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Reseña crítica de Barbie de Greta Gerwig y Oppenheimer de Cristopher Nolan

Twitter: @jeroriveracine


Por obra y gracia de los memes de Internet, uno de los grandes momentos del cine internacional que recordará a 2023 es el fenómeno «Barbenheimer», algo que no se le ocurriría a un cerebro del mercadeo pero que, después de pasar por las redes sociales, se convirtió en una gran tendencia que, a la larga, terminó afectando positivamente la recaudación de dos películas completamente opuestas: la Barbie, de Greta Gerwig; y Oppenheimer, de Cristopher Nolan. Lo divertido de ver un hombre de sombrero y mirada sombría paseando en el coche rosa de la Barbie, sonrientes huyendo de la bomba nuclear, es casi una metáfora de lo que significan hoy las redes sociales: el mundo en donde todo puede ser mezclado, tergiversado, trasgredido y burlado sin mayores consecuencias. Al montón de espectadores que fueron a ver alguna de las dos películas por el ruido de las redes sociales se suma, por supuesto, el de aquellos que conocían la breve pero significativa filmografía de la actriz y directora Greta Gerwig (Frances Ha, Lady bird, Mujercitas) y un grupo más nutrido de fans de Cristopher Nolan (Memento, Batman the dark knight, Inception, Interstellar).

La película de Nolan recupera la tradición del director frente al manejo del tiempo. Haciendo uso del blanco y negro alternado con el color, el director nos cuenta la película en dos momentos diferentes: antes y después de la explosión y de esa forma divide la cinta en las causas y las consecuencias de tan polémica invención. ¿Salvar la humanidad destruyendo a muchos civiles inocentes? ¿el fin justifica los medios? el gran dilema moral queda plasmado a lo largo de toda la película y el foco en un par de personajes magníficamente interpretados por Cillian Murphy y Robert Downey Jr propicia también la reflexión ética sobre la inutilidad de la guerra y los intereses a los que sirve.

A partir de allí se estructura una historia en la que se representan las tensiones entre políticos, militares y científicos, con sus propias agendas e intereses más allá de las anónimas víctimas que solo aparecen como fantasmas para atormentar a quienes aún tienen un atisbo de conciencia en medio de una confrontación bélica de enormes dimensiones.

Nolan logra con su película retratar el proceso de creación de la bomba y el desarrollo del controvertido proyecto Manhattan a través de la personalidad de su director, representado como un hombre brillante, egocéntrico e irreverente y a cuyo alrededor se congrega un grupo de científicos entre los que se destaca, como no, Albert Einstein, para promover la reflexión sobre los efectos del desarrollo de la ciencia cuando esta se pone al servicio de la aniquilación.  Visual y sonoramente es una película soberbia y, aunque se ha criticado el uso excesivo de la música, yo reivindico esta saturación como parte del mensaje de la película en donde un hombre atormentado se acostumbra a vivir escuchando voces y ruidos en su cerebro. Además de su potencia narrativa, que logra mantener la tensión en tres horas de película, es toda una experiencia sensorial del horror.

La película está inspirada en el libro «Prometeo americano» y una de las pistas de su significado está en la frase del inicio de la historia en la que se hace referencia a aquel hombre que robó el fuego de los dioses para darlo a los hombres, el problema, en este caso, es que ese fuego sirvió para matar a muchos humanos inocentes. Después de la que, tal vez, es su más floja película, Tenet, Nolan se reivindica con un drama político bien contado, estructurado en tres actos muy claros (el tercero es el más fascinante) y con una potencia visual inigualable (fue filmado para salas IMAX).


En el caso de Barbie, cuando supe que se haría una versión en live action supuse que se montaría a la tendencia de Disney de reencauchar el universo animado, pero me generó una gran curiosidad saber que una muy reconocida directora de cine independiente, con claras ideas feministas, llevaría a la pantalla a un ícono de la representación estereotípica de la mujer.  Así las cosas, este proyecto me generó una gran curiosidad. Debo decir que el balance no es muy positivo, pues aunque comparto el fondo de las ideas que transmite, creo que lo hace de una forma bastante obvia y llena de contradicciones. 

La crítica al patriarcado y a su ridícula forma de representar el mundo tiene mucho sentido y es adecuada la forma en que se aprovecha el papel secundario de Ken como un juguete que siempre está en segundo plano (ya se había planteado en Toy story) para caricaturizar a un patriarcado bárbaro e infantil que está muy asociado a la cultura de la década de los 50’s pero cuyos residuos permanecen hasta hoy.  Sin embargo, este mensaje poderoso de empoderamiento femenino palidece ante las formas, con un discurso panfletario en el que todo se dice de forma explícita y el guion se llena de obviedades dichas en una comedia ligera, que pretende ser profunda.  Más allá de un par de buenos momentos de reflexión al final de la película (que, de todas formas, rompen el tono), la historia se siente como un gran juego en el que todo parece ser gratuito y nada se toma muy en serio. La película cae, por tanto, en lo mismo que critica, al pretender exaltar lo femenino a costa de ridiculizar al extremo lo masculino, desconociendo cambios significativos en la deconstrucción de la masculinidad tradicional y poniendo el panorama demasiado en blanco y negro

Punto aparte merece la gran actuación de Margot Robbie, que ya no tiene que andar demostrando que es una magnífica actriz, y un diseño de producción absolutamente impresionante en donde sobresale el vestuario y la construcción de un universo narrativo directamente emparentado con los juguetes de Mattel y que conecta fuertemente con la nostalgia de muchas niñas de todas las edades que alguna vez han jugado con una Barbie.

De esta forma, Barbie supedita el discurso narrativo al manifiesto político sin lograr conectarlos muy bien. Molesta la estética rosa con la oscuridad de algunos temas que aborda, la nostalgia de un mundo tradicional con la lucha contra el patriarcado y la puesta en escena de una película auspiciada por uno de los principales fabricantes de juguetes para criticar los roles impuestos por el capitalismo. Mattel ya ha anunciado una saga de películas basada en sus exitosos productos.

A pesar de la obviedad en el mensaje de Barbie, me parece positivo que llegue a un público masivo y propicie la reflexión sobre la igualdad y también es de rescatar el mensaje antibélico de Oppenheimer que, casi 80 años después, sigue teniendo una triste vigencia con la guerra en Ucrania y el resurgimiento de la guerra fría.

Para terminar, la buena noticia es la magnífica reactivación de las salas de cine de todo el mundo gracias a este fenómeno de las redes sociales. Después de una pandemia que nos dejó sin salas y una postpandemia en la que muchos prefieren ver las películas en sus dispositivos; este par de títulos llevaron a las salas cantidades de espectadores que hace mucho no se veían y que son un buen síntoma para la reactivación de una industria casi agonizante.

Aquí puedes ver mi reseña de “Oppenheimer” en Tik Tok.

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