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En televisión la prudencia sí que hace verdaderos sabios, por eso veo con ciertas reservas el estreno de la nueva telenovela del Canal RCN Lala’s Spa. Sí, su protagonista interpretada por Isabella Santiago, es una mujer trans real. Pero no protagoniza (aún) una escena subida de tono como para que su historia corone las 10:00 de la noche, en la ingenua creencia que dicho horario funge como escudo protector contra los espectadores más jóvenes. Y parto de esa consideración porque en el tratamiento de historias sobre la transexualidad encontramos un acervo inagotable de producciones en el cine donde bien el foco se hacía más en el travestismo como base para plantear enredos cómicos, románticos o con algún interés social (Some Like It Hot, Victor Victoria, Tootsie), el musical desenfadado con The Rocky Horror Picture Show (Richard O’Brien, 1975) el universo de los ‘drag-queens’ (To Woo Fung, Beeban Kidron, 1995), el drama criminal (Tarde de perros, Sidney Lumet, 1975), el aporte de Álmodóvar con Todo sobre mi Madre (1999) y en ese mismo año Boys Don’t Cry (Kimberly Peirce), otro drama sobre crimen de odio y transfobia que le representó el Óscar a la actriz Hillary Swank, o registros más personales como el del cineasta Ed Wood en Glen or Glenda (1953) que en su momento se consideró ausente de seriedad por su extravagancia, por dar algunos ejemplos.

El que un hombre o mujer asumiera el rol de su género opuesto por casualidad, como estrategia para sobrevivir o para estar cerca de un interés amoroso, se trasladó al mundo de la telenovela con relativa facilidad (creo que ‘Yentl’ con Barbra Streisand influyó en algún momento), pues los códigos morales seguían intactos: la pureza del amor que vence cualquier tipo de obstáculo o da lecciones para comprender mejor el pensamiento o las acciones de las mujeres. Curiosamente eran más ellas las que se camuflaban en ropas masculinas (Gabriel y Gabriela o Mi Pequeña Traviesa), cuya presencial inicial ponía en tela de juicio la masculinidad de su contraparte hasta que la farsa se caía y todo se resolvía a favor del amor heterosexual. En el caso de En Los Tacones de Eva (Canal RCN, 2006) la premisa retomaba la solución extrema de travestirse para buscar justicia, donde su protagonista por demás era un sinvergüenza picaflor.

Todos esos antecedentes planteados desde esquemas digeribles, por llamarlo así, (el ‘screwball’ o el drama puro en el cine o el melodrama rosa en la televisión) no contemplaban aún presentar a un transexual de la vida real como eje de una producción de ficción. Es entonces que Los Roldán (Telefé Argentina, 2004), cuya versión en Colombia conocimos como Los Reyes, toma la posta en introducir un transexual auténtico con su propio hilo romántico, aunque siempre desde la comedia, evitando profundizar en los dramas personales y sociales de un cambio de sexo. Era eso o plantear de algún modo el transexualismo con una perspectiva fatalista, como ocurrió en la telenovela mexicana Salomé (Televisa, 2000), versión libre de la más vanguardista Colorina, la cual introdujo un personaje travesti (Daniel-Soraya representado por el actor Rodrigo Vidal), que al parecer no resistió los embates de la sociedad más conservadora.

Ahora con el prisma de las plataformas de streaming el transexualismo no solo es de papel: se permite una apertura definitiva a actrices trans reales en tramas más en la orilla de la comedia dramática aunque aún no protagónicas en una primera instancia, como ocurrió con Orange is the New Black (Netflix, 2013) con el rol a cargo de Laverne Cox o Transparent (Amazon, 2014), donde el actor Jeffrey Tambor encarna a Mort Pfefferman, un hombre que en su edad madura revela a toda su familia su decisión de vivir como siempre lo ha deseado: como una mujer. Para finales de la segunda década del nuevo milenio los dramas más crudos como Pose (FX, 2018) o Euphoria (HBO, 2019) presentan una gama más amplia de personajes con el favor del público actual, sin olvidar el antecedente de la también controvertida serie The L Word (Showtime, 2004), que aventuraba algunos personajes transexuales. Todo esto reforzado hace muy poco tiempo por el triunfo de la chilena Daniela Vega en la película ganadora del Óscar Una Mujer Fantástica (Sebastián Lelio, 2017).

Lalas Spa - Canal RCN

A este punto la pregunta no es si nos habíamos demorado en introducir un protagónico de estas características, sino si nos encontramos realmente listos para ello. Es entonces cuando la prudencia asoma. Lala’s Spa es un hito en términos de visibilización y nadie le quitará ese reconocimiento. Además, Isabella Santiago es una absoluta revelación. Es muy auténtica, carismática y solvente, pero creo que su historia está mal encuadrada en el tono rosa que le quieren brindar. La lucha que emprende empieza con una escena que anunciaba una declaración de intenciones y es el conflicto en el aeropuerto. Pero todo se viene al traste cuando está en su país. Salvo por la naturalidad de la relación familiar con su mamá, la caricatura campea por doquier y ese exceso perjudica tanto el desarrollo de su personaje como el romance que proponen. Eso sin contar el abuso de lugares comunes de la comedia criolla (ricos taimados, pobres maleducados) que rápidamente se pierde el interés por lo que pasará entre los personajes de Ponce de León y Lala. A propósito, muy mal ese planteamiento de protagonista. No tanto por sus calidades morales (que juegan a desbaratar su machismo en algún momento), sino por encarnar un estereotipo muy gastado del bogotano gomelo simplón que hasta la misma Lala debería haber botado tan solo al escucharlo.

Varias situaciones gratuitas y huecos de guion también le restan credibilidad a la propuesta, pero sinceramente el principal aspecto para mejorar es que puedan rebajar el trazo grueso de todo el conjunto o la historia de Lala’s Spa no quedará más que en el lugar de una comedia del montón. Me parece un esfuerzo interesante (aunque con la duda de que sea deliberado por parte del canal) por poner en el debate público el transexualismo como parte del paisaje, pero la forma como resuelvan sus aspiraciones e ideales románticos dirá también cómo se piensa desde nuestra ficción una realidad como el transexualismo, que para bien o para mal orientará a personas que ya se sienten identificadas con su presencia en la pantalla chica. Menuda tarea que se echó al hombro RCN Televisión.

¿Qué hacemos con los ‘remakes’?

Personalmente me ha costado un enorme trabajo seguir las nuevas versiones de clásicos en el cine, la televisión y las series animadas. En la mayoría de los casos esa labor de corrección o ajuste a los nuevos tiempos resulta repelente con el producto original, terminando en arreglos cosméticos o en cambios inauditos de personalidades. Ahora estamos inundados de nuevas versiones que no hacen cosquillas ni en el ‘rating’ y apenas alguien las recuerda. En el caso colombiano mencionaba los casos recientes de la adaptación de la serie Azúcar o Amar y Vivir como ejemplos que definitivamente no calaron en el gusto del público. ¿Los clásicos son intocables? En ocasiones es mejor dejar así. Pensemos en el increíble éxito de Yo Soy Betty La Fea. Cuatro reemisiones en casi quince años batiendo récords de sintonía y adaptándose a los tiempos que corren, a pesar de no cuadrar enteramente con los valores actuales. ¿De verdad esperan una nueva versión que supere el paso del tiempo y sea tan significativa de esa forma? ¿O todo se trata de un mero capricho corporativo dizque para cautivar a nuevas audiencias? De hecho, la versión original de ‘Betty’ está en el producto más millenial de todos: Netflix. Y así tal cual como se hizo cautivó al público del meme y las selfies.

Pues el comentario va a la nueva versión de Café con aroma de mujer, otro clásico de Fernando Gaitán, de la cual han sacado réditos las sucesivas repeticiones de sus versiones mexicanas en Latinoamérica. Aunque se vea increíble el paisaje cafetero desde un dron o se traigan a Brad Pitt como Sebastián Vallejo, el asunto es la supuesta obligación de “modernizar” esa historia de amor. Salvo que ‘Gaviota’ sea ahora un humanoide ya le vería más oportunidades. Si le agregan el probable IVA al producto, seguro tenemos algún resultado. No obstante, no hay tiempo para quejas: ya se está haciendo, cuenta con guionistas respetados detrás de ella, actores reconocidos… pero con la mano en el corazón, mejor invirtamos esos recursos en ideas distintas, creemos nuestros propios hitos del presente que ojalá perduren en el tiempo y no desgasten a la audiencia con la falsa promesa de revivir en cuerpo ajeno el espíritu de un éxito que hace parte del recuerdo de una generación.

juanchopara@gmail.com

@juanchoparada

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Periodista y filósofo. Máster en Dirección de Marketing Digital y Comunicación Web 2.0. Social Media Manager. Escritor cine, cultura, televisión, entretenimiento, sexualidad y tecnología.

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3 Comentarios
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  1. dejemoslaquejadera

    Con café la tiene difícil Laura Londoño, pero tiene la ventaja de que la novela hace mucho que la dieron. Con Lala a pesar de los lugares comunes me ha gustado el humor sin escándalo.

  2. Esta novela es, simple y llanamente, una apología barata de la homosexualidad. El protagonista no es una mujer, es un travesti. Las que principalmente se deberían sentir ofendidas, son precisamente las autenticas y genuinas (biológicamente hablando) mujeres.

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