Él la amaba. Ella lo amaba. Se amaban tanto que un día ese amor explotó y una onda llena de luz los separó. Él se refugió en el alcohol, ella en el cigarrillo y las letras.
Desde dos lugares en cada extremo de una ciudad llena de historias y cuentos, lloraban a gritos para que el otro pudiera escuchar, pero ninguno de los dos destapó sus oídos.
Caminaban por las mismas calles que un día recorrieron juntos y se veían diferentes, en blanco y negro. En ocasiones las caminaban con alguien más, pero los paisajes nunca recuperaron su color.
Mientras que en una realidad alterna en medio del pasado, ella se sentaba por primera vez en el puesto equivocado, iniciaba esa primera conversación y comenzaban una historia diferente, en esta realidad se miraban y ya no se reconocían, se extrañaban pero se distanciaban para sanar. En esta realidad él y ella, se comenzaban a olvidar porque sabían que ya no podían mirar atrás.
La pregunta ¿si no estuviera, me extrañarías? tiene dos caminos, implosión o explosión, el caso cualquier momento se zanja entre los dos un cristal o un a rendija donde difractamos de nuevo.
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