El anuncio de la paz desde el corazón del conflicto
El día del histórico anuncio del acuerdo de paz entre el Gobierno y las FARC yo estaba en un lugar remoto del Bajo Cauca con la Misión de Apoyo al Proceso de Paz de la OEA. La Misión ha estado en Colombia por 12 años por invitación del Gobierno. Su trabajo es monitorear y acompañar las políticas de paz. Tiene 15 oficinas regionales permanentes; todas hacen misiones regulares de monitoreo en áreas afectadas y remotas del país. Ninguna organización internacional conoce Colombia mejor que la OEA. Ellos usan la información y observación que colectan para ayudar a informar y orientar la política del Gobierno. El Reino Unido ayuda a financiar la Misión.
En el lugar hablamos con población civil, policía, militares, líderes comunitarios, indígenas, grupos afro descendientes y víctimas del conflicto. Muchas de estas personas viven en condiciones muy difíciles. Muchas de las comunidades han sido desplazadas, algunas, más de una vez. Vivieron bajo la amenaza de ataques por parte de tres grupos armados. En algunos lugares los grupos impusieron toques de queda. A pesar de años de esfuerzos las comunidades siguen sin tener posesión legal de sus tierras. Las oportunidades de tener una vivienda digna son escasas, en muchas áreas la actividad tradicional es la minería artesanal pero esto ha sido suspendido por la mecanización, en su mayoría informal, los dos procedimientos altamente dañinos para el medio ambiente. La tierra es muy fértil pero en ausencia de decenas de vías cuesta más llevar los cultivos al mercado que lo que cuesta venderlos allí. Hay escuelas, pero pocos servicios de salud. Poca o ninguna presencia de policía, Fiscalía o cortes.
La mayoría de las personas con las que hablé están a favor del acuerdo de paz. Como es entendible y dado hasta ahora las negociaciones han terminado, ellos no conocen los detalles y lo que significa para sus vidas y sus comunidades. En concreto, ellos celebraron que las FARC han aceptado el cese al fuego. Pero, y qué pasa con los demás? Y qué pasa con los espacios desalojados por las FARC? Las prioridades de las comunidades de diferentes mezclas étnicas de esta región fueron muy consistentes: seguridad, propiedad de la tierra y acceso al mercado.
Hablar con estas comunidades mientras veía algunas imágenes en televisión de la finalización del acuerdo en la Habana y la alocución del Presidente a la nación fue un momento dramático. El acuerdo de paz es un momento histórico. El Presidente Santos se merece un gran crédito por el coraje y liderazgo que ha demostrado. Por supuesto que el acuerdo es controversial. Hacer los compromisos necesarios con un movimiento armado violento que ha cometido terribles actos es difícil de aceptar. Pero desde el corazón del conflicto las personas con las que hablé fueron claras en que el acuerdo de paz ayudará. Sin embrago, en lo que también fueron enfáticos fue en que este acuerdo de paz es sólo un comienzo. Ellos son víctimas no sólo del conflicto armado sino de décadas de ausencia del Estado y de la falta de inversión significativa en infraestructura social o económica.
El acuerdo de paz debería abrir la oportunidad para que el Gobierno atienda los problemas de falta de desarrollo y la grave desigualdad con renovado vigor y efectividad. En esto ellos tendrán el apoyo total del Reino Unido y, estoy seguro, toda la comunidad cooperante internacional.
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