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Hace un año, el periódico El Tiempo publicó un artículo acerca de los ‘males mentales’, resultado de la encuesta nacional de salud mental de la Universidad Javeriana, Colciencias y el Ministerio de Salud. Uno de los datos asegura que siete de cada cien personas en Colombia presentan trastornos como fobias sociales, depresión y bipolaridad, durante toda su vida. En los adultos dentro de estos casos, las ideas suicidas se presentan entre los 18 y los 44 años.

Gonzalo Valderrama, el comediante, el humorista, el ser humano, es bipolar. Lo descubrió desde el 93, muchos no lo sabíamos hasta febrero de este año cuando, como él mismo lo denomina, se convirtió en el extraviado más famoso del país. Tras un detonante, una crisis en su vida Gonzalo se fue de un momento a otro, sin previo aviso, sin decirle a nadie, desde su casa, ubicada cerca al Park Way hasta el Parque Nacional, con la firme intención de morir de inanición.

Aquello que pasó en el parque nacional, mucha gente lo toma como que me quise desconectar de la realidad un ratico para pensar y meditar, pero el asunto era que no quería volver, comparado con las depresiones de quedarse en la cama y no querer salir’. Asegura Gonzalo tranquilo al hablar sobre los días en que desapareció. Y no es para menos, tal es su naturalidad al hablar sobre el tema que, publicó parte de su diario personal junto a una crónica de sus días en el Parque Nacional en su libro ‘Penúltimas palabras: confesiones de un comediante’.

El problema es que en Colombia, no se comprende y existe estigma e ignorancia alrededor de las enfermedades mentales, a través de la experiencia de vida de Gonzalo, que ya se hizo pública, ojalá se logre comprender parte de la lógica que atraviesa las ideas de una persona bipolar. No se trata de personas peligrosas, como se comenzó a pensar en el caso Andreas Lubitz, el copiloto que en 2015 se encerró en la cabina del avión, lo aceleró y emprendió un descenso que lo estrelló diez minutos después, sólo el 5% de sucesos de este tipo se puede atribuir a un trastorno mental, como lo publicó un estudio de Semana. O, por el contrario, restarle importancia, decir que son actitudes para llamar la atención. Ninguna es verdad.

El rollo es cuando se pasa al otro polo, al de la manía. Por eso se llama bipolar. En las manías, estás híper excitado, muy parlanchín, no quieres dormir, te crees superman, gastas plata, te vuelves híper sexual, tienes súper poderes, y llegamos a un punto donde el cerebro se cansa y se desconfigura y ahí pierdes el control de la realidad, y puedes pasar a una fase psicótica que si no la controlas, te puedes quedar ahí.  Las cuatro veces que me ha pasado, me han parado a tiempo, a la brava y he podido volver, pero se ha ido parte de mi cerebro en cada uno de esos viajes’. Valderrama tiene episodios de este tipo, pero también depresiones que lo han dejado en cama hasta ocho meses, donde no encuentra motivos para salir de casa o realizar sus actividades normales.

El libro de Valderrama cuenta detalles de su enfermedad desde que fue diagnosticado, pero también cuenta las experiencias donde le pone la cara y enfrenta su vida, su trabajo y sus relaciones.

Yo ‘debuté’ en este caos mental y en esta condición cerebral en Septiembre del 93, el diario va del 90 al 99, el diario sigue hasta la actualidad porque no me he muerto, entonces sigo escribiendo mi diario, pero por cuestiones de volumen no podía ponerlo todo, va solamente hasta el 99, es decir, de mis 20 a mis 30 años. Ahí está plasmado cómo se sintió, la estadía en las clínicas psiquiátricas, etc… que es uno de los tantos elementos que está metido ahí, también tiene que ver con el trabajo, con cómo llegué a ser cuentero, cómo llegué a ser comediante, mi carrera como comunicador, las novias que tuve, mis líos familiares… El texto arranca en el 90 cuando trabajaba como telefonista en Avianca, entonces ver una oficina tipo Avianca en los 90´s, la música de esa época, las calles de esa época, es también como un recuento de los 90´s de alguna manera’.

Como guerreros, ante sus batallas estas personas se levantan luego de cada episodio que los lleva al límite de sus emociones, para continuar con su vida.

Espero en lo posible tener las riendas de mí mismo, y tratar al máximo de no volver a salir del carril a pesar de que las cosas sean difíciles, agarrarse del polo a tierra para que eso deje de pasarme’.

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