No quería dejar pasar la segunda semana de octubre sin desearle al presidente Petro y a los políticos petristas, una feliz y próspera Navidad. Y es que si el régimen de Nicolás Maduro decreta, el Gobierno de Petro completa: completó cuando dijo que Hugo Chávez era el gran líder latinoamericano, cuando no negó ser amigo de Nicolás Maduro y completó, sobre todo, cuando fue tibio ante las denuncias de fraude electoral en Venezuela.
No sorprende, entonces, que el Gobierno Petro complete ahora la navidad del régimen venezolano.
Excesos de Navidad
Que a Gustavo Petro le gusta la fiesta, no es un secreto. Como tampoco lo es que en las celebraciones de fin de año a veces se cometen excesos. Pero el Gobierno de Petro ya superó el exceso de los excesos: propuso disminuir la edad de pensión del país, en un sistema ya insostenible, y sugirió ‘exorcizar’ a Ecopetrol.
Propone, propone y propone…
Si no fuera porque es el gobierno de mi país, sentiría lástima. Es una escena desoladora: el presidente Petro está en una esquina. Solo. Habla sandeces que nadie entiende, nadie cree y a nadie le importan. Ocasionalmente, busca pelea para sentirse todo un ‘macho’. Y en cada trifulca que arma, sale de agache.
Guayabo navideño
Pero después del exceso, viene la resaca. ¡Y qué resaca, la que nos puede estar dejando este gobierno! Desde ya, se puede ver la factura que nos tocaría pagar:
- Apagones y crisis energética: el gobierno decidió que no era muy ambiental explorar petróleo, ahora, mientras aumenta el consumo de energía, cae la producción de la misma.
- Ruptura de relaciones internacionales: el gobierno buscó peleas y acabó amistades. Peleó con Argentina, con Israel y con El Salvador. Aunque siendo justos, fue amigable con otros, el presidente estrechó manos con Maduro e intercambió sombreros con Salvatore Mancuso.
- Desconfianza electoral. Habló y habló… Prometió y prometió… Y luego incumplió e incumplió. El presidente representó a un pueblo descontento y olvidado, pero le falló, una vez más, a quienes todos ya le han fallado.
Aguinaldo
Mientras llega la resaca, quiero acabar entregando un aguinaldo. Mi regalo a Gustavo Petro y a la Colombia Humana es una premonición: la de que su fiesta irresponsable acabará. Así como nadie cree que un presidente pude convertir octubre en Navidad, nadie cree que un gobierno como el de Petro.
Presidente, el pueblo no es tonto y no olvidará que fue justamente el supuesto gobierno de los ‘nadies’ el que acabó con los ‘todos’. Y, más temprano que tarde, Colombia se levantará, con un recuerdo vergonzoso, pero aleccionador, y caminará, no a la izquierda, tampoco a la derecha: Colombia caminará, otra vez, hacia adelante.
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