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Como si se tratara de un truco de magia, ese que solo es bueno si se sabe hacer con precisión, me encontré en mi lectura más reciente lo que se conoce como ‘cajas chinas’, una forma de escribir una historia dentro de otra historia, así como las famosas matrioskas rusas donde una muñeca guarda otras dentro de sí. Alfonso Cruz me permitió recorrer tantas historias con la increíble habilidad de hilarlas en algún momento de la lectura.

Reseña de La muñeca de Kokoschka, escrito por Afonso Cruz.

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Es durante la Segunda Guerra Mundial donde nuestros personajes comienzan a vivir ciertos acontecimientos, que así no tengan relevancia en su momento, el tiempo y el paso de las páginas nos revelan que cada palabra escrita y cada acción cometida tienen un significado.

Cuando los pájaros cantaban con más intensidad, Bonifaz Vogel se quedaba quieto por miedo de, en caso de levantarse, romper con la cabeza los trinos más bonitos.

Bonifaz Vogel, es el primer personaje en aparecer en escena, un hombre de cuarenta y dos años que, al parecer, tiene un retraso cognitivo que le brinda una inocencia e ingenuidad características, nos conmueve pero también nos hace reír gracias a ello. Es dueño de una tienda de pájaros.

Diseño sin título

La historia de Vogel se une con la de otro de nuestros personajes, Isaac Dresner, cuando este se ve obligado a esconderse en el sótano de la tienda de pájaros y comienzan una relación en la que los consejos de Dresner a Vogel le salvan de aquellos que quieren aprovecharse de él. Sin embargo, estos consejos que le da Dresner se presentan sin que se vean a la cara, sin que compartan el mismo espacio, es una comunicación por medio de palabras. Ahí les dejo una de mis partes favoritas sin revelarles literalmente la forma en la que se comunican y la percepción que tiene el uno del otro.

De nada sirve buscar el mal fuera de nosotros. Hemos de mirar aquí dentro y eso es muy fácil de hacer: si para ver lo que está afuera, abrimos los ojos, para ver lo que está dentro, los cerramos con fuerza.

Este es un libro que no solo logra unir de forma inesperada a los personajes, también nos permite estar inmersos en un viaje en el tiempo, porque la forma en que una historia se une con otra no siempre ocurre en la misma época.

La muñeca de Kokoschka dentro de La muñeca de Kokoschka

Sentí al leer este libro como si a los personajes les interesara narrar su historia. Mathias Popa, por ejemplo, es un hombre que aparece mucho después de que Bonifaz e Isaac se conozcan, es un escritor que ha hecho hasta lo imposible por destacarse, no lo logra dentro del contexto del libro, pero si es un acierto para nosotros, para quienes lo leemos a través de Afonso Cruz, es la magia que imprime, donde como lector llegas a pensar que son muchas personas las que están dejando en La muñeca de Kokoschka sus memorias, pienso en cada uno de ellos como si su última voluntad hubiese sido ser leídos.

Mathias Popa (el escritor), Oscar Kokoschka (el pintor), Tsilia (La mujer depresiva y luego libre), Eduwa (El intento de padre y esposo), Marlov (El detective), Adele (La que descubrió todo), son solo algunos de los personajes, no todos se conocen pero si se relacionan y como lo dice el libro mismo: ‘la vida es una compleja maraña de hilos. La mayoría son invisibles, por eso no podemos descifrar la manera como se anudan entre sí.

Como lectora es invaluable cuando tengo una percepción de algún personaje y de repente llega otro a cambiarte las cosas. Eso logró Afonso Cruz, hacerme creer un par de cosas para luego desmentirlas y meterse en mi cabeza para mostrarme que son muchos los escritores de ese libro cuando es solo él, solo Afonso.

«… y cómo puede ser, por ejemplo, que un corazón tan devoto como el mío, tan pequeño, tan lleno de arterias y sufrimiento, pueda contener cosas tan extensas como el amor».

Al cerrar el libro con sus 244 páginas leídas, me quedó la sensación, con tintes de paranoia, de la infinidad de coincidencias que deben existir en mi vida y que desconozco, hilos que tal vez nunca se descubran o se presenten con casualidades inusitadas como las construidas en La muñeca de Kokoschka. Me sentí atrapada en una matrioska.

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