La puñalada
Sin sonrojarse, Lady Astor clavó el puñal:
– Winston, si yo fuera su esposa, una mañana le envenenaría el café.
La primera mujer en la historia del parlamento inglés, osada y aplomada, abría el desafío. El humor, en la Cámara de los Comunes, cortaba la soga que dejaba caer de un solo estruendo las toneladas de carcajadas sobre la víctima, cruelmente sepultada.
Ese humor, en la Londres de Lady Astor, era la daga más afilada y el rifle de más alcance. Ese único arma que podía matar dos y hasta tres veces a una misma persona.
Pero el agraviado no era otro hombre que aquel que desayunaba con whiskey, un habano y tocino. Aquel que había invertido años enteros en el estudio de la palabra. Aquel hombre que un día derrotaría a Adolf Hitler, y que por el momento, era temido en el parlamento, ya no por su dinero y su poder, sino por su lápiz y su lengua.
Así, Winston Churchill, sonriente, repuso: – Madame, si yo tuviera que ser su esposo, con gusto me tomaría ese café envenenado.
Carcajadas, ensordecedoras carcajadas.
Londres reía, la sepulturera acababa de ser sepultada.
La importancia del bienhablar
La retórica es el arte del bien decir, del bien hablar, del persuadir, del convencer, del sorprender. La retórica es el arte del deleitar con la palabra.
Lady Astor y Winston Churchill fueron grandes bienhabladores, grandes retóricos.
Bienhablar es cimental para el individuo y para su sociedad.
Daniel Webster, Secretario de Estado de los Estados Unidos en el siglo diecinueve, dijo:
Si alguna Providencia me arrebatara todos mis talentos (…) y sólo pudiera elegir una, pediría (…) que se me permitiera conservar la facultad de hablar, ya que gracias a ella recuperaría rápidamente el resto…
Winston Churchill, en su ensayo sobre oratoria escribió:
De todos los talentos concedidos a los hombres, ninguno es tan precioso como el don de la oratoria.
Warren Buffett ofreció 100.000 dólares a estudiantes de Columbia, a cambio del 10% de sus futuros salarios. Pero ofreció 150.000 si la persona se comprometía a desarrollar su oratoria. Se explicó:
Pueden mejorar su valor en un 50%, sólo aprendiendo habilidades de comunicación, hablar en público.
Nuestra vida se desarrolla en medio de personas, cada una de las cuales está encerrada en su propio mundo. Si su lengua es capaz de sacarlos de ese mundo y mostrarles otra realidad, tal vez su órgano más valioso no sea su corazón ni su cerebro, sino su lengua.
No sé su oficio, pero sé que ser malhablado le es altamente costoso.
Colombia: país de malhablados
Si desperdiciar el potencial de la palabra no es ser malhablado, no sé que lo sea. Y si Colombia no es un país malhablado, no sé cuál lo sea.
Las universidades y los colegios no se interesan. Las alcaldías y las gobernaciones tampoco. ¿Qué programa público hay para enseñar comunicación?
El Senado, aquel que debería estar lleno de hábiles oradores, se llenó de hábiles transadores: ‘me votas este proyecto y voto el tuyo’.
¿No es el congresista colombiano promedio un ejemplo del pésimo orador?
No critico el talento, critico nuestro poco interés y respeto por la palabra. El primer mundo hace siglos lo entendió, mientras nosotros seguimos siendo una nación ciega y sordomuda a la palabra.
Evidencia del país que somos, el que menosprecia la palabra:
- 3.000.000 de analfabetas (2015). Les fallamos, los limitamos.
- 65.1% de colombianos a los que no le gustaba escribir, o les daba igual (2018).
- 72.7% de colombianos no habían ido a una biblioteca en el año (2018).
Colombia es un país adolorido, con una historia sangrienta y violenta. ¿Cuál es, sino la palabra, la mejor forma de construir sobre nuestras lágrimas, nuestras balas y nuestra sangre?
Reflexión final
Las palabras son esa válvula que libera presión, y evita que estallemos. Las palabras, son también, la única forma de entendernos. Nadie puede negar el beneficio personal del bienhablar, pero su poder trasciende a las personas.
La confrontación, pienso hoy, es inevitable. Sea, entonces.
Pero que sea una guerra de discursos y de palabras, porque las balas y las lágrimas ya las gastamos todas.
La oratoria, el bienhablar, es el arma del demócrata, el motor de la República.
Otro ejemplo de malhabladismo (si existe esa palabra) es el uso exagerado de «demasiado». Por ejemplo: escuchar a narradores de fútbol que «el diez (?) le pegó al útil (?) demasiado bien ñ, aunque terminó lejos del arco y no fue gol» me da urticaria.
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La Palabra de Dios dice que su pueblo se perdió por falta de conocimiento y esa falta de conocimiento es por no leer y ese no leer mis hace mal hablados e ignorantes.
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Me gustó el comentario de sofi534875. La veo como una buena lectora. Para ella y para quienes gusten de la lectura les recomiendo una saga (bien instructiva, agradable y formativa), llamada «Los Hijos de la Tierra» que recrea los comienzos de la humanidad en la época de la Era Glacial , en Europa Central, escrito por la escritora estadounidense Jean M Anuel. Yo les indico como conseguirla. Escríbanme: memito1081@gmail.com
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Lo otro es que, realmente, la educación escolar se ha venido a menos. Los estudiantes ya no leen y al no hacerlo no tienen criterio propio para responder a algún tema que se les proponga y para completar, no estudian. Si al estudiante actual se le pregunta por el tema visto el día anterior, es difícil que responda.
De dónde viene eso? En algún momento se dijo que había que desechar el aprendizaje memorístico y parece que los profesores lo tomaron al pie de la letra. Lo que les faltó entender es que una memoria selectiva y bien entrenada es fundamental en toda ciencia. Qué haríamos si un Ingeniero Químico no recuerda que es el «nacl» o qué es «H20» o qué haríamos si un matemático no sabe que significa un dy/dx o qué es la potencia cuarta de 2. (y créanlo, hay muchos estudiantes que no lo saben. Si no leen no tienen conocimientos ni criterios propios y cualquiera se puede adueñar de sus pensamientos
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Creo que esta también se le atribuye a Winston. Se dice que estaba en una recepción y todos los invitados pasaban en fila a darle la mano. Mientras lo hacían, él le decía a cada uno, «esta mañana maté a mi esposa». Como que solo uno escucho bien y le dijo, también en voz baja, «se lo merecía».
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Que artículo tan útil e interesante. La verdad, hace mucho tiempo que pienso en lo mismo. El Español es un idioma muy rico en palabras, pero la incultura y pereza de la gente la ha llevado a utilizar mal palabras como: «Demasiado», para referirse a «Te amo demasiado», «canta demasiado»; eso no existe, no puede ser. Se utilizan las expresiones ¨»grande» o pequeño», que indican tamaño, para referirse a alguien que es mayor o menor (pésimo error); hay periodistas y presentadores que dicen frecuentemente «estuvo un poquito demasiado alto», ¿Qué es eso, por favor?; o el que dice «nació un 15 de julio de 1974»; entonces, uno se pregunta ¿Cuántos 15 de julio de 1974 existen?, es uno solo. Otra cosa es, si dijera: Nació una tarde de julio de 1974. Ofrezco escusas por mi redacción.
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Excelente, gracias. A propósito del lenguaje, en uno de sus cuentos Voltaire narra que un dia los hombres cansados de la tiranía de los recuerdos decidieron erradicarlos renunciando a la memoria y al hacerlo perdieron el único mundo que posibilita la palabra, conservada solamente por la memoria.
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Recuerdo la primera vez que viaje a España, de esto hace muchos años. Varias veces y en ocasiones diferentes fui alabado por el excelente castellano que hablabamos en Colombia. Malos gobernantes fueron grandes poetas y literatos. Ellos nos dejaron una Colombia pobre pero con un clasismo del «bienhablar» que ya no existe.
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No asistir a una biblioteca, no es un indicativo de mal hablado.
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De acuerdo. Tal vez un indicio del poco interés por las letras, y de ahí el ‘malhablado’ de no usar el potencial de estas.
¿Qué opina?
Agradecido de contar con su opinión.
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El principio del mal hablar, radica en la minúscula fracción de tiempo que la gran mayoría dedica a cultivar la lectura y por ende el buen uso del lenguaje, solo atino a mencionar como engendro del lenguaje popular a modo de ejemplo, el uso cotidiano del horror al que llevan los mal hablados por ignorancia, al referirse a las glorietas como ronboy.
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Don Franjo, no puedo estar más de acuerdo: debemos cultivar la lectura. El ejemplo del ronboy es curioso, creo que obedece a un anglicismo que trajimos: lo que era ‘round point’ terminamos llamándolo ronboy. Como cuando en un juego decimos ‘taipo’ vendría de ‘time up’.
Gracias por leer y comentar, un fuerte abrazo.
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Qué delicia de artículo, espero de todo corazón que muchas personas lo lean. Se maltrata tantísimo el español, que este escrito ha sido un solaz en mi día. gracias
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Sandra, gracias por tu generosidad. Espero en futuros textos seguir estando a la altura de tus palabras. Un abrazo.
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Botón de muestra de lo malhablados que somos en este país es la palabra «marica», no se sabe en que momento esta muletilla se volvió parte del cotidiano hablar de todo el mundo, la usan desde gerentes, ejecutivos, secretarias, yuppies, gomelos, gomelas, señoras, señores, prácticamente todo el mundo, y no solo eso, sino que se considera «in», y de moda hacerlo. será que más malhablados no podemos ser?
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De acuerdo, es bastante curioso. De nuevo, gracias por el comentario y la lectura. Un abrazo fuerte.
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Hola, me encantan sus artículos de opinión. Tengo 17 años y me fascina poder descubrir, desde la perspectiva de un ser tan estudiado como usted, aquellos pensamientos profundos que realmente tienen el poder de generar cambios significativos en pequeños mundos como el mío.
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Hola Sofia, gracias por tus generosas palabras. Que sean mis columnas un espacio para escuchar también tus valiosas ideas y opiniones. Un abrazo.
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