La semana pasada Gustavo Petro y Nayib Bukele sostuvieron una polémica en redes sociales que puso en evidencia, una vez más, la polarización que vive la zona por cuenta de los derechos humanos. En este caso en particular, también quedaron expuestos los alcances y las limitaciones del uso de redes sociales como base de su comunicación. Frente a una multitud Petro aseguró que lamentaba las imágenes que le dieron la vuelta al mundo de los presos salvadoreños en «campos de concentración» y remató recordando cómo estas mismas, aunque causen indignación, son capaces de estimular la popularidad de mandatarios como ocurrió en Colombia. La alusión de Petro obviamente está dirigida al recuerdo de la seguridad democrática donde los excesos se justificaban en la retoma del control por parte del Estado.
Bukele respondió argumentando que los resultados hablan por sí solos y terminó deseando que Colombia lograse las reducciones drásticas de homicidios, tal como en el caso salvadoreño. Los videos que ha hecho circular el gobierno del traslado de los primeros 2000 detenidos a la cárcel de máxima seguridad que deberá albergar unos 40 mil, han despertado toda clase de críticas de organizaciones promotoras de derechos humanos que advierten sobre una clara violación a los derechos humanos que confirma la tesis de Bukele acerca de que «son mas importantes los derechos humanos de la gente de bien, que aquellos de los delincuentes». Todo lo anterior favorece una deriva autoritaria que puede ser replicada en terceros Estados con índices de criminalidad alarmantes como ocurre en América Central o en otros de la región latinoamericana, incluida Colombia donde la fascinación por Bukele es cada día más expresa.
Detrás de la polémica por redes sociales de los dos presidentes, está la tensión y disputa entre modelos de justicia y combate a la criminalidad, tema inexorable de la agenda latinoamericana. El Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal de México acaba de publicar un ranking sobre las ciudades más violentas del mundo (donde no están incluidas las zonas que están en guerra) en el que se puede constatar que las primeras diez son latinoamericanas y una prevalencia de México, Brasil y Venezuela. Colombia, por su parte, no parece estar lejos. A esto se suman los problemas recientes en Ecuador, un Estado no habituado a la inseguridad ciudadana y donde la realidad en la provincia de Guayas en los últimos años por las masacres en cárceles, los asesinatos selectivos y la aparición de carteles han marcado la pauta. En los últimos años, se han presentado las peores masacres en centros penitenciarios en la historia ecuatoriana.
Este complejo escenario ha sido terreno fértil para que el discurso punitivo haga carrera y sea cada vez más popular la falsa creencia de que la severidad en los castigos constituye una formula efectiva para reducir la criminalidad. El Salvador que ha logrado reducir a niveles históricos su tasa de homicidios -pasando incluso varios días en cero- es el mejor ejemplo de lo anterior. La popularidad de Bukele supera el 90% lo cual confirma que la aceptación es significativa, mas no la legitimidad de las acciones en el marco de una democracia, pues esta política de castigos no cumple con el propósito de la reinserción futura de quienes pagan condenas, ni tampoco exime a las autoridades de montar en contra de opositores procesos penales donde se suelen violar derechos procesales.
En la polémica entre Petro y Bukele está la aparente debilidad de la izquierda para gestionar la seguridad ciudadana y la ilusoria efectividad a corto plazo para detener la criminalidad de los autoritarismos de derecha. En el pasado en casos como el Perú de Alberto Fujimori o la Colombia de Uribe terminó en una tragedia de grandes proporciones en la que no se suele reparar en medio de la euforia por los resultados pasajeros.
@mauricio181212
La debilidad de la izquierda para controlar la seguridad está demostrada. En México el estúpido y soñador de López Obrador pensó que con su política de «abrazos por balazos» iba a controlar el asesinato de periodistas y las masacres de los carteles de la droga y en Colombia el inepto Presidente cree que con su cuento de la «paz total» va a lograr acabar con el narcotráfico y el asesinato de líderes sociales, los cuales a propósito, han aumentado durante su mandato.
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Hay que ver a la gente gimotear por el éxito de bukele mientras defienden sin pudor alguno el evidente fracaso al que nos expone petro y su gabinete de payasos. Políticas ridículas como las que propone el actual gobierno y algunos solapadamente abanderan, son las que se han implementado en Argentina y Venezuela los últimos 20 años y México los últimos 4… a ver, de que se va a jactar?. Cuáles son los resultados mas allá de la impunidad y el incremento en el grueso de los índices de criminalidad?.
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Otro que cree en el romanticismo de la izquierda. En primer lugar en el gobierno de AUV no hubo exceso que no fuera castigado. Mientras que ahora sí hay falta de severidad contra la delincuencia OSI no dígale eso a la familia del policía asesinado en el Caguán. Cómo dijo Bukele los resultados pesan más. Y si, el tiene razón. Los DDHH son para los humanos derechos, el día glorioso que eso se aplique en este platanal tendremos futuro. Antes no. O es que acaso se come el cuento de minjusticia? Ese es el remedio?? En este país faltó de cultura y demás? Amanecerá y veremos
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debilidad de la izquierda para la seguridad ciudadana? Si en eso son muy fuertes en Cuba, Nicaragua y Venezuela y ni hablar de Rusia todos esos paises son expertos en la seguridad del estado a costa de la oposicion y de las libertades
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