Ingresa o regístrate acá para seguir este blog.

New-Year-2018-640x400

Comienza el año y todos hacemos todo tipo de promesas. Decimos que vamos a hacer tantas cosas. Este es el año que vamos al gimnasio y nos ponemos las pilas con la comida. Eso decimos. Las resoluciones que hacemos tienen sentido, sabemos que nos harían bien. Sí, hacer ejercicio, meditar y mejorar la alimentación, pueden ser exactamente lo que necesitamos. Pero no lo hacemos. 
 
Te voy a dar mi opinión sobre por qué fracasan las resoluciones. Al parecer, casi nadie las cumple, por más sentido que tengan.
 
Primero lo primero. No tenemos tolerancia por la incomodidad que surge con los cambios. Creamos la cultura de la gratificación instantánea y pagamos un alto costo por ello: no sabemos cómo tolerar el malestar. Cambiar es disruptivo y al mínimo asomo de resistencia, cortamos la intensidad. Dejamos de hacer lo que íbamos a hacer y creamos todo tipo de argumentos mentales para justificarlo. No hay cambio sin acción consistente. Punto.
 
Segundo: Nuestras resoluciones son demasiado amplias. Decimos que vamos a comer mejor. Pero esto es tan abstracto que la mente no sabe qué hacer. Es mejor comprometerse con algo específico y sencillo y cumplible. Si la meta suena ridículamente simple, mejor. Asegúrate de cumplir tu palabra. Haz lo que prometiste que ibas a hacer y verás cómo la reputación que tienes contigo misma se torna solida y leal.
 
Tercero: No revisamos constantemente el por qué de nuestras resoluciones. ¿Qué hay detrás de tus metas? Es un ejercicio paralelo que da vida a los procesos de cambio. Los acompaña cuando cambiar parece una tarea imposible. Visitamos las aspiraciones profundas que yacen detrás de nuestros esfuerzos y que son la gasolina cuando todo parece una tarea fútil. Los anhelos profundos no son los kilos que queremos perder o la comida más balanceada, o la apariencia deseada. Es más un lenguaje del corazón, es la emoción que nos mueve. Es lo que sentiremos, la alegría, la abundancia, la libertad, el gozo. Eso es lo que hay detrás y mueve montañas.
 
En todo caso, te propongo que revises cómo ha sido el comportamiento de tus resoluciones y qué tanto se han cumplido tus metas. Si no ves resultados, cambia tu método. Revisa qué quieres y qué necesitas y compromete con el proceso. Cambiar te enseña sobre paciencia y sobre el propósito de vivir; verás todo lo interesante e insondable que reside en tu capacidad para transformarte. 

Para más artículos de interés, visita:
www.francamaravilla.com

Compartir post