A PROPÓSITO DE NUESTRAS FIESTAS PATRIAS
“No saber lo que ha sucedido antes de nosotros
es como ser incesantemente niños” Cicerón.
¿Qué fue y qué significó el memorial de agravios escrito por Camilo Torres en 1809? ¿Por qué hasta hoy muchos Cartageneros sostienen que su ciudad fue pionera en la independencia por encima de Santa Fe de Bogotá? ¿Cuál era el recelo de los pastusos con Bolívar, que llevó incluso al escritor José Rafael Sañudo a escribir una anti-biografía sobre El Libertador (Estudios sobre la vida de Bolívar)? ¿Por qué entre 1810 y 1815 existieron mas de 10 constituciones provinciales en el territorio que hoy llamamos Colombia?
Si puede responder a una o a varias de estas preguntas, tal vez sea porque usted es un versado historiador, un amante de la historia patria, un inquieto ratón de biblioteca o tal vez simplemente tuvo la suerte de tener en su formación un profesor que mas allá de enseñarle una historia de bronce, de héroes y fechas, le invitó a pensar críticamente la historia de su país…
Este corto artículo, mas que un lamento por la eliminación de la cátedra de historia de los pensum colegiales, es una reflexión que pretende invitar a repensar la necesidad de rescatar una enseñanza crítica de la historia que incite a pensarla más que a repetirla.
Hoy por hoy cuando se celebra el aniversario 204 de un proceso llamado independentista, bastaría con preguntar a nuestros estudiantes, ciudadanos e incluso docentes, qué tanto saben sobre tales fenómenos que cambiaron en su momento la historia nacional. Sin embargo, para aquellos que consideran que tales aseveraciones son exageradas e incluso infundadas, los invitaría a revisar una encuesta realizada por el latinobarometro 4 años atrás, en el marco de las celebraciones bicentenarias, en la cual se buscaba medir el grado de conocimiento de los ciudadanos sobre sus fiestas patrias. Tal sondeo posicionaba a Colombia en el penúltimo lugar con un 35% de aciertos, frente a un 71% de Chile y un 63% de Argentina, quienes ocupan el primer y segundo puesto de una lista de 17 países, en la que Colombia tan solo superaba a Nicaragua.
(Latinobarómetro: http://www.latinobarometro.org/documentos/LATBD_LATINOBAROMETRO_INFORME_2009.pdf).
Actualmente me atrevería a afirmar que las cosas no deben haber cambiado mucho. He ahí el reto para un gobierno que comienza hoy un nuevo periodo y que deberá pasar de las palabras a los hechos en cuestiones de transformación educativa, pues hablar de paz y promover decretos para institucionalizar cátedras sobre el tema no resulta suficiente.
Educar para la paz implica conocer quiénes, cuándo, cómo y donde se ha gestado la construcción del Estado Colombiano, aprender de los errores del pasado y revivir aquellos momentos que dieron lugar a un país con valor y perseverancia para superarse en medio de las dificultades.
Pero la cuestión va muchos mas allá de conocer acontecimientos centenarios, pues para algunos estos tal vez carezcan de valor y sean hasta anticuados para las nuevas generaciones. No obstante, bastaría con preguntar a estos apologistas: ¿Qué tanto sabemos hoy sobre nuestra historia reciente?
Actualmente lidero un proyecto que busca crear una estrategia pedagógica para que no solamente eruditos sobre el tema puedan acercarse a una mediana compresión del conflicto nacional. Lo triste de todo esto es que al cuestionar a diferentes estudiantes de secundaria, universidad y a múltiples ciudadanos sobre la historia reciente del país, en su mayoría, sus respuestas tienen como referencia primaria las narconovelas que promueven nuestros masivos medios de comunicación.
Columnista invitado
Mauricio Albeiro Montoya (Profesor universitario y filósofo)
Correo electrónico: mamv82@gmail.com
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