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Dos estudiantes en Manizales, dos chicas acosadas por la prensa y el público ávido de morbo, bien disimulado con indignación. Dos menores de edad. Los elementos de este escándalo sensacionalista están servidos. Sexo, faltas a la moral, tutelas, discriminación, la consecuente corrección política de que somos diversos y aún no lo aceptamos.

Dime con quién andas y te diré qué eres parece la consigna de esta época, mezcla de inquisición del siglo XVI con exigibilidad de derechos muy propia de la New Age. No obstante ¿qué tanto nos sigue importando la orientación sexual de las personas? ¿Nos seguimos definiendo por nuestras compañías?

Con el tema de las amistades, desde la infancia y la adolescencia se nos inculca hasta la paranoia andar con gente bien, como si eso solucionara los problemas de las “malas juntas”. El estigma se volvió un clásico en este tipo de noticias. Ya me imagino la misma polémica si el hecho fuera descubrir a dos estudiantes fumando marihuana, una chica y un profesor teniendo relaciones o un niño con VIH. Los tapujos de la sociedad siguen tan vigentes como la mala costumbre de encontrar culpables.

Lo que más me inquieta de esta polémica es el telón de fondo de la edad. No es únicamente el que sean chiquillas sino el nivel de conciencia con el que asumen defender una relación lésbica. Desde el punto de vista de las leyes o los códigos de protección a la niñez y la adolescencia, esto es virtualmente impensable. No obstante, y tocando otro tema espinoso, en esas mismas edades tanto jóvenes hombres como mujeres asumen su corporalidad y vitalidad como algo a lo que se le debe sacar el mayor provecho posible. Me refiero al caso de la explotación sexual comercial infantil. ¿Cómo se adquiere plena conciencia de una orientación sexual y, a la vez, exponerse a cambio de dinero (independientemente de que exista o no coacción) sin haber superado la barrera de los 16 años?

En esa medida la educación no solo pasa por el proceso de aprender a respetar a la diferencia o de contar con suficiente información, sino de actuar en consecuencia a unos principios. Y principios no son convicciones. Creo que los jóvenes de ahora saben perfectamente en lo que se meten, no son tan estúpidos, por lo que sus actuaciones corresponden claramente a una firme declaración de principios. El tiempo dirá si estas niñas reclamaban lo justo o más bien todo obedeció a un capricho, bastante normal en el sentido de encontrarse en una etapa de descubrimiento. Finalmente, ¿quién no se entusiasma con los rebeldes, donde quiera que se encuentren?

Para los que me leen ¿aceptan con facilidad la convivencia con gays o lesbianas? ¿Los han relegado por tener este tipo de amistades? A los gays y lesbianas, ¿qué tanto aceptan a la población heterosexual? Si tienen entre 12 y 18 años ¿cómo les supervisan sus amistades?

juanchopara@gmail.com

BOCADILLO: ¿Recuerdan a las T.A.T.U? Las nuevas Milli Vanilli del siglo XXI con una ligera variante…estas sí cantaban. Su video es un calco de la “noticia del mes”, casi un déja vu…Fue la farsa de esta primera década, además de evidenciar que, al final de cuentas, hay convicciones que se ponen de moda, como el de "besarse entre chicas es cool".

http://www.youtube.com/watch?v=1agzp_PM-Z4

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