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Esta es una historia surrealista, de otro mundo, el del conflicto armado que pocos han vivido. Es también una historia de paz y reconciliación. Es una historia de vida, un testimonio de lucha, de valentía, de esperanza. Es, además, una invitación a viajar a Icononzo, un pueblo tolimense, que pasó de ser ícono cafetero del país, a un pueblo fantasma y que nuevamente está surgiendo. Es la historia de Mauricio Toro, miembro retirado de las Fuerzas Especiales del Ejército Nacional de Colombia, quien entregó su vida a la lucha armada, sobreviviente de dos secuestros, 17 disparos y 115 combates y quien hoy comercia con las FARC y es, además, el organizador de una válida de ciclomontañismo que busca mejorar la calidad de vida de las niñas, niños y adolescentes de las zonas rurales del municipio donde nació.

Mauricio Toro recuerda su infancia en Icononzo, pueblo del Tolima que fue paso importante de culturas precolombinas y que a principios el Siglo XX empezó a asentar a familias principalmente bogotanas para el cultivo de café, producto introducido con semillas traídas desde la India por la familia Williamson hacia 1920, grandes terratenientes de la época. Fue, además, el segundo municipio después de Villa del Rosario en Norte de Santander a donde llegó el café en el país alcanzando el tercer puesto entre los más productores, posicionándose como potencia cafetera dentro de Colombia. Sin embargo, una política de los años ochenta que buscaba mejorar las condiciones de la producción, tuvo un efecto contrario y terminó por acabar con más de 70 años de bonanza cafetera y, entonces, llegaron la ganadería y la tala, lo que acabó con inmensos robledales. Aparte, llegaron los grupos armados ilegales junto con los secuestros, extorsiones, masacres, asesinatos selectivos, incursiones militares y se convirtió en un pueblo fantasma. Nacido en Icononzo, Mauricio recuerda que le encantaba la música y que se inscribió en el Conservatorio del Tolima, pero que terminó decidiéndose por entrar al Ejército, donde ya estaba su hermano, porque vivir de la música era muy difícil y poco rentable.

La historia de Mauricio en el Ejército es impresionante desde cualquier punto de vista desde su ingreso en 1997, cuatro años después de salir desplazado por la violencia de su municipio, hasta su retiro en el año 2008. Por ejemplo, a los 21 años, un helicóptero en el que iba, se cayó y él tan sólo se rompió una de sus uñas, «me sentía inmortal en esa época«, dice. En estos más de diez años de servicio, recibió 17 entrenamientos como parte del programa de las Fuerzas Especiales. Como parte de la inteligencia fue cantante, payaso, vendedor ambulante, entre otros. Estuvo en 115 combates y fue secuestrado dos veces por las FARC. Del primer secuestro se fugó y se lesionó un hombro y duró 16 días perdido en la selva. Del segundo secuestro también se fugó pero en éste, se salvó de milagro. Tras días de cautiverio en el que sufrió todo tipo de torturas (lo mantuvieron colgado de los pies, le cortaron dos dedos de su mano izquierda, entre otras atrocidades) y en el que estuvo encadenado de cuello, manos y pies, se fugó gracias a un descuido de sus captores en medio de una tormenta eléctrica. Esta vez, duró 1 mes completo perdido en la selva y tomándose sus propios orines para sobrevivir mientras huía y se escondía del entonces grupo guerrillero. En esta oportunidad lo dieron por muerto y su familia le hizo un sepelio simbólico. Al regresar, su pareja tenía ya otro y había regalado hasta su ropa, por lo que se sintió fuera de este mundo.

En medio de las dificultades emocionales y físicas tras sus secuestros, fue enviado a hacer un curso de Ranger en los Estados Unidos pero siempre se quejaba de lo ligero y flojo del entrenamiento y les pedía que «¡le sacaran la mierda!«. Al culminar, logró sobrado el primer puesto entre todos y regresó a Colombia. Le dieron diversas oportunidades para salir del país pero según cuenta, la ley de la guerra es el «ojo por ojo, diente por diente» y él quería vengarse en combate y eso hizo. Fue parte del operativo de captura de Rodrigo Granda en Venezuela y lo metieron preso los militares del vecino país, pero también se les fugó y se salvó de milagro lanzándose a un río y nadando en sus profundidades mientras 40 militares le disparaban a mansalva. Pero llegó el fin de la suerte un día en territorio del Cauca cuando, en medio de una operación, él y sus compañeros fueron emboscados. El único que no recibió disparos fue él pero los insurgentes los estaban rematando a punta de machete. Cuando él recibió los primero golpes, se volteó y dio de baja a uno de los guerrilleros y los demás se alertaron y él salió corriendo pero recibió 14 disparos antes de tirarse a un río y desmayarse. Una señora lo recogió y lo puso en la orilla del río, de donde una chiva lo recogió y lo llevó a la policía, donde pensaron que era guerrillero. Allí, tras descubrir su argolla de las Fuerzas Especiales, llamaron un helicóptero y lo llevaron a Bogotá, a donde llegó sin signos vitales.

Su estadía en Bogotá fue muy difícil tras dos meses de estar en coma. Al principio no recordaba nada, tuvo que aprender a lavarse los dientes, a ir al baño, no recordaba a su hermano ni sabía lo que era un presidente. Luego, duró 7 meses en silla de ruedas y le generó un profundo choque la visita al hospital, por lo que se fugó, dice él, tras sufrir la amputación de su brazo izquierdo, así que él mismo decidió curarse sus heridas pero a veces se desmayaba del dolor. No soportaba estar en una silla de ruedas, así que empezó a hacer terapias por su cuenta a pesar de que los médicos le dijeron que no podría volver a caminar nunca más. Sus terapias las hizo a un ritmo casi que inhumano y poco a poco fue mejorando, gracias también a sesiones de natación que podían durar hasta doce horas. En una de estas, casi muere ahogado porque se desmayó del cansancio en la piscina. Pero él decía que prefería arrastrarse a permanecer en la silla de ruedas. Al poco tiempo caminaba con muletas y luego, tras cuatro meses, pudo valerse por sí mismo y seis meses más tarde, empezó a jugar ping-pong y squash, logrando hasta un campeonato nacional en este último deporte. En todo este proceso, alcanzó a estar internado en un hospital psiquiátrico por las secuelas del estrés postraumático, pero también se fugó de allí, como también lo hizo en Berlín, Alemania, cuando le quisieron poner una prótesis en su brazo.

Mauricio se considera una persona rebelde, con una fuerza de espíritu y de voluntad inmensas que aprendió de su abuelo, quien lo educó con tenacidad para no rendirse nunca por nada, para no retroceder jamás. Esta rebeldía que lo llevó a fugarse de los secuestros, de los militares venezolanos, del hospital y demás, fue la misma que lo llevó a recuperarse de la manera en que lo hizo. Cuenta como anécdota que apostó con su médico un día y le dijo que un día lo iba a recoger en moto para dar una vuelta cuando estuviera recuperado. El médico, que consideraba que ni siquiera podría volver a caminar y mucho menos andar en moto, recibió un día la sorpresa de su paciente y fue a dar un paseo en moto cerca del Hospital Central. Esta misma rebeldía lo llevó a seguir una de sus grandes pasiones, montar en bicicleta y ha sido organizador de varias válidas de ciclomontañismo después de su retiro. Incluso, para continuar la novela de terror, fue víctima de fleteo en Bogotá y recibió otros dos disparos en el estómago y al defenderse, dio de baja a los delincuentes pero lo metieron preso por seis meses hasta que salió libre. En esta oportunidad, no consideró la fuga pero sí se sintió traicionado al tener que defenderse de un cargo por homicidio cuando él era el que había sido la víctima. Por encima de todo, aplicó su misma fórmula en la que, según él, hay dos opciones ante una situación difícil: hacerse la víctima y resignarse, o fortalecerse y echar para adelante. Esta es su rebeldía. Por supuesto, la primera nunca ha sido, ni será alternativa para él. Su mensaje es «serás quien quieras ser«, y es así, además, el título de un libro que escribió mientras estuvo en la cárcel y que espera pulir para publicarlo algún día.

Hoy Mauricio ve las cosas con otros ojos. Desde los años 2008, 2009, manifiesta que el Estado volvió a invertir en Icononzo y que, desde que se inició el Proceso de Paz con las FARC, se ha iniciado una etapa de mejoría para el municipio y la gente ha empezado a regresar. Al mirar atrás, se da cuenta que la guerra no es la salida. La gente, dice, aún tiene desconfianza e incertidumbre frente al acuerdo de paz pero poco a poco, se va facilitando el proceso con actos como el desarme. Según él, la población de la zona aún habla del conflicto con temor y lo hacen en privado si es que lo hacen, toda vez que fueron más de 50 años de vida en medio del miedo y la zozobra. En la región, cuenta él, que hay familias que tuvieron hijos en el ejército y la guerrilla y que todos perdieron muchos seres queridos. Manifiesta también que ha conocido casos en que los niños que nacían en la guerrilla jamás habían visto a un soldado del Ejército Nacional, que para ellos las FARC eran su autoridad, lo normal, quienes sacaban a la gente enferma de la zona cuando el Estado no hacía presencia, de hecho, eran lo más parecido a una autoridad estatal; solucionaban los conflictos entre la gente, resolvían los problemas sociales, prohibían la tala de árboles, etc. Mauricio recuerda la valla que había a la entrada de la vereda Guatipol que hace unos años cuando él hacía parte del ejército decía, «Vereda Guatipol: territorio independiente FARC-EP, prohibido el paso de militares«. En ese entonces, él no comprendía cómo podía suceder esto a tan sólo cinco minutos de Tolemaida en helicóptero, la base militar más grande del país y seguro una de las más importantes de Latinoamérica.

Este héroe de la guerra, se ha convertido en un héroe de paz e invita a reflexionar: «Una persona que nunca ha estado en el conflicto, suele ser más crítica con el acuerdo. Los que hemos estado adentro y que lo hemos sufrido de verdad, lo hemos dejado atrás porque no le deseamos a nadie lo que hemos tenido que vivir nosotros«.  Hoy los heridos son uno o dos y muchas veces por impases que se dan en los entrenamientos cuando anteriormente, según cuenta él, eran entre 120 a 200 al mes. Para Mauricio, esto ya hace que valga la pena el acuerdo. En Icononzo está también la Zona Veredal más cercana a Bogotá, en la vereda la Fila donde ahora viven miembros desmovilizados de las FARC y que han iniciado una nueva vida en la legalidad y quienes, sorprendentemente, son ahora custodiados por el Ejército y la Policía mientras ellos andan desarmados. Mauricio, tras haber tenido en el grupo insurgente a su principal enemigo, hoy habla con ellos y les vende sus productos (es dueño de una ferretería, un supermercado, un restaurante y está construyendo un hotel en el municipio) y manifiesta que no tiene ningún problema en abrazarse y dialogar con ellos ni mucho menos vincularlos a programas sociales que él lidera y apoya. De hecho, hoy cuenta con 52 empleados en sus negocios, entre los que se encuentran tres exmilitares heridos en combate y ahora, quiere llegar a vincular a exguerrilleros para que también trabajen con él, como muestra de su apuesta por la paz.

La principal iniciativa social que lidera Mauricio es la Fundación Pedaleando por Icononzo, que busca impulsar la práctica del ciclomontañismo en el municipio y convertirse en la primera escuela rural de este deporte a nivel nacional y así, impulsar a jóvenes campesinos para que puedan triunfar en un futuro. Con su propuesta, busca beneficiar a todo el municipio para que los locales tengan más oportunidades y no caigan en la ilegalidad como sustento. Llevan tres años impulsando la práctica de este deporte y poco a poco, han logrado atraer amigos y amigos de los amigos a que monten bici en el pueblo, lo que se ha ido posicionando y se está convirtiendo, poco a poco, en una alternativa para el desarrollo turístico, aprovechando su geografía, la naturaleza, los paisajes y pisos térmicos que varían entre los 600 y los 2.700 metros sobre el nivel del mar. Y, por supuesto, aprovechando la tranquilidad y seguridad que se respira hoy en la región. Desde la Fundación, han organizado varias válidas y ciclopaseos desde mayo de 2016. La próxima será el próximo 15 de octubre de 2017 y desde ya, Mauricio invita a inscribirse*. Ya está confirmada la participación del campeón del paracycling a nivel nacionalun militar retirado que perdió sus dos brazos y una pierna en combate. Está confirmada la presencia de un grupo de militares y otro de exmilitantes de las FARC, heridos también en combate, así como 17 delegaciones internacionales que traerán Warriors Death, una organización sin ánimo de lucro de los Estados Unidos que acoge heridos en combate de todo el mundo. Habrá presencia de militares activos, miembros de la comunidad de las FARC que residen en la Zona Veredal, gente de la farándula, aficionados y deportistas, y por supuesto, yo también apoyaré este evento, como aficionado, claro está. Con el dinero recogido van a comprar 40 bicicletas para niños campesinos que tienen que caminar dos horas para llegar de su casa a la escuela y otras dos de regreso. Con la bicicleta, tardarían 40 minutos, lo que mejoraría considerablemente su calidad de vida.

Para llegar a Icononzo se toma la vía de Bogotá a Melgar y se hace un retorno antes del puente del río Sumapaz para tomar hacia Pandi y luego pasar el puente de piedra que está construido sobre otro ícono del conflicto desde la época de la violencia entre la policía chulavita y la chusma (guerrillas liberales) que tiraban por el puente natural de 106 metros de altura, a los enemigos. Se dice que allí murieron cientos de personas que incluso, «llegaban en volquetadas antes de ser lanzados» según cuenta uno de los habitantes de la zona. También se puede acceder desde Melgar, por vía pavimentada, a tan solo 15 minutos en carro. Este municipio que pasó de ser potencia cafetera a pueblo fantasma, hoy busca reposicionarse como destino turístico gracias a iniciativas como la de Mauricio Toro y de entidades como la RAPE Región Central (Región Administrativa de Planeación Especial de Colombia), la cual está diseñando la Ruta de la Paz, una propuesta que parte desde Icononzo, Tolima y que pasa por Cabrera, Cundinamarca, la localidad 20 de Sumapaz en el Distrito Capital y que llega al municipio de La Uribe en Meta. El municipio tolimense, cuenta además con cascadas como las de la vereda Basonta (14 cascadas en menos de 600 metros), la quebrada la laja de cerca de 80 kilómetros de longitud, la vereda la Maravilla que muy acorde a su nombre, cuenta con parajes naturales de asombrosa belleza como un pequeño lago al interior de una cueva, la reserva natural El Salto (ideal para la observación de aves), así como pictogramas y por supuesto, cantidades de historias por contar. Incluso, también se puede visitar la Zona Veredal de las FARC para conocer cómo era un campamento de ellos en medio de las montañas y conocer de primera mano su proceso de reincorporación.

Escuchar a Mauricio y su testimonio es, sin lugar a duda, tan espeluznante como esperanzador. Su paso de ser héroe de guerra a un héroe de paz es impresionante y un ejemplo para los colombianos y para el mundo entero. Es entender que un proceso de paz no se logra con una firma sino con hechos concretos de inclusión, de generación de capacidades y oportunidades para todos para reducir la pobreza y la desigualdad, que se logra cuando se hacen verdaderos actos de paz y de reconciliación al interior de los hogares, de las familias y en los territorios. La verdadera paz se construye cuando personas como Mauricio estrechan su mano y se abrazan con sus viejos enemigos. La auténtica paz se logra cuando somos conscientes de las brechas que han existido y del papel que jugamos todos los colombianos en la construcción de un país incluyente, como cuando viajamos a un territorio de estos y les compramos sus productos a los campesinos y a las comunidades locales, cuando apoyamos sus iniciativas, cuando nos damos cuenta que ni la guerra ni la paz son ajenos y que todos somos responsables de un futuro pacífico para nuestros hijos y nietos. La paz se logra, no con olvido, sino con plena consciencia de la tragedia y el terror de la guerra, para no repetir la historia y caer nuevamente en un vacío como en el que hemos estado como país. La paz se logra con tolerancia y sobre todo, con amor.

*Para inscribirse en la travesía, comunicarse a los números 3145533660 o 3212495976 o a través del siguiente enlace: http://travesiaicononzo.com/metodo-de-pago-amateur/

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