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Hace poco escuché una conferencia muy relevante y conmovedora. Aunque tengo mis reservas sobre las teorías de la psicología de la felicidad, el conferencista explica su versión de la felicidad de manera clara. La felicidad es la alegría que sientes mientras alcanzas tu potencial, dice. Esta descripción de la felicidad es mi favorita de todas las que he visto hasta ahora. Primero que todo, involucra la alegría, un sentimiento que considero honesto y hermoso. Como el conferencista Shawn Achor dice, somos capaces de experimentar alegría inclusive en situaciones difíciles. Es tan poderosa que puede travesar la incomodidad, el dolor y la tristeza. Podemos sentir alegría cuando estamos tristes, al perder algo amado o en los dolores punzantes del trabajo de parto. Este no es el caso del placer, un estado que comúnmente confundimos con la felicidad. El placer es momentáneo y como tal, su naturaleza es pasajera. Aferrarnos al placer nos trae muchos problemas. Por el contrario la naturaleza de la alegría es ligera y flexible, pero al mismo tiempo firmemente afianzada en el alma. La definición también hace alusión al proceso, es decir que la felicidad no es una meta o un destino sino un trayecto. Lo que veo en mi propia vida y en la de los demás es que todos estamos en un camino, no importa la edad que tengamos o el oficio que ejerzamos. No he conocido a nadie vivo que ya haya llegado a algún lado definitivo, solo veo que todos nos desplazamos a distintos ritmos por un trayecto que a veces tiene obstáculos y otras veces parece despejado.

La charla de Shawn Achor habla sobre investigaciones científicas en temas vitales para nuestra evolución y supervivencia como especie. Todos deberíamos asimilar lo que la ciencia ahora confirma: no somos víctimas de nuestros genes. Por décadas la ciencia dijo que nuestros genes eran nuestro destino y nuestras manos estaban atadas. Ahora la ciencia dice que la felicidad es una elección que hacemos todos los días, aun en situaciones difíciles. Nuestro genes tienen la capacidad de alterarse al no expresarse, lo que significa que aunque tengamos una predisposición a algo, nuestra conducta tiene la capacidad de hacer que el gen se manifieste o no.

Estos mensajes son muy importantes porque cambian el discurso que ha sido una creencia colectiva por décadas. Una creencia nefasta porque nos quita una faceta valiosa en la condición humana, nuestra capacidad de elegir y crear sobre nuestros destinos. Somos poderosos y por ende responsables. Para muchos puede sonar miedoso que la responsabilidad ya no sea de malos genes heredados o de una crianza menos que satisfactoria. La culpa no la tienen nuestros padres o el mal gobierno. Podemos elegir apreciar lo que tenemos y agradecer por nuestra vida, elegimos vivir desde la gratitud y no desde la carencia. La verdad es que si tenemos la responsabilidad y lo asumimos con valor y compasión, podemos hacer milagros.

Coach de Nutrición
Institute for Integrative Nutrition

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