Por primera vez me sentí listo para escribir sobre Tomás esta semana, seis meses después de su triste muerte, y ya con la sensación de que ha pasado mucho tiempo desde que se fue. A pesar de que la vida sigue, el duelo no termina. Pero no hablaré sobre la forma inesperada en que dejó de vivir, sino de la manera en que una oportunidad le cambió la vida, y cómo él nos marcó para siempre.
Nunca pudimos saber de dónde salió Tomás, pero lo cierto es que recién nacido y con varios hermanos llegó al centro de Zoonosis, el 11 de noviembre de 2014. Sus primeros días los pasó en el interior de las jaulas de esa inmensa perrera, en donde los animales desamparados sobreviven con pocas esperanzas. Se enfermó y sufrió durante esos meses, hasta que un grupo de estudiantes lo rescataron a él y a sus hermanos, para buscarles un hogar.
Las redes sociales nos mostraron a varios cachorros rescatados y criollos, y en medio de un impulso determinante, decidimos adoptar a uno de ellos sin haber definido muy bien cómo adaptaríamos nuestras vidas para recibir a un nuevo miembro de la familia. Cuando Tomás llegó a nuestra casa, que se convertiría en la de él también, tenía cerca de cuatro meses. Había pasado por días muy difíciles, pero su vida estaba a punto de volver a empezar.
Desde el comienzo decidimos ignorar los consejos de todas las personas que nos recomendaban establecer una jerarquía entre mascota y amo. Recién llegado a la casa, Tomás aprendió a subirse a las camas y probó la comida para humanos. En pocos días, aquel inseguro perro que se escondía debajo de la mesa del comedor se había convertido en la mascota más feliz, alegrándonos la vida en medio de la agitada cotidianidad. Hoy, luego de seis meses de su partida, lo que más me consuela es saber que durante su corta vida tuvo acceso a cada espacio de nuestros mundos y que, contrario a todas las advertencias, probar la pizza y dormir sobre las camas nunca lo convirtieron en un perro mal educado.
Todo lo contrario: Tomás aprendió a entender varios comandos humanos y a emocionarse cada vez que eran pronunciados. Términos como “vamos”, “paseo” o “comida” lo hacían saltar por toda la casa, ladrando de emoción. La felicidad con la que se tomaba un plato de agua y la velocidad con que comía nos hacía entender que había pasado por días muy difíciles antes de llegar a nuestra familia. Pero sobre todo, nos enseñaba que era posible alegrarnos con algunos de los detalles más pequeños y simples, que quizás en el día a día uno olvidaba recordar.
De la manera más inesperada, siendo aún un cachorro, Tomás murió en medio de un error en un procedimiento quirúrgico. La anestesia que le aplicaron a su cuerpo joven fue mayor a la que podía soportar, en medio de una sencilla intervención con la que buscaban retirarle una pequeña masa que le había crecido en la boca. La repentina muerte de Tomás dejó un vacío muy grande en toda mi familia, que incluso a pesar del tiempo sigue representando una gran tristeza.
Hoy Tomás cumple seis meses sin existir y su vacío sigue sintiéndose a diario en cada esquina. Pero durante su corta vida pasó de conocer el abandono y la desolación a sentir el cariño de una familia que dio todo por él. Y así como Tomás contó con la suerte necesaria para conseguir un hogar, en Colombia existen cerca de 900 mil animales domésticos abandonados, según cifras del Ministerio de Salud, esperando por tener una casa.
Cambiar una vida es posible y todos deberíamos darnos en algún momento la oportunidad de adoptar una mascota. Al final de cuentas ¿quién salva a quién?
Tener mascota es una de las mejores decisiones que he tomado en mi vida. Dar y recibir amor es lo más fácil y fluido cuando cuentas con un ser tan maravilloso como estos. No lo duden los que lo han pensado y aún no se han decidido.
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Muy conmovedor,soy partidaria de la adopcion;por lo tanto tambien adoptamos una cachorrita y es la alegría de nuestro hogar.
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Los que nunca han tenido mascota no entienden el dolor que es perder a un miembro tan importante de la familia.
Lo único que queda por decir es que ojalá le den la oportunidad a otro peludito para ser rescatado y vivir plenamente, como se lo merecen.
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Que conmovedor y emotiva historia que pesar por Tomas y lo siento por ustedes pues cuando se ama a una mascota es dificil sobre llevar el duelo.
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