Con el estreno de Avatar en diciembre de 2009, muchas salas de cine del mundo tomaron la decisión de remodelar para adecuarse al nuevo formato de lo digital. De los proyectores de película en celuloide, las salas pasaron a una nueva tecnología basada en una proyección digital que no era contenida en film si no en soportes de datos ópticos (más cercanos a Blue Ray y discos duros digitales) y que se espera que en los próximos años pueda transferirse incluso por Internet. A ojo de buen cinéfilo, la calidad de la imagen en las primeras películas digitales aun dejaba mucho que desear y podían verse colores «lavados» y saturación de colores, entre otros aspectos, pero hay que reconocer que hoy, sin muchos saberlo, vemos la inmensa mayoría de las películas en multiplex en formato digital y ni lo notamos; la única pista es la ausencia del «parpadeo» y del «look visual» al que el cine nos tiene acostumbrados.
No se puede ir en contra de los hechos y el proceso de cambio de la película por lo digital es inevitable. Algunos datos ilustran este hecho: La National Association of Theatre Owners (el gremio de exhibidores de Estados Unidos) ha anunciado que la distribución de copias en celuloide en su país no durará más de dos años; Arri, Aaton y Panavisión, los mayores fabricantes de cámaras de cine, han abandonado definitivamente la producción de modelos con película física en favor de los formatos puramente digitales; Kodak y Fuji Film han anunciado en sus sitios oficiales que no producirán más cinta de celuloide desde finales de este año y Fox ha anunciado que ahora sólo producirá películas en formato digital.
Espere en mi próxima entrega: El 3D nuevo juguete del cine
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