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Que los medios de comunicación publican a diario las cosas malas que Uribe repite y repite de los jóvenes que protestan es cierto; que nunca difunden las cosas buenas que los jóvenes piensan del Uribe que gobierna también lo es.

Conscientes de la necesidad urgente de llenar esta falta de información hablamos de Uribe con uno de los jóvenes protagonistas de la última protesta.

Nos abstenemos de publicar su nombre porque “su difusión causaría graves daños a mi salud que bien podrían enviarme a la otra vida, en la que, según se sabe, no podré repararlos jamás”, aseguró el entrevistado. Con todo, estas son sus opiniones:

Según la última encuesta de IVAMER, el 73 % de los colombianos no quiere a Uribe.

Los jóvenes admitimos que este logro lo honra; pero creemos que él debería aspirar a algo más elevado… Quizá a un 110 % de desaprobación. En nuestro sentir, este 110 % sería un merecidísimo homenaje a su vida y a su obra.

¿Fue fácil conseguir que Uribe alcanzara ese 73 %?

Para él sí, más no para los jóvenes. Para elevarlo a tan alta dignidad, hemos tenido que hacer indecibles y terribles sacrificios. Como soportarlo a él, al gobierno de Duque y a la ingeniosa señora Cabal.

¿Creen que es posible alcanzar ese 110 % de desaprobación?

Los jóvenes ya decidimos hacer lo que sea necesario para premiar a Uribe con el 110 % de mala imagen. Si para llegar a ese 110 % tenemos que aguantar hasta el pavoneo presidencial de Tomás Uribe, lo aguantaremos con inmenso gusto y placer.

Pero Uribe les está prestando atención a ustedes.

Hasta hoy, porque hasta hoy se enteró de que existimos. Antes del último paro no hubo para él juventud; si alguna vez la hubo, fue en su gobierno, pero más bien una juventud colombiana de tamaño reducido: estuvo constituida solo por Tomás y Jerónimo Uribe, sus brillantes hijos.

Y está pidiendo oportunidades de progreso económico y empresarial para los jóvenes.

No creemos que pueda darnos oportunidades de ningún tipo. No le queda ninguna: todas las que podía dar se las dio a sus dos hijos. Solo a ellos.

Y si erigen una estatua a Uribe.

Que la levanten ya y, llegado el caso, la vuelvan a levantar. Con la estatua arriba, cada una de las futuras generaciones de jóvenes tendrá la ocasión y el gustazo de echarla al piso.

Uribe prometió alguna vez que se lanzaría al río Magdalena si los colombianos dejaban de quererlo.

¿Qué estará él esperando? Eso sí: le rogamos que, por consideración al río, primero se deshaga de sus ideas políticas y así, totalmente despojado de ellas, se arroje luego al agua. No queremos que el río se contamine más de lo que ya está. No queremos peces engrosando las filas del uribismo.

A pesar de todo, es abuelo.

Creemos que los nietos son lo único bueno que Uribe ha hecho por la Patria. Ojalá, por el bienestar de esta, él se retire de la política y se dedique a criarlos. Porque lo que necesita Colombia, más que nunca, no es malos criadores de politiqueros, sino buenos criadores de nietos.

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