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santosmockus.jpgLo que hoy es noticia para unos, otros ya lo sabían desde hace 59 años.

Juan Manuel Santos ha dado cumplimiento a su destino manifiesto, y en breve será el presidente de Colombia.

Los miembros de la mesa de trabajo de El Blogotazo, que hacían parte de esta última camada de pitonisas, y muy fieles a su estirpe depresiva dominical, siguieron los adelantos de la jornada electoral por radio y televisión, sin cumplir con su deber ciudadano de sufragar.

El balance es como sigue:

Además de ‘fortalecer la democracia’, la segunda vuelta cumplió con la  función de hacernos perder y padecer a los pobres colombianos del común cientos de miles de millones de pesos, decenas de días, y millares de horas inútiles de discusión, debates y campañas. Con todo y el mencionado futuro pronosticado por el oráculo del delfinismo, hubo quienes creyeron que era una primicia anunciar a las 5 en la tarde de ayer que Santos era el elegido.

Por principio el ‘país político’ y ‘el futbolístico’ juegan en canchas distintas. No obstante, y después de la predecible y aburrida victoria de Brasil en el Campeonato Mundial de Fútbol frente a Costa de Marfil, ya no quedaba más que resguardarse y prender el televisor para reírse del cubrimiento.

Desde el primer boletín estaba claro que, en contra de los vaticinios optimistas de los ‘Chocolockus con Mockus’ los santistas no se iban a confiar, ni tampoco pensaban amilanarse por la tormenta o por el balompié. Y salieron. Y votaron.

En las transmisiones estaban los mismos y las mismas de cada cuatro años. Claudia, la ultraderechista, preguntando tonterías, un poco empastelada con los monitores ‘touch screen’ dispuestos en el ‘set’. Los analistas diciendo obviedades. Cada uno desesperado por salir del trance electoral y cobrar su cheque por los honorarios de la faena. Y ya Santos era el ganador. Sin embargo, para no alargar el viacrucis de Claudia y de sus invitados en estudio, había que esperar a que Antanas hablara.

Para cuando los invitados se iban quedando sin tema, aprovechando las pausas comerciales para buscarse en sus Blackberries -vía Google- cosas nuevas qué decir, el derrotado candidato se pronunció, felicitó a quien una semana atrás era el objeto de sus ataques y sostuvo en forma literal que ‘los partidos como el suyo no estaban para acabarse, sino para tener continuidad’. 

Tal vez Mockus sufrió de amnesia transitoria producto de la tristeza al olvidar que su Partido Visionario de unidad zanahoria -establecido unos años atrás- se disolvió al término de las elecciones en las que también fue perdedor.

El megalómano docente colombo lituano reconoció la importancia de las nuevas tecnologías web 2.0 para su campaña (en particular la de Twitter y Facebook), pero sobre todo la del telepronter, moderno avance de las telecomunicaciones, gracias a cuya implantación, por fortuna, el ex alcalde se salvó de hacer un segundo ridículo nacional con sus mantras bosquechispazos de la primera vuelta. No obstante, tal dispositivo no bastó para impedir el ridículo aleteo de manos por parte de todos los miembros de su bancada.

Ya con la derrota admitida los conductores de cada espacio hicieron cambio al Coliseo Cubierto El Campín. Casi todos los involucrados afirmaron erróneamente que esta era la primera celebración de victoria llevada a cabo en este lugar. Para la muestra una prueba. La historia es un círculo.

Así las cosas, el vocero oficial de la campaña Santos Presidente, Germán Santamaría, pudo -a pesar de sus evidentes dificultades para el habla- balbucear su agradecimiento al país por el apoyo y tartamudear algunas de las ideas que habrían de ser expuestas en pocos minutos por el vencedor. Si la claridad en los planteamientos habrá de ser la misma durante su gobierno, creo que podremos sumar un renglón más a nuestra agenda cotidiana de preocupaciones.

Es de aplaudir la capacidad de reacción de los canales RCN y Caracol, quienes, empero la larga intervención y el insufrible acento de Clara Rojas al ser entrevistada, lograron mantener sus altos niveles de sintonía, con semejante ‘handicap’ a cuestas.

La cuota picante corrió por cuenta de Carlos ‘Ricostilla’ Calero, maestro de ceremonias de la fiesta santista, lo que desde ya se constituye en un hecho premonitorio de la seriedad y la categoría que habrán de rodear al venidero mandato.

Me pregunto en qué diablos pensamos los colombianos al escoger como imagen de una celebración política seria o de un reinado nacional de la belleza a alguien cuya identidad está asociada al de un mantecoso y malsano caldo artificial a base de cadáver de res.

Lo contrataron, quizá, para confirmar, que 100 colombianos dicen que «quieren a Santos como primer mandatario». Algunos nos preguntamos si su aparición se debería a que durante los próximos años el país entero habrá de darse «duro contra el muro», o si acaso la primera ejecutoria de don Juan Manuel en el solio presidencial será la nacionalización de las plantas productoras de Ricostilla, al estilo Chávez, o su anexión a la canasta familiar.

Si la Asociación Colombiana de Locutores aún contara con el peso que alguna vez tuvo, la licencia de Calero debería ser revocada inapelablemente por dicha agremiación, en pro de la dignidad de quienes ejercen este bello oficio con profesionalismo.

El 84% del discurso de Santos estuvo dedicado a Álvaro Uribe Vélez, en una muestra de gratitud sin par, apelando a frases refraniles del tenor ‘trabajo, trabajo y más trabajo’. Cada cierto tiempo resaltaban los vítores al próximo presidente, sospechosamente similares a los que el pasado 30 de mayo, quizá contratados por el célebre JJ Rendón, gritaban la arenga aquella de «A mí no me pagaron. Yo vine porque quise».

Simón Gaviria, fiel heredero, no sólo de la casta política de su padre, sino también de su chillona voz y de su inmerecida suerte, tuvo el descaro de ponerle el pecho a toda la nación para congratular al ganador, aún después de haber manchado para siempre su carrera al proponer el absurdo cambio de nombre de nuestro Aeropuerto Eldorado.

La ambientación musical en la fiesta de La U, contó con la diversidad de un repertorio ‘crossover’, interpretado por ciertas figuras anónimas del tropipop, el vallenato y ciertos ritmos autóctonos. Suponemos que algunos de los asistentes quedaron defraudados, pues entre sus esperanzas estaba la de disfrutar de un concierto gratuito de ‘La Fina’ Fonseca, de Alfredo de la Fe, o de la otra de las estrellas que adhirió a la campaña del alborozado político.

De destacar los versos de la canción oficial aquella del ‘Cachaco Berraco y con ilusión’ en la voz de Jorgito Celedón. Aparte de las hordas de lagartos que hicieron presencia, subiéndose al ‘coliseo de la victoria’, hay que resaltar la actitud vergonzante de quienes ocultaban sus rostros al ser ‘ponchados’ por las cámaras, como si estuvieran afrontando un proceso por abuso de menores en un tribunal oscuro de Paloquemao.

El análisis polítiquero de Néstor Humberto Martínez, permanente deshonra para la memoria de su talentoso padre y quien de seguro debió haberse ajustado una millonaria suma por sus desatinados comentarios, no contuvo nada que merezca reproducirse, aparte de la reconocida fórmula aquella de ‘unas elecciones pasadas por agua’, figura retórica que además de socorrida, es una clara prueba de sus limitaciones intelectuales.

Darío Arizmendi dedicó al menos una hora del día a halagar el señorío y la elegancia de la hoy electa primera dama de la nación, temática trascendental sobre la que versaron la mayoría de sus comentarios precedentes y subsiguientes a la intervención del alborozado Juan Manuel.

Tutina vestía una fina chaquetilla estilo Hernán Zajar, profanada por un enorme aplique con la horrorosa y siniestra U de su partido. ¡El pobre Zajar debía estar sufriendo angina de pecho y preinfarto al contemplarla! Ello contrastaba en forma lamentable con el atavío del vicepresidente Angelino Garzón, en apariencia fabricado por alguna agremiación vallecaucana de panificadores empeñados en desacreditarlo.

Ya un tanto cansados y sin tener nada más qué decir, muchos de los invitados a las mesas de trabajo de la prensa, radio y televisión, tuvieron la ocurrente, original y sensata iniciativa de reconocer que Santos ‘se había preparado durante toda su vida para ser presidente’. Respecto a lo anterior no hay ninguna duda por parte de nuestro pueblo, pues nadie discutiría que desde la cuna el personaje en mención sabía que iba a serlo, tal como también debieron saberlo a su manera y en su momento Andrés Pastrana, o el ya mencionado Simón El Mago.

Los encargados de la producción del evento hicieron dos milagros dignos de ser reconocidos.

El primero fue el de convertir en fotogénico al antiestético Coliseo Cubierto El Campín, cuyos techos están sin pintar y plagados de goteras desde los tiempos en que Pluto le lanzaba al público bolas de tenis durante los espectáculos de Walt Disney World On Ice.

La situación fue fielmente imitada por los vástagos de Santos al portar balones de fútbol en sus brazos, durante la conferencia heróica. En suma, desde que el sagrado escenario fue entregado en comandita a la Misión Carismática Internacional, su aspecto, capaz de hacer llorar incluso al más descorazonado de los bogotanos, no lucía tan remozado.

El segundo, el de conseguir lo que no han logrado ni siquiera los avezados ingenieros de sonido de la legendaria banda del metal progresivo Dream Theater, ni los responsables de la acústica de la presentación de Gustavo Cerati, hará menos de dos meses, en nuestra capital.

Esto es, hacer que todos los asistentes alcanzaran a oír con claridad los sonidos que emanaban de las cabinas y torres dispuestas para la amplificación del discurso de victoria. Para terminar reproducimos las palabras de Santos, al citar a Franklin Delano Roosevelt cuando decía que «el arado de la democracia sólo puede ser efectivo si es tirado por tres bueyes de similar tamaño: Un Congreso, un Ejecutivo y una Justicia fuertes». Bien lo sabe el presidente electo Santos, pues los tres cuerpos colegiados, sin duda, llevan años comportándose como bestias.

POST SCRIPTUM: En este preciso instante se reúnen Juan Manuel Santos Calderón y Álvaro Uribe Vélez para aquello del empalme. ¡Cómo si fuera necesario empalmar alguna cosa entre dos mellizos que se conocen de memoria! ¿No estarán más bien, libando, para celebrar el mutuamente beneficioso triunfo?

 
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