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Un futuro tan complejo como el que le espera al sueño de paz de los colombianos deja claro que, cuando menos, el camino a recorrer será tortuoso. De ninguna manera será fácil, pues las transformaciones que harán de este país uno más justo podrían tardar varias décadas.

Por eso deseo hacerle saber a usted, que ha decidido volver a la sociedad aún conociendo los riesgos que tendrá que enfrentar, que lo mínimo que puedo ofrecerle a cambio es la certeza de una mano solidaria. Reconocer los errores cometidos y pedir perdón es una forma de valentía, contrario a lo que sería si se quedara en la selva haciendo la guerra. Y si usted está decidido a dar ese paso irreversible, yo me comprometo a quitarme los prejuicios de encima.

Porque es en estos tiempos cuando debemos recordar con orgullo que Colombia fue construida por humanistas que le apostaron a la idea de las segundas oportunidades. Sencillamente porque jamás podremos ser mejores de lo que somos hoy, si no tuviéramos siempre la posibilidad de empezar de nuevo. Aunque no siempre hemos puesto en práctica ese principio, ni lo hemos honrado de la manera en que lo merece, buena parte del futuro de una sociedad depende de su capacidad de sanar heridas, antes que cubrirlas con resentimiento y venganza.

Por años he sido escéptico frente a la sociedad de la que hago parte y le mentiría a usted si le digo que he dejado de serlo. En parte porque hemos sido excluyentes durante generaciones enteras, y también porque hemos cultivado la terrible costumbre de mirar a un lado antes de preocuparnos por entender nuestras falencias colectivas. Hemos estado a kilómetros de la perfección, pero siempre cómodos y conformes con nuestras incongruencias tan indefendibles.

Pero esta vez tengo toda mi esperanza en que nuestra sociedad sea capaz de ofrecerle acceso, a usted y a todos sus compañeros que regresarán a la vida civil, a la mayoría de espacios que durante décadas no fueron una posibilidad para la mayoría. Creo que ahora, como quizás nunca antes había ocurrido, tendrán la oportunidad de educarse y de conseguir un empleo próspero, con la garantía de que nunca más las condiciones del país harán ver las armas como una opción de salida.

Cada día estoy más seguro de que si usted atiende el compromiso con las víctimas que piden conocer la verdad y ser reparadas, podrá volver a ser un ciudadano. O quizás serlo por primera vez. Todo lo que construyamos en nuestro futuro debe fundamentarse sobre la premisa de que en ningún escenario el horror debe repetirse. Sepa que de este lado encontrará una generación entera de jóvenes decididos a recibirlo para construir un país más democrático, en el que todas las maneras de pensar tengan igual cabida.

El regreso a la vida civil será sin duda el paso más determinante de su vida y el comienzo de una etapa nueva. Reitero ante usted, que ha decidido volver, el entusiasmo con el que espero realizar mis aportes a la reconciliación del país, aún con lo minúsculos que puedan parecer al compararse con las necesidades que tendrá que saldar el país.

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