«Para ser exitoso sólo tienes que creer con pasión que eso que deseas será una realidad» Annita Roddick.
Es un tipo increíble. Me quedo sin sinónimos para calificar su performance de superhéroe acuático. El agua es su amiga, su aliada, su vehículo; una extremidad más de su esculpido cuerpo al más alto nivel de trabajo desde que salió del vientre de su madre.
Es un personaje calmado, introvertido y enfocado locamente en su pasión de mantenerse en el agua. Esa misma pasión desenfrenada que se tornó tan intensa hasta el punto de ahogarlo y querer dar un paso al costado.
Michael Phelps pertenece al mundo del alto rendimiento, lo que conlleva, principalmente, mucho dolor, sacrificio y soledad por la búsqueda exclusiva de un objetivo especifico: el saciar su sed de probarse a sí mismo que es capaz de superarse y dejar una huella.
Todo este proceso acarrea efectos secundarios que el deportista está dispuesto a tomar por el simple hecho de tocar la gloria. Phelps nadaba, antes de su retiro, en promedio unos 16 kilómetros por día. Necesitaba de una dieta de más de ocho mil calorías diarias, algo así como el triple de lo normal para que su cuerpo-máquina funcionara a las mil maravillas.
Se llevaba al limite cuando se introducía en una cámara especial que simula altitudes de más de 6.000 metros de altura, con la misión de ampliar sus pulmones y adquirir mayor capacidad de resistencia. Para que me entiendan, algo parecido a lo que hacía Gokú en Dragon Ball Z, cuando este se metía en una cámara de gravedad que lo estimulaba para que alcanzara su tope y se convirtiera en súper sayayín… ¡Tremendo!
Es, además, absolutamente detallista. No le deja el más mínimo margen al azar y previsualiza todos los posibles casos durante una competencia. Una pequeña muestra de esto es la técnica zen con la que se entrenó durante muchos años.
Básicamente consiste en nadar a oscuras, sin ningún tipo de visión. Pinta sus gafas de negro para sentir realmente el ritmo de lo que sería la carrera perfecta. Dominar el ejercicio brazada a brazada enfocándose en el resto de los sentidos. Un verdadero fuera de serie.
«Gracias a mi entrenamiento zen, el imprevisto que sufrí en los 200 metros mariposa de Pekín (se le llenaron las gafas de agua), pasó a un segundo plano. Estaba preparado para ese tipo de situaciones», dijo el tiburón de Baltimore, después de ganar ese oro y fijar un récord mundial.
Con esto, queda más que claro que previsualizar y reducir el margen de error, equivale al éxito. Aplicable a cualquier ámbito de la vida.
Este tipo nunca se daba por vencido. No se lo permitía. Por ejemplo, cuando Ian Crocker lo derrotó en los 100 metros mariposa, en el 2003, Phelps colgó un póster suyo en su habitación a modo de recordatorio; y cuando Ian Thorpe puso en duda su capacidad para ganar ocho medallas de oro en Pekín, recortó el artículo y lo pegó en su casillero. Después, pasó lo que pasó.
Todos estos triunfos van de la mano, indudablemente, de su grupo de trabajo pero principalmente de su fortaleza mental. El aspecto psicológico es clave para no decaer en los momentos desbordados en tensión. Mucho más en un deporte olímpico, donde una milésima se convierte en el universo que diferencia a unos hombres de otros.
¿Qué sentirá ese atleta que perdió por tres milésimas? Todo su trabajo quedó a ¡tres milésimas! de ser coronado. El deporte sufre la crueldad del exitismo; las cámaras corren siempre hacia el primero
Phelps domina ese tema como las piscinas. Lleva con Bob Bowman (entrenador) conviviendo en la práctica poco más de 16 años. El lo moldeó de una manera integral, abarcativa. Asunto no menor para el resto de deportes donde creen y aspiran conseguir resultados en 6 meses. Los resultados son productos de procesos.
Cómo no todos los tesoros son de oro y plata, este gigante de la natación ha decidido ponerle fin a sus patadas de delfín. Dejó un legado casi insuperable con 22 preseas olímpicas, de las cuales 18 son doradas. Épico.
¿Cómo saber cuando retirarse y no intentarlo una vez más? ¿Cómo estimular a un tipo que lo ganó todo a que siga compitiendo?
Debatámoslo en Twitter. Por el momento, ya comprobé que Aquaman no existe…
Nicolás Pareja Escalante, es un periodista formado en tierras argentinas. Rozó el profesionalismo en el fútbol colombiano para luego saltar de los campos y las líneas de cal, al mundo de las letras. Fascinado por los viajes, la gastronomía, nuevas culturas y, cómo no, el deporte, demuestra su sello personal: Intenso pero muy pausado, pensante y equilibrado. Marca registrada a pura personalidad.
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