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Plebiscito: a pesar de lo establecido por la Constitución y la ley 134 de 1994, sobre los mecanismos de participación ciudadana, que no hace referencia a un umbral mínimo de participación o carácter de vinculación del mismo, el segundo “legislador contemporáneo” en Colombia, la Corte Constitucional, al hacer el respectivo control sobre el proyecto de ley estatutaria que regula el plebiscito para la refrendación del acuerdo final entre el Gobierno y las FARC, declaró exequible lo concerniente al umbral aprobatorio del 13% del censo electoral (4.514.801), aunque expresó que solo tendrá el carácter de vinculante para el Presidente de la República, no para los demás poderes del Estado.

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Mínimo de votos que asegura el gobierno con los clanes políticos de ciertas regiones del país, buscando hacer más alcanzable el mismo y evitar contratiempos de última hora para conseguir votos en las grandes capitales del país que quizás, pueden ser más escépticas en torno al acuerdo, en tanto la mayoría de actos criminales, terroristas y abusivos de las guerrillas y Fuerza Pública, ha sido en la zona rural donde el Estado tiene presencia mínima.

En mi opinión, el mecanismo adecuado para refrendar el mismo debió haber sido el referendo, que tiene criterios más estrictos de votación (“el pueblo tomará decisiones obligatorias por medio de la mitad más uno de los votantes, siempre y cuando haya participado una cuarta parte de los ciudadanos que componen el censo electoral”), así como la opción del voto en blanco.

La pregunta: ¿Apoya usted el acuerdo final para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera?: 100% política sin rigor legal alguno ni consecuente con lo que existe detrás de la misma. Se trata de preguntarle a los cerca de 34.000.000 millones de personas habilitadas para votar si están de acuerdo o no con el acuerdo de 297 páginas entre el Gobierno y las FARC, ojo, no se trata ni de la terminación del conflicto ni de una paz estable y duradera, simple demagogia y romanticismo en el uso del lenguaje por parte de los actores del mismo.

Amenaza castrochavista: el acuerdo entre las partes no implica ni la claudicación del Estado a los intereses comunistas o socialistas de Cuba o Venezuela ni tampoco existe la posibilidad de ver a Timochenko presidente, por lo menos, de manera automática como lo pretenden hacer ver algunos. Se abre la posibilidad de ver a miembros del grupo guerrillero en la política, lo que no implica que en unos años, si pretenden llegar al poder, deban salir a las calles en busca de los votos que les permitan lograr alcanzarlo, como bien lo hizo Gustavo Petro en Bogotá o Antonio Navarro Wolff en Nariño, ambos miembros del M19.

El presente argumento es el instrumento de miedo y manipulación mediática que utilizan aquellos que pretenden hacer creer a muchos que un país con manejo capitalista y neoliberal en materia económica, educación, salud, seguridad, etc, está ante una amenaza política de extrema izquierda.

26 de septiembre la paz hecha realidad: falso, se logró llamar la atención de la comunidad internacional a solo 8 días para que los colombianos salgan a votar, simplemente, se montó la obra de teatro necesaria para terminar de convencer al pueblo de que no tiene más opción, es votar si o si a los acuerdos, con tan solo 1 mes para analizar lo pactado y leer el acuerdo de 297 páginas, en un país donde difícilmente se lee más allá del Facebook y el Twitter.

Presidente Santos, porque tomarse la molestia de entregar el acuerdo pactado a las Naciones Unidas, presidentes y delegados respectivos y hacer un evento de tal magnitud en Cartagena sin tener el respaldo popular en el plebiscito, bueno, es simplemente, su manera de hacer política, demagogia populista, que no dista mucho de la de sus detractores, infundir miedo a través de amenazas y mentiras.

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