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En este penúltimo post dedicado a los #MonstruosLiterarios hay un tema relacionado no tanto con obras eróticas, sino con personajes que, sin mayor empacho, manifiestan o admiten que llevan el sexo a donde quieran que vayan.
¿Alguna vez les han dicho que tienen “cara de sexo”? Bueno, pues ese magnetismo, esa sensación de poder que da una sexualidad sin tapujos (es difícil precisarlo) es la que me hizo hablar en otro momento de “depredadores sexuales”, entendido no como la forma más eficaz de identificar abusadores, sino de aquellas personas que -con sus gestos, tono de voz, porte, mirada, conversación, olor, etc- subyugan hasta dominar la voluntad.
En esta ocasión el asunto va más allá de una personalidad arrolladora. Si bien todo parece arruinarse cuando “se mezcla el corazón”, lo cierto es que fuera de los convencionalismos sociales y los rótulos del que tiene mejor o peor vida sexual, nuestros gustos en la intimidad aún son objeto de debate. Nos apena confesar qué tan moderados o atrevidos nos comportamos. Nos frustra sentirnos con desventaja ante una persona que en el tema es una enciclopedia Larousse con apéndice en latín, o bien, que nos manipulen con el cumplimiento de fantasías las cuales a algunos producen desagrado o incomodidad (swinger, orgías, voyerismo).
Tampoco hay términos medios si se trata de estar soltero o en una relación estable ¡Aún hay parejas que se consternan cuando descubren al otro o a la otra masturbándose en la ducha! O personas solas que imaginan el final de sus días como el personaje de Michael Fassbender en la película Shame. ¿Está mal que me dé una erección en el lugar de trabajo? Cuando uso el transporte público y va uno apretujado ¿cuando deja de ser molesto a volverse un excitante paseo de muslos?
Como esas hay más preguntas que surgen de la sexualización de la cotidianidad que nos llevan a pensar si tenemos un tornillo suelto, si mantenemos el piloto automático del sexo hasta para mirar a la gente comer en un restaurante. En ese sentido me gustó el pensamiento de este videoblog, Sexperimentados, el cual explica si debemos o no sentirnos mal por ese comportamiento
En Radiodistractor nos planteamos esa pregunta y nos dio hasta para hacer uno de esos test de revista de peluquería para deducir si somos obsesivos sexuales. Fue una divertida noche con los oyentes resolviendo este cuestionario, quizás sin ningún fundamento científico, pero que fue el punto de partida para detenernos en el laberinto del exceso a través de diez personajes que viven su sexualidad como la entienden, casi sin reparar en el qué dirán y asumiendo las consecuencias de su actitud ante una sociedad opresiva, dispuesta a juzgar cuando le conviene. ¿Cuáles eran esos personajes?
10. Valerie, de Diario de una Ninfómana de Valerie Tassó (2003) Su versión fílmica del año 2008 causaría tanto revuelo como estas memorias de una mujer entregada a la prostitución de alto nivel, y que sería punta de lanza para una seguidilla de novelas pseudobiográficas con la misma finalidad.
9. Bruce Robertson en Filth basado en la novela de Irvine Welsh (1998), el mismo creador de Trainspotting. Un detective con muchos defectos, adicto al sexo que seguramente no tiene nada que envidiarle a los más rudos y problemáticos justicieros de la cultura popular. También tiene su versión cinematográfica, pasada por debajo de cuerda en el cine comercial.
8. Severine de Bella de Día, la novela del francés Joseph Kessel (1928) que inspiraría la película homónima de Luis Buñuel. La insatisfacción y el deseo reprimido de una mujer atrapada en un matrimonio convencional que la llevan a liberar sus presiones en una forma singular.
7. El Patriarca de El Otoño del Patriarca de Gabriel García Márquez (1975) una novela con una estructura particular cuyo protagonista -la compilación de varios dictadores latinoamericanos- no tiene contemplaciones a la hora de saciar sus apetitos sexuales.
6. René Teleny, de la obra Teleny (1893) Atribuida a Oscar Wilde, sigue aún sin atribuir autoría. Su trama, abiertamente gay, narra las aventuras de un seductor en medio de una trama que involucra sociedades secretas y escenas de alto contenido erótico. Estuvo prohibida hasta 1966.
5. Humbert Humbert de Lolita, creada por Vladimir Nabokov (1955). El retrato de la obsesión casi patológica de un hombre mayor por una chica preadolescente, que encarna justamente ese personaje inexplicablemente encantador, casi hasta lo perverso. Una obra polémica que tuvo en el cine dos famosas encarnaciones, la visión del maestro Stanley Kubrick en 1962 y la de Adrian Lyne, hacia finales del siglo XX.
4. Georges y Simona de la novela Historia del Ojo de Georges Bataille (1928) ¿Se sostiene una relación exclusivamente sexual? Bueno, esta pareja fascinada por el sexo se verá a prueba en un viaje que les depara sorpresas e infortunios.En su difusión clandestina Bataille la publicó bajo el seudónimo de Lord Auch (señor Mierda) así que ya sabemos a qué atenernos.
3. Mony Vibescu de la novela Las Once Mil Vergas de Apollinaire (1907) Un aventurero bisexual de origen rumano también encuentra lo que no se le ha perdido en un viaje el que dará rienda suelta a sus pasiones. Es uno de esos “retos” que aún hoy causan escozor: el de sostener alguna aventura con alguien del mismo sexo sin sentirse definido por ello.
2. Fanny Hill de John Cleland (1748) Para los que la quieren recordar mejor, esta obra inglesa ubica a una joven en la Londres de la época con muchas aspiraciones que desata toda su energía sexual desde que se dedica a la prostitución, a la vez que asciende socialmente hasta convertirse en toda una dama de alta sociedad, sin arrepentirse de su pasado. Esta obra inspiró la película Los Burdeles de Paprika, del reconocido director Tinto Brass.
1. “Julieta querida – suspiró, tocando con la lengua mi cuello, y quitándome al mismo tiempo la ropa interior-, eres un tributo a lo femenino. Verte es deslumbrarse. Ya estaba yo desnuda; los dedos hábiles de la madre Delbéne me acariciaron los pezones, y su lengua caliente y húmeda penetró agudamente en mi boca. Se había dado cuenta de inmediato que sus atenciones tenían en mí un efecto poderoso.- ¡Quisiera morir embriagada con usted!”
Sí señores, les hablo de Julieta o Juliette, del Marqués de Sade, publicada en 1796. Subtitulada como “El vicio ampliamente recompensado” es la contraposición a Justine, su hermana. Tendenciosa y libertina, es un ejemplo de la afirmación de la libertad y el goce del placer a pesar de la censura moral.
Existirán más personajes, ojo, no novelas, sino personajes que encarnen el pensamiento por el sexo sin remordimientos. O que lo capitalicen para convertirlo en El Negocio, la serie de HBO grabada en Brasil que va por su tercera temporada el mismo día que regresa Game of Thrones. Que no los despiste el toque ligero de la serie: es una producción relajada que cuestiona el valor que le damos al sexo y al poder en la actualidad, tanto en las relaciones de pareja como en el ambiente empresarial. Esto no es como la tediosa La Madame: es clase de marketing puro mezclado con candentes enredos de cama y egos masculinos malheridos.
Ampliemos esta lista, al tiempo que nos preguntemos qué tanto pensamos en el sexo y cómo eso afecta o no nuestra vida personal y profesional. Nos veremos la próxima semana con el final de estos #MonstruosLiterarios desde la Feria del Libro de Bogotá.
@juanchoparada
juanchopara@gmail.com