Una reflexión aguda en clave de inclusión hacia un sector que mueve el mundo y que, según cifras oficiales, ha presentado un crecimiento exponencial en Colombia en los últimos años: la industria tech o de tecnologías de la información.
El punto de partida es el hecho de que, con base en información de la Federación Colombiana de la Industria del Software y las Tecnologías Informáticas, Fedesoft, el sector ha mantenido tasas de crecimiento entre 10 % y 15 % anuales en los últimos años, esto lo lleva a convertirse en uno de los de mayor desarrollo económico en el país y en esa medida un dinamizador de empleo.
Las ventajas competitivas de Colombia frente a otros países en relación con esta industria son innumerables. Información de ProColombia revela que por un lado, su ubicación geográfica es privilegiada puesto que facilita el desplazamiento hacia mercados relevantes en la región y la atención oportuna a los clientes. Por otro lado, el potencial creativo y los altos estándares de innovación de los colombianos en esta área son otro factor que llama la atención.
Sin embargo, para finales de 2022 existía un déficit de 170.000 programadores en el país, según Fedesoft, un indicador claro para la academia y los sectores público y privado.
Es inevitable pensar en Andrés Oppenheimer y su libro ‘¡Crear o Morir! La esperanza de Latinoamérica y las cinco claves de la innovación’, donde plantea que la producción de conocimiento en la región necesariamente debe ir más allá de las ciencias sociales. Porque, si bien estas son fundamentales para el mundo y sus dinámicas, la historia de hoy se escribe en buena medida con lenguajes de programación.
Oppenheimer destaca la importancia de que Latinoamérica sea parte de la economía del conocimiento y lo pongo en palabras textuales porque es una premisa que nos convoca a todos:
Es hora de que en Latinoamérica entremos de lleno en la era de la economía del conocimiento, y entendamos que el gran dilema del siglo XXI no será “socialismo o muerte”, ni “capitalismo o socialismo”, ni “Estado o mercado”, sino uno mucho menos ideológico: innovar o quedarnos estancados, o para ponerlo en términos más dramáticos: crear o morir.
Muy probablemente la fórmula para que Colombia tenga éxito en la industria, parte de brindar oportunidades de formación, al tiempo con herramientas de conectividad y desarrollo, porque talento hay, de sobra, ahora, como país debemos ponernos a la altura de nuestras capacidades. Este es un ejercicio que cobrará legitimidad y será sinónimo de desarrollo real en la medida que tenga una perspectiva de inclusión, de lo contrario, puede agudizar las brechas de desigualdad aún más.
Un Sector Tech en Colombia con enfoque étnico
Hablar del enfoque étnico es un compromiso constitucional que tiene Colombia desde 1991, en palabras concretas promueve una perspectiva integrada de análisis, reconocimiento, respeto y garantía de los derechos individuales y colectivos de todos los grupos étnicos existentes, con énfasis en la igualdad de oportunidades desde la diferencia, la diversidad y la no discriminación.
Dicho esto, sin duda, un sector cuyo crecimiento se ha convertido en sinónimo de desarrollo para el país y el mundo, debe contemplar este enfoque. Sin embargo, al parecer a la fecha no hay esfuerzos o son insuficientes. Son muy pocas las personas afrodescendientes o indígenas que trabajan en este sector, y esto tiene una justificación de forma, que podríamos destacar en dos aspectos, sobre todo de formación.
Primero, esta industria tiene casi que como no negociable hablar inglés, naturalmente, y en la mayoría de los casos el aprendizaje del inglés no es algo que se priorice, en los territorios habitados en su mayoría por comunidades indígenas o afrodescendientes.
La segunda está relacionada con las dificultades de conectividad aún presentes en el país. Poco más del 40 % de la población en Colombia no tiene acceso a internet, así lo explicó la entonces Ministra de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones, Sandra Milena Urrutia, en entrevista con El País, a principios de 2023. En municipios como Leticia y Quibdó aún hay serias fallas de conectividad e incluso de fluido eléctrico. Por ejemplo, mientras se publica este blog, la capital del Chocó tiene problemas con el acceso a internet desde hace tres días.
Conversé con Mariana Palacios, una joven afrodescendiente de Medellín que trabaja en la industria del desarrollo de software y tiene una iniciativa en redes sociales enfocada en promover la inclusión en esta industria.
En clave de oportunidad, Colombia, este país tan diverso como complejo tiene una gran historia sobre la industria y el talento Tech, es una historia que se está construyendo y a la que los sectores público, privado y la academia de le deben poner papel y lápiz para que se escriba como un sinónimo de desarrollo. Una historia con espacio para todos, que con una perspectiva global permita reivindicar el olvido histórico del país hacia los territorios y grupos étnicos.
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