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Responsable del asesinato de tres mujeres, entre ellas una de nacionalidad francesa, y diez heridos, cuando accionó un explosivo en el Centro Comercial Andino de Chapinero, en el norte de Bogotá, el 17 de junio del 2017; señalada de participar en por lo menos diez atentados terroristas, uno de ellos contra la Dirección de Impuestos Nacionales (DIAN), otro en la Empresa Promotora de Salud EPS, donde actúo con el mismo sistema de explosivos; otros contra las corporaciones bancarias, donde puso artefactos explosivos, atentando contra la integridad de empleados y las instalaciones de estas sedes financieras, entre el 2015 y el 2017, según reposa en expedientes de la Fiscalía General de la Nación.

Estas son las cartas credenciales que le dieron a Violeta Arango Ramírez, alias Violeta o Rola, el derecho a salir de la cárcel y el pase de entrada para estar hoy sentada en la mesa de negociaciones del gobierno nacional como miembro del equipo del Ejército de Liberación Nacional (ELN).

Forma parte de la estructura de las milicias del ELN en Bogotá; dirige, opera y tiene mando. En el atentado al Centro Comercial Andino ingresó con un comando de cerca de once integrantes, quienes se distribuyeron a lo largo y ancho del centro comercial ese 17 de junio del 2017, víspera de la celebración del Día del Padre, esperando que en el baño de mujeres del segundo piso estuviera el mayor número de personas, para dejar el explosivo que cegó la vida de mujeres y dejó una estela de humo, de destrucción y diez personas con graves heridas, que fueron llevadas de urgencia en aquel terrorífico día, cuando el reloj marcaba las 5 de la tarde.

Los heridos fueron llevados de urgencia a la Clínica El Country, entre ellos, Pilar Molano, quien llegó en estado de inconsciencia al centro asistencial. Cuando despertó, lo único que recordó es que había entrado al baño a bañarse las manos y a retocarse el maquillaje. Y se encontró con una trágica realidad: la bomba le había cercenado una de sus piernas. Hasta hoy no entiende por qué ella. No sabe qué es el ELN, nunca ha tenido acercamientos con grupos insurgentes, nunca ha tenido que ver con ninguna circunstancia de violencia del país, no pertenece a ninguna élite, clase política o a un sector que tome decisiones sobre el destino del país. Simplemente trabajaba y vivía de un restaurante.

Desde hace cinco años recorre centros asistenciales, ha ido a golpear puertas de víctimas buscando ayuda para recuperar su movilidad, su propia asistencia psicológica y cómo obtener una prótesis.

María Isabel fue otra de las victimas. No quiere recordar su caso, no quiere hablar de ese día y no quiere ser mencionada con su nombre verdadero para no tener que volver a leer sobre su historia. Perdió su ojo izquierdo y la movilidad de sus piernas. «No me acuerdo sino de la explosión y le doy gracias a Dios por estar viva y darme esta segunda oportunidad. No me interesan ni las lamentaciones, ni las disculpas, ni los perdones. Me ocurrió a mi. Fue un día del que no me quiero acordar». Su recuperación ha sido lenta y dolorosa.

En estos casos la reparación sicológica, emocional de las víctimas es quizás lo más duro de superar.

Las demás víctimas de este atentado sin nombre, sin calificativos, sin ningún tipo de justificación, guardan hoy silencio, y estupefactos miran sonreír a través de las imágenes de la televisión a Violeta Arango Ramírez, alias Violeta o Rola, quien ante la Fiscalía General de la Nación, hasta ahora había negado ser militante del ELN.

Desde su captura en un operativo del Ejército, en junio del 2022, en zona rural de Morales, sur de Bolívar, con camuflado, elementos de transmisión y computadores, seguía negando su participación en esa guerrilla, buscando beneficios, como lo lograron los demás miembros del atentado que fueron capturados después del ataque al Centro Comercial Andino y que hoy gozan de libertad por vencimiento de términos.

Con los cargos de homicidio agravado, concierto para delinquir agravado, terrorismo y rebelión salió de la cárcel de mujeres amparada por una resolución del Ministro de Justicia, Néstor Osuna, que le dio el beneficio de excarcelación, amparada en medio del silencio y un manto de impunidad.

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