón de incoherencias que van del insulto a la súplica y viceversa.
  4. Publicar mensajes de autoayuda, canciones corta venas y cualquier otro signo de debilidad implícita en redes sociales.
  5. Pensar que es cierto eso de un clavo saca otro clavo cuando lo único que saca un clavo es el anverso de un martillo.
  6. Escribir quince desvaríos creyendo que alguno va a interpretarse como debería.

Las mujeres, quienes al parecer tenemos una glándula segregando tusanilina 24/7 al lado de los ovarios, nos hemos convertido sin querer en las grandes expertas del tema gracias a esa creencia equívoca sobre el desinterés de los hombres y la victimización recurrente que nos atribuyen. Sin embargo, en mi ejercicio reciente de vivir el duelo con total y desbocada intensidad, sin dejar un solo cabo suelto, con todas las lágrimas derramadas a plenitud y los escritos catárticos listos, consolidados y guardados en los baúles del drama, me encontré con un personaje que, al mejor estilo de Dante en La Divina Comedia, tuvo que pasar por el purgatorio y bajar hasta el infierno para salir a flote en medio de las tormentosas aguas de la tusa que le produjo una mujer cuyo comportamiento errático en vez de alejarlo, lo tumbó de bruces en el pavimento y lo aferró a ella de una forma que ni él mismo, al calor de la taza de café que me invitó ese día, podía explicar.

Balbuceaba. Me parece estar viéndolo en este momento, con su bonita sonrisa y sus hoyitos en las mejillas, daba vueltas en círculo tratando de entender en qué momento los papeles se cambiaron y la insistencia de ella pasó a ser la insistencia suya y la necesidad de ella se convirtió en propia, así como sus angustias, sus miedos y sus batallas a muerte en contra del olvido y las malas interpretaciones. Tal vez fue cuando ella dejó de ser esa muchacha agradable para convertirse en un NO con piernas y brazos, o tal vez cuando él dejó de prestar atención a las nimiedades de su aspecto o de su atuendo para ver que era ella en su mismidad la que le movía el piso como el peor de los tsunamis.

Yo lo escuchaba con atención mientras me bebía la historia a sorbitos de café y me reía ante la contundencia de su revelación. No la conozco, pero sé que es valiente, porque gracias a su relato pude saber que ella le remó con toda el alma mientras él aprovechaba los instantes, los vivía a plenitud y era feliz sin meditar sobre el futuro de esa relación. En cambio ella caía en el eterno error de las mujeres que pretenden verse maduras y actuar de manera consecuente con la situación mientras les crujen las tripas por tenerlo cerca y ponerle un título en la frente sin importar cuál sea: novio, amigovio, tinieblo, marido, amigo con derechos, papá de los hijos, etc., etc., etc. Pero creo que también él es valiente, porque conoce el sabor del duelo y no le da pena probarlo y lo que es más osado: compartirlo conmigo y permitirme acompañarlo con un desvarío. Eso lo convierte, indudablemente, en un sobreviviente, como yo.

No somos nosotras las dueñas del drama ni las víctimas de los desamores, eso no tiene filtro, afecta por igual a los dos géneros y cada uno tiene su manera de vivirlo. Al final del café nos reímos y si no le di las gracias, se las doy ahora porque sé que me está leyendo. ¿Mi duelo? Ahí va, cada vez es menos. Tal como me dijo otro amigo por estos días, ya no sé exactamente a qué lugares quisiera regresar, pero lo que sí sé, es que nada dura para siempre: ni el amor, ni la tusa, ni el duelo, ni el guayabo, ni las lágrimas. Afortunadamente para mí, las letras como la miel, no tienen fecha de vencimiento.

Facebook: Erika Ángel Tamayo

Twitter: @eangelt

Blog Personal: Desvariando para variar…

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PERFIL
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Escritora pero financiera. Financiera pero ingeniera. Ingeniera pero escritora. Mi pasión son las letras y la carga de emociones que permiten transmitir. Me encanta compartir lo que escribo porque sé que algo bonito siembro en la vida de quienes me leen. Actualmente tengo un blog con la mayoría de mis escritos poético - romántico - dramático - trascendentales [http://eangelt.blogspot.com] y he publicado un par de libros de manera independiente: La Mujer del Vampiro (novela) y Preludio del Paraíso (poesía y narrativa).

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Hace rato escribí una entrada en este blog sobre cómo robarse(...)

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Esta entrada viene a cuento después de leer la siguiente caricatura. Me gustan mucho algunas caricaturas. Click para ampliar.

Supongo que no ha sido únicamente la literatura, sino la ciencia en general, o la imagen que de ella se tiene, la que sin proponérselo ha creado falsas expectativas sobre el futuro posible. Expectativas de una vida sin dolor, de una vida tan larga como se quiera, llena únicamente de paz y tranquilidad, o por qué no, de emociones fuertes pero controladas. Y con futuro posible, estimado lector, me refiero a ese futuro que usted y yo muy probablemente veamos y vivamos, no el de los nietos de sus nietos.

En la literatura no es muy difícil encontrar ejemplos de lo anterior. Como quizás el lector sepa, desde Julio Verne hasta Isaac Asimov, pasando por el genial H. G. Wells, se cuentan por decenas los escritores de ciencia ficción que por una u otra razón dedicaron gran parte de su producción a imaginar 'extensiones' del mundo en el que vivían, un mundo que en algunos aspectos se parece mucho al que descansa (o sufre, según algunos) bajo nuestros pies justo ahora. Es así como desde hace más de cien años se espera con ilusión la llegada de los carros voladores, los dispositivos de teletransportación y los viajes a colonias humanas o extraterrestres en otros planetas.

No siempre el problema es que todo esto sea o no posible; el problema es cuánto se demorará su masificación, si es que se logra. Ejemplo clásico: Hoy en día se puede construir un carro que 'vuele', que con algún sistema de propulsión (una hélice, una turbina) se mantenga suspendido en el aire o se desplace a velocidades sobresalientes sin tocar el suelo y sin ser del todo un avión. Es posible; se ha hecho. Lo complicado sería cambiar todos los carros del planeta por estos vehículos, adaptar las normas de tránsito a esta nueva situación, y (lo más difícil, creo yo) capacitar a los nuevos conductores, que lejos de aprender parqueando el auto de sus tíos en reversa, una vez al volante serían dueños de poco menos que misiles tripulados, algo que me da miedo. Cosas así.

Ejemplos como el anterior se encuentran por arrobas; dentro de ciertos límites, quizás ya existe la tecnología que permite muchas cosas antes sólo imaginables (¿no están cansados de leer y ver programas sobre 'los objetos salidos de Star trek'? Yo sí). La prueba de que el arte no es completamente responsable de meternos estas ideas en la cabeza es que no todas las historias de ficción en el futuro auguran situaciones bellas. Como no he leído mucho, siento que los ejemplos en el cine son mucho más numerosos que en la literatura. Muchos directores han soñado distopias, palabra en inglés que se podría definir como 'mundo futuro, probable y decadente'. Así las cosas, Blade Runner, Total Recall y Waterworld, con perdón de los cinéfilos, son distopias, pues prometen un futuro difícil, violento, con la humanidad reducida a la pobreza, la discriminación y la enfermedad. Nuevamente, ese es sólo un punto de vista; al otro lado tenemos cintas como I, robot o Minority report, quizás un poco menos pesimistas, que muestran cómo ciertos avances agigantados de la tecnología (y no completamente ajenos a las posibilidades actuales) podrían resultar verdaderamente beneficiosos para la humanidad.


El caso de Inteligencia Artificial me parece más razonable. Uno diría, después de pensarlo un poco, que Spielberg (al igual que Saramago) intenta mostrar las dos caras de la moneda; un mismo mundo en el que convive la felicidad verdadera con la decadencia completa, y el viaje de un personaje de un lado a otro. Siempre me ha llegado hondo el hecho de que existan tantas opiniones sobre algunos temas, tantos puntos de vista y a veces todos tan diferentes. ¿Es posible aprender algo de todo esto? Pues... quizás, si antes de creer en algo decidimos echar un vistazo al otro lado de la hoja, si antes de tomar una posición ciegamente escogemos abrir nuestras posibilidades y dedicar un poco de receptividad a quienes opinan algo opuesto a lo corriente, lo cómodo, el mainstream, quizás podamos aprender algo que no sabíamos, o caer en cuenta de cosas que ni siquiera imaginábamos.

dancastell89@gmail.com

PD1: Esta otra caricatura también me parece buen; es orgullosamente geek... así es la vida. Y viene muy a cuento. Se llama xkcd y la dibuja un ex trabajador de la NASA, para que se hagan una idea.



PD2: Si creían que hay verdades que absolutamente Todo el mundo cree, échenle un vistazo a la página de los creyentes de la tierra plana. Eso demuestra que todos los temas tienen por lo menos dos caras, (siempre) obviando, claro está, la validez de cada una.

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Por: Diana Bernal   Desde el inicio de la civilización humana(...)

6 Comentarios
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  1. Mis queridos despechados - Desvariando para variar | Blogs El Tiempo

    […] que en el pasó número uno recomendaron la lectura de uno de mis textos del año pasado: El fantasma de la tusa. Pero lo cierto es que cuando escribí ese artículo, estaba un poco más interesada en contar la […]

  2. Totalmente de acuerdo, excepto por una frase en el último párrafo. Las palabras tienen género (masculino o femenino). Las personas tenemos sexo (masculino o femenino). Y no nos debe dar pena escrbirlo, por mucha tusa que tengamos. Algo bueno queda, además de la tusa.

  3. Gracias Erika, ese escrito es de lo mejor que haya leído en mi vida, especialmente en cuanto a describir, definir e incluso aliviar mi propio duelo, mi propia tusa. Te saluda un romántico perdido que va a devorar todo lo que pueda encontrar de tí en tus escritos, porque ahora mismo siento que mi alma nació también en tu alma. Bendita tusa, bendito sentimiento este! Podríamos escribir libros y llenar blogs y disecarnos el alma, pero volveríamos a hacerlo, porque ese rechazo, esa forma en que nos responden, nos duele, nos duele mucho, nos hieren sus palabras, pero nos duele más su indiferencia. Y sin embargo, por mucho que nos duela, duele menos que pasar cada día siendo solamente nosotros mismos. Por favor considera esta mi solicitud de entrada a tu club, Erika.

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